Cuando termina de limpiar y cuidar el club de comedia en el que trabaja, Juan se dirige a la trastienda del local y sueña que el público de Nueva York aplaude y ríe después de verlo actuar en el escenario. Enfrentado a la alienación de la Gran Manzana, producto de su condición migrante, es en la bodega y en la soledad que ésta le ofrece donde desdoblarse y soñar que alcanza sus deseos hasta que, en el clímax de la obra, la realidad choque de frente contra él.
Su historia, ficticia, no ha perdido vigencia desde que la obra se presentó por primera vez en México, hace ocho años, durante temporada breve en el Teatro El Galeón Abraham Oceransky. “De hecho, ese montaje se hizo antes de la llegada de Trump. Es importante hablar de esta obra, no sólo por el tema de la migración hacia Estados Unidos, sino por el tema de las caravanas y los migrantes que pasan por México”, cuenta, en entrevista, Ana Graham , codirectora de la obra , “ El síndrome Duchamp ”.
Sin embargo, Graham subraya que el drama de Juan, a quien interpreta el también director de la pieza, Antonio Vega , no se circunscribe, por completo, al conflicto migrante, sino que es universal: el amor, la soledad, la frustración.
Foto: Pin Point
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“Justo con los objetos y artículos de una bodega él construye una serie de personajes que pertenecen a mundos diferentes”. En escena, continúa, la actriz María Kemp interpreta la sombra de Juan, un alter ego que le ayuda a llevar a cabo todos sus planes.
“No fue nuestra intención directa tratar el tema migrante. Lo que queremos es crear un punto de vista diferente donde alejamos al migrante de los estereotipos para hablar de su condición como ser humano”.
El protagonista no es, entonces, un personaje plano —un mexicano en Nueva York —; es un hombre sensible, interesado por el arte, que aprecia la belleza de la ciudad y percibe la incomunicación de la sociedad.
“Se da cuenta de que es una ciudad donde se tiran objetos que están casi nuevos y llega a un conclusión: también se tira gente, pensando en las personas que están en situación de calle y todo lo que ha visto en las calles. Eso nos hace verlo desde todos sus ángulos porque migrar es más que ir a ganar dinero”.
Foto: Pin Point
En la obra, además, se habla de una pandemia imaginaria: el Síndrome de Empequeñecimiento Crónico Migratorio. Ante la deshumanización, los personajes se van sintiendo pequeños. “Incluso hay un personaje que se vuelve cucaracha porque abandonó a su familia. Los títeres los representan a partir de diferentes escalas según lo que golpeó al personaje desde el exterior, pero también son alter egos de Juan. Se trata de una expresión de la vida interior migrante”.
El personaje se encuentra tan sólo que, literalmente, construye a sus propios amigos; muñecos que en su imaginación toman vida y significado.
La estructura de “El síndrome Duchamp” no es lineal, detalla la directora, se cuenta a través de escenas desordenadas en el tiempo e historias paralelas de otros personajes que suceden en la mente de Juan. El clímax se alcanza cuando él, que se comunica con su madre ciega por medio de casetes y le deja mensajes en los que describe un triunfo y una felicidad inexistentes, se ve forzado a elegir entre decirle la verdad o continuar con la mentira.
“El tema concreto son las emociones complejas del ser humano. Cualquier persona se puede sentir relacionada con las necesidades del personaje principal. Hubo gente que la vio hace ocho años y dijo: tengo miedo de verla, qué tal que ya no me gusta ahora. Pero la obra también cambió porque después de ocho años también cambiamos como artistas y buscamos reflejar cosas distintas”.
La actriz Concepción Márquez hace la voz de la mamá de Juan.
Además, en el lobby del Foro Lucerna (Lucerna 64, Juárez), su sede teatral, se montó una pequeña instalación artística conformada por los objetos que surgen del imaginario del personaje principal. “Hay títeres que literalmente son del tamaño de la cabeza de un alfiler y el público puede verlos”.
La obra estará hasta el 12 de marzo, jueves y viernes, a las 20:30 horas; sábados, a las 19:00 horas y domingos, 18:00 horas.
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melc