“El secreto de Marcial”, la novela con la que el escritor y periodista argentino Jorge Fernández Díaz ganó el Premio Nadal de Novela 2025, no sólo es un homenaje a los migrantes asturianos que llegaron a Argentina en busca de un futuro, también es un reconocimiento a las películas que formaron la memoria sentimental de esos nuevos latinoamericanos, pero sobre todo es un mensaje de amor entre padre e hijos que no lograron superar una comunicación filial en vida o si lo hicieron fueron a través del cine, el futbol o la cultura.
"Hace más de 20 años escribí "Mamá", una crónica novelada basada en entrevistas a mi madre, 50 horas de entrevistas a mi madre, una migrante asturiana, mi padre era más hermético, quedó como desplazado un poco por ella y vivía como fuera de la familia o en los bordes de la familia, vivía más en el centro asturiano de Buenos Aires y en el bar donde se dejó la piel y la vida, más ahí que en nuestra propia familia" señala Fernández Díaz.
Y es que "El secreto de Marcial" tiene como origen y corazón la idea de que cada padre es un enigma, y todo hijo necesita resolverlo. El protagonista de la novela, que es el propio Fernández Díaz, un escritor, miembro de la comunidad española en Buenos Aires, que intenta descifrar la verdadera personalidad de su padre años después de su muerte. Un padre que, como tantos hombres de su época siempre tuvo dificultades para comunicarse con su hijo, a quien castigó con años de silencio y disgusto al descubrir su pasión literaria y el único vínculo entre ellos fueron las películas del Hollywood clásico que veían por televisión, una educación sentimental llena de sutilezas y malentendidos.
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Dice Jorge Fernández Díaz que en "Mamá", un libro que se convirtió en un suceso, su padre era un capítulo de la historia y de alguna manera representaba la idea de que su padre había sido un personaje secundario. "Cuando murió en 2005, en el cementerio vimos que había un montón de desconocidos que lloraban desconsoladamente como nosotros y me intrigó; mi padre no era nada especial, no era un masón, ni un espía, nada heroico, ni siquiera tenía una doble familia, nada de eso, simplemente que había vivido muchas cosas por fuera. Y también el libro lo que plantea es una pregunta inquietante, ¿quién es nuestro padre? Es una pregunta subversiva", afirma el escritor.
Por supuesto tiene claro que como en toda familia hay secretos importantísimos que influyen sobre la familia que nunca se conocerán. Hay cosas que se saben, pero que no se dicen siquiera. "Es decir, es un relato armado por todos nosotros de consenso más o menos al que Freud llama la novela familiar, la novela, en sentido ficcional y yo creo que develar esa novela es encontrar nuestras propias identidades y encontrarnos a nosotros mismos. Y entonces me empezó a perseguir la idea de que de que tenía que escribir sobre Marcial siendo que Marcial estaba muerto, que sus amigos estaban muertos y se habían llevado la tumba sus rituales secretos", apunta el también autor de novelas negras.
Jorge dice que su padre no podía tener un vínculo directo con su hijo, lo que podía era tener un vínculo oblicuo a través de una serie de películas que veían en un televisor en blanco y negro en el viejo Palermo pobre de clase media baja de Buenos Aires, "donde yo que era un niño y él que era alguien que había sido trasplantado directamente de una aldea a Buenos Aires y que no conocía el mundo. Nos sentábamos ahí todos los sábados y veíamos el ciclo de películas de Hollywood en castellano, básicamente las películas que habrán visto los mexicanos también en blanco y negro, del Hollywood del 40, del 50 y un poquito del 60, que fue una edad dorada del cine".
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El autor de "El puñal" y "La traición " asegura que siempre ha dicho que los eres humanos no solo somos lo que comemos, sino somos lo que hemos visto cuando éramos jóvenes, cuando éramos niños, "lo que veíamos en los ojos de nuestros padres cuando veíamos esas películas y bueno, que no está suficientemente estudiado el impacto en nuestra en cómo modeló nuestra conciencia ese melodrama maravilloso del cine de oro. Y esas películas mi padre y yo las descubríamos juntos".
El también periodista agrega: "mi padre hallaba en las películas la forma de aconsejarme. Cuando quise irme a la guerra de las Malvinas mi padre me citó en el bar y me dijo: 'te acuerdas de aquella película en blanco y negro de tres combatientes que volvían de la guerra, de la Segunda Guerra Mundial y uno de ellos le faltaba los brazos y usaba un nuevo gancho por mano?' Lo que me quería decir mi padre es 'tiene consecuencia la guerra', pero era incapaz de decirlo cara a cara y eso fue muy muy impresionante".
Dice que en la escritura de la novela e indagando la historia de su padre, fue recordando esas 200 películas de nuevo, "esta no es una novela cinéfila, no es una novela para expertos, yo cuento el impacto de las películas y no cuento las películas. Pero sí que es una novela sobre esa educación sentimental de un padre y un hijo", señala el escritor que acepta que al escribir la historia de su padre y su relación con él como hijo, también hace un repaso de la historia argentina y lo que les tocó sobrevivir o vivir o enfrentar, dejando una guerra, entrando a otra guerra, a otra dictadura, pero en la que nunca hubo un desligue de España de Asturias.
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"Trata, por supuesto, de toda nuestra vida de ese esos problemas que los hijos y nietos de los españoles que emigraron tuvieron con un país de adopción que lo recibió bien, pero después fue una catástrofe. La Argentina es una catástrofe, muy poco estudiada, tenemos una decadencia sostenida en el tiempo a través de las décadas es terrible. Vinieron aquellos inmigrantes a hacerse en América un país que resultó ser una gran frustración y que trajo muchas tragedias para para ellos mismos", concluye el narrador y periodista.