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Ian Buruma (Países Bajos, 1951) defiende valores elementales democráticos como la tolerancia, el diálogo circular y la libertad de expresión, los cuales se ven hoy amenazados en distintos países por el ascenso de los populismos y gobiernos autoritarios.
Para el analista político, lo más preocupante es que los individuos ya no se sienten representados por el liberalismo (corriente política y económica que defiende la libertad individual, la igualdad ante la ley, la democracia y un gobierno con poderes limitados) y están prefiriendo a representantes populistas, como Donald Trump, en Estados Unidos, y Viktor Orbán, en Hungría, lo que señala que la tendencia se está dando a la vez en varios continentes.
Buruma estuvo en México para participar en “La libertad de vuelta”, una serie de conversatorios que tuvieron como punto central el ascenso de los gobiernos autoritarios y populistas, así como la caída del liberalismo y la amenaza de la democracia en tiempos actuales, y que se realizó en El Colegio Nacional.
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El crítico cultural —que dialogó con pensadores y académicos como Mark Lilla, Leon Wieseltier y Enrique Krauze— antes de su participación conversó con EL UNIVERSAL sobre la crisis del liberalismo, el peligro en el que está la libertad de expresión y advirtió sobre el poder que está ganando la derecha populista, la cual, si sigue en ascenso, podría provocar fuertes oleadas de violencia.
El investigador señala que, si bien los gobiernos de México y EU son diferentes, “ambos son populistas y ambos son antiélites, el peligro de ambos es que son no liberales”.
¿La crisis en el liberalismo se debe a una falla en las instituciones democráticas o es un problema solo económico?
Es un poco de ambos. Pero en mi opinión, más a fondo, se debe a que muchas personas sienten que el sistema democrático no funciona más, eso es verdad en Estados Unidos y en Europa, y es así porque puedes observar que las personas no se sienten representadas y que sus voces no son escuchadas. Ese es un problema en parte económico, y en otra parte tiene que ver con la clase y la raza, incluso. Pero no se sienten representados por los partidos tradicionales del centro izquierda ni los del centro derecha, entonces por eso hemos observado este gran apego al populismo.
¿Se perdió la confianza en la democracia liberal?
Sí. Creo que es porque desde el final de la Guerra Fría, en muchos países europeos y también en los Estados Unidos, parecía que había gobiernos de partidos de centro-derecha y centro-izquierda que, básicamente, tenían un consenso, que estaban a favor de la globalización, a favor de la inmigración, y la izquierda estaba a favor de la inmigración por el multiculturalismo y el antirracismo; en Estados Unidos los demócratas y republicanos no eran tan diferentes, pero eso ha dejado un vacío porque las personas ya no se sienten representadas por ellos.
Pero vemos que en estos regímenes peligran ciertas libertades, como la de expresión...
Sí, y es algo que me preocupa mucho, es algo muy serio, sobre todo en EU y otros países. Creo que los liberales que creen en la libertad de expresión y en la libertad académica están presionados por ambos lados. Hemos visto un movimiento fuerte de la izquierda para limitar la libertad de expresión en ciertas palabras, porque van contra su perspectiva ideológica de género, sexualidad y raza. Pero del otro lado está la presión de la derecha, que hoy tiene el poder del Estado, y que es sumamente intolerante. El centro liberal tolerante está atacado de ambos lados de la moneda. Pero, de nuevo, tengo que enfatizar que ahora el peligro de la derecha es el más serio y preocupante.
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¿Todavía se puede convencer a la gente de tomar el camino de la democracia liberal?
Creo que la mejor manera para que la centro-izquierda vuelva es que ya no se preste tanta atención a temas culturales como el racismo y la sexualidad, y que se concentre más en los intereses económicos de las personas que se sienten dejadas atrás. Por ejemplo, la elección del alcalde de Nueva York, Zohran Mamdani, es una buena señal, porque él no dirigió su campaña en contra del racismo o algo así, él habló mucho sobre temas económicos, sobre hacer Nueva York asequible de nuevo, creo que esa es la manera correcta para que el Partido Democrático vuelva, y lo mismo para otras regiones, otros partidos de centro-izquierda deben concentrarse más en los temas económicos y menos en los culturales.
¿Observa similitudes entre los gobiernos de EU y México?
Hay similitudes en que ambos son populistas. Esa es una similitud, pero es justo, quizás, donde terminan. Los populistas de derecha son diferentes a los de izquierda, tienen programas diferentes, pero el peligro de ambos lados, por supuesto, es que son no liberales y quizás, en el caso de los Estados Unidos, son un peligro para la democracia. No hablaré tanto de México, pero puedo ver que hay similitudes y que ambos poseen amenazas contra el orden democrático liberal.
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En un escenario catastrófico, ¿qué mundo imagina sin democracia ni liberalismo?
Es difícil hacer un pronóstico general, pero creo que sería como el fascismo que tuvimos en los 30, cada país tuvo una variación del fascismo, hoy sería diferente en cada país, en Rusia o Hungría las cosas ya son ordenadas hoy, pero si las cosas salen mal en EU, sería un gran caos, los servicios de gobierno comenzarán a romperse. Habrá más violencia, más asesinatos, hay muchas armas en ese país, sería violento y caótico.
¿Cuál es la batalla que deben dar los liberales?
Es una batalla cultural, educativa y de defensa de las libertades, pero también con presencia política; asegurarles a los votantes que la democracia es todavía una opción.
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