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A dos meses de las fiestas, parece que el clásico tráfico de diciembre no se ha ido. Cada día uno escucha en las calles las quejas por el tránsito.
A veces cuando haces 20 minutos en una cuadra, pareciera que se vive en una ciudad que apenas si se sostiene y uno piensa que en otros tiempos la vida era más simple. Pero ¿así fue?
En febrero de 1923, El Universal Ilustrado -semanario del periódico EL UNIVERSAL- dio cuenta del caos que había entre calles y los trabajos que se hicieron poco a poco para “evolucionar”, que iban desde el diseño de uniformes, la forma de cobrar los pasajes en el transporte público y establecer condiciones para que un auto pueda transitar.
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Cómo se ha logrado regularizar el tráfico en México
La obra más difícil que tiene que llevar a cabo el Gobierno del Distrito, es la reorganización del tráfico en la Ciudad de México. Con el crecimiento de la población y del movimiento comercial ha crecido también, y como consecuencia lógica, el número de vehículos de toda especie que llenan las arterias capitalinas y dificultan, de no cuidarse estrictamente su circulación, la vida de los habitantes.
Recordemos el número crecido de accidentes de tráfico, mientras este estuvo a cargo el ayuntamiento. Cuando el Gobierno del Distrito procedió a mejorarlo, nadie creyó en resultados inmediatos y seguros. Preocupados el señor Gobernador el Jefe del Departamento, señor ingeniero Luis Margáin, por ese problema estudiaron detenidamente las medidas convenientes y han logrado mejoras casi increíbles y de verdadera consideración.
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Disminución de accidentes
Los accidentes de tráfico eran numerosos y causaban escándalo. Todo se atribuía a los encargados de la reglamentación, y no se tomaba en cuenta buen número de causas de consideración y que no dependían de la voluntad de los encargados del tráfico.
El señor Margáin ha logrado, lo podemos decir con franqueza, que disminuya el número de accidentes. Un buen reglamento, que se hace obedecer por un magnífico cuerpo de vigilantes, ha evitado numerosas y terribles desgracias que hubieran llenado de dolor a la Ciudad de México. Recurramos, sino, a la admirable relación que se conserva en el Departamento y nos daremos cuenta de que los accidentes no se verifican en un setenta o setenta y cinco por ciento.
Los infractores del Reglamento son perseguidos por los motociclistas del Departamento y severamente castigados. Las multas que se imponen en ningún caso se condonan, a pesar de las gestiones que se hacen ante el mismo Gobernador. Este está dispuesto a que siempre se respeten y se acaten las disposiciones dictadas para la seguridad de los habitantes de México y a conservar el orden.
Presentación de los camiones
Objeto de arduo estudio ha sido el caso de los camiones. Se les ha reprochado su defectuosa presentación y el descuido en que se les conserva lo que los hace peligrosos. El señor Gobernador, preocupado, de acuerdo con el señor Margáin, pondrá pronto en vigor disposiciones que conducirán a mejorar el aspecto de los camiones, sin perjudicar a los dueños.
Una de las primeras medidas es la siguiente: cada ruta tendrá sus colores.
Así, desde cierta distancia, se conocerá el camión que se acerca y se evitará también que circulen coches sucios y en mal estado, y a los que tengan en trabajo esta clase de vehículos, se les dará un plazo razonable para que los compongan, o en caso contrario no se permitirá su empleo. Los requisitos que se exigen no son pasados y de ningún modo difíciles de cumplirse. Todos tienden a asegurar la comodidad de los viajeros, y contribuyen al éxito de los propietarios.
Otro detalle: el cobrador. Quienes hayan visto alguna vez un camión cargado de pasajeros, habrá visto que el cobrador se encarama -esta es la palabra- en cualquiera parte, con grave riesgo de su seguridad personal y de la del coche. Esto debe evitarse. Con este deseo, el ingeniero Margáin estudia la manera de colocar en un sitio cómodo al ayudante, de tal manera que pueda cumplir con su cometido, sin molestar a las personas y sin hacer un mal papel.
Muchas veces un coche choca por causa de falta de equilibrio. Por llevar mayor peso de un lado que de otro, por soportar carga superior a su resistencia. Ya no se darán estos casos. Un estudio minucioso y correcto de lo que se necesita para evitarlo, se está terminando y lo que se considere conveniente se pondrá en vigor.
Se trata también de establecer un tipo estándar de camiones, con cualidades indispensables para que pueda ponerse al servicio.
He aquí cómo es descrito ese modelo: la carrocería será lo suficientemente alta para que los pasajeros no tengan que entrar a “gatas”, como vulgarmente se dice, a tomar asiento: y con el ancho necesario a fin de facilitar la subida y la bajada, los chassis serán lo más bajo posible dentro del sistema “Ford”, con el mismo objeto. La carrocería modelo tendrá asientos de mimbre y el piso cubierto de hule, para facilitar su diario aseo.
En esto consiste la evolución de los camiones, que se intenta llevar a cabo. Así, cuando en un caso desgraciado se carezca de tranvías, se contará con un agradable y seguro medio de transporte, que podrá ser usado por todos con absoluta confianza.
La educación de los conductores de camiones se ha llevado a cabo con seguridad. Se ha logrado ya que ellos mismos estén convencidos de los beneficios que les reporta respetar las disposiciones del reglamento, y las cumplan al pie de la letra.
No serán ya capaces de lanzarse en carreras desenfrenadas por las avenidas, ni de atropellar a sangre fría a los peatones. Ellos mismos han evolucionado.
Nuevos uniformes
El señor Gobernador ha comprendido que la presentación de los agentes de tráfico y de policía dicen mucho de la importación y de la riqueza de una ciudad moderna. Tomemos en consideración el aspecto de Londres o de París. Son de las ciudades más importantes del mundo. Tal parece que la limpieza de los edificios y de las calles influye de las gentes de toda clase; comerciantes, policías, etc.
O al revés .
Que las gentes influyen en la limpieza de la ciudad.
Una de las más gratas sensaciones es la de encontrar que las personas son de buen aspecto. Tal parece que pierden un poco de su extranjería y de su desconocimiento, y que reciben al que llega de un modo franco y cordial.
Esto influye, naturalmente, en la visión que uno se lleva de la ciudad visitada.
El señor Gobernador, comprendido el importante papel de los agentes de tráfico, ha querido cuidar de su presentación.
Deseando que los uniformes sean de la mejor clase, se ha convocado a los principales sastres para que se presenten modelos, de los cuales se escogerá uno que será definitivamente aceptado.
De esta manera se habrá evitado el favoritismo, y los uniformes serán de la mejor calidad.
No sólo tendrán prestigio los policías por su presentación y su educación, sino también por su número. La encargada de vigilar el tráfico, se ha aumentado compensando los gastos, con el único deseo considerable, sin tener en cuenta lo de garantizar la seguridad de los habitantes de la metrópoli.
En el desierto de los leones
Hasta hace poco se registraban de quince a veinte accidentes graves al mes, en el Desierto de los Leones. Esto era terrible. Por orden del señor Gobernador, el ingeniero Margáin se trasladó al sitio indicado, y puso vigente el reglamento de tráfico, con lo que se ha evitado la mayor parte de las desgracias.
La obra benefactora no se detiene en un pequeño radio. Abarca todo lo que es indispensable que se cuide.
Por todo esto, son dignos de encomio el señor Gobernador del Distrito y el señor ingeniero Margáin, Jefe del Departamento de Tráfico.