“Definitivamente, los sistemas de seguridad del no son los mejores”, afirma Graciela de la Torre, académica, historiadora y exdirectora de museos mexicanos como el Nacional de San Carlos, el Nacional de Arte y el Universitario de Arte Contemporáneo.

Con el anuncio del de la colección de la corona francesa al Museo del Louvre ayer a plena luz del día —entre las 9:30 y las 9:40 am—, en tan sólo cuatro minutos, según la ministra de Cultura, Rachida Dati, a manos de un “comando” de cuatro personas encapuchadas que huyeron en scooters, quedan evidenciadas las anomalías en sus sistemas de seguridad, la vulneración de un patrimonio de valor incalculable (“es un atentado contra un patrimonio que apreciamos porque forma parte de nuestra historia”, en palabras del presidente de Francia, Emmanuel Macron) y las deficiencias que tienen que enfrentarse en materia de seguridad en los museos franceses.

El robo al Louvre, el museo más visitado del mundo, sucedió media hora después de la apertura, con la presencia de visitantes y entre las quejas del personal por la necesidad de aumentar la plantilla de seguridad y el hecho de que se ha vuelto insostenible el aumento en el flujo de asistencia que registra (en junio cerró sus puertas por una protesta al respecto). Los hechos sucedieron a 250 metros de la Mona Lisa, sirviéndose de un camión con montacargas que permitió subir por una fachada del museo para después forzar una ventana, romper vitrinas y huir con las piezas ayudándose de discos para cortar con los que amenazaron a los guardias, quienes, por protocolo, evacuaron a la gente en la sala. El camión en el que llegaron fue incendiado fallidamente y abandonado junto al museo.

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Entre lo robado están dos diademas, una de la reina María Amelia y la otra de la reina Hortensia; un collar del conjunto de zafiro de las mismas reinas; un pendiente de ese mismo conjunto; un collar de esmeraldas de la reina María Luisa; un par de pendientes de esmeralda de María Luisa; un broche; una diadema de la emperatriz Eugenia; y un broche de la misma emperatriz.

Las piezas estaban en dos vitrinas de la Galería de Apolo del museo, una conocida como la de los diamantes y otra que contenía joyas del Segundo Imperio y en esta última estaba la corona de la emperatriz Eugenia de Montijo, la esposa española del emperador Napoleón III, que, de las nueve piezas sustraídas por el comando, esta corona fue la única que se les cayó, y que las autoridades recuperaron con daños. La fiscal de París, Laure Beccuau, declaró que el móvil puede ser el encargo de un coleccionista, aunque la intención también puede ser separar las piedras preciosas y venderlas; según sus datos, huyeron en dos motos tras siete minutos de su llegada y el vehículo pudo ser robado o alquilado con una identidad falsa. El museo permanece cerrado, mientras el caso se investiga.

En su cuenta de X, el presidente Macron escribió: “El robo cometido en el Louvre es un atentado contra un patrimonio que apreciamos porque forma parte de nuestra historia. Recuperaremos las obras y los responsables serán llevados ante la justicia. Se está haciendo todo lo posible, en todas partes, para lograrlo, bajo la dirección de la fiscalía de París. El proyecto Louvre Nouvelle Renaissance, que lanzamos en enero, incluye una mayor seguridad. Garantizará la preservación y protección de lo que constituye nuestra memoria y nuestra cultura”.

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El propio ministro de Interior de Francia, Laurent Nuñez-Belda, reconoció, tras el robo al Museo de Louvre, la “vulnerabilidad” de las instituciones culturales. Ha desplegado un plan de seguridad para abordar estos problemas, teniendo como contexto que Macron había anunciado hace unos meses una inversión de 700 millones de euros para la modernización de la infraestructura del Louvre.

“Son unos genios”, retoma la palabra De la Torre y pone como ejemplo los robos cometidos por Vjeran Tomic, el escalador y llamado 'hombre araña' de París. “Son unos genios. Ahí había alarmas que no estaban funcionando. Y estos se aprovecharon de un montacargas... En primer lugar, tienen sistemas de seguridad muy falibles, que tendrían que revisar; no tienen sistemas de seguridad suficientemente confiables para la cantidad de público que reciben y el tipo de acervo, los tesoros, por así decirlo, que tiene ese museo”.

De la Torre especula que un robo de este tipo parece que fue hecho por encargo: “Lo más probable es que ya tienen un comprador asegurado. No creo que haya cómplices, estoy especulando, pero creo que más bien fallaron los sistemas de vigilancia”. Señala que seguramente hay un vasto mercado negro, tal como sucede de este lado del mundo “con las piezas prehispánicas”.

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En los últimos meses, los museos de Francia han sufrido una oleada de robos en los que se han hurtado desde pepitas de oro hasta piezas de cerámica y, por supuesto, piezas de alto valor.

El más reciente, antes del robo del Louvre, ocurrió la noche del 16 de septiembre en el Museo de Historia Natural de París, cuando se robaron pepitas de oro valoradas en 600 mil euros de la galería de geología y mineralogía. Un grupo de delincuentes irrumpió en el edificio, cortó una puerta de emergencia y rompió una vitrina de seguridad que contenía varias pepitas de oro “algunas de los siglos XVIII y XIX, con un peso total de unos 6 kg, incluyendo una pepita de 5 kg hallada en Australia y adquirida hace unos veinte años”, declaró entonces, Emmanuel Skoulios, subdirector general del Museo Nacional de Historia Natural.

Días antes, la noche del 3 de septiembre, delincuentes robaron, en apenas unos minutos, tres piezas de cerámica china valoradas en, al menos, 6.5 millones de euros del Museo Adrien-Dubouché de Limoges. Aunque sonó la alarma, lo que provocó la intervención de los guardias, los ladrones lograron robar tres piezas antes de huir. Tras el robo, investigadores concluyeron que se trató de un robo selectivo y una orden ejecutada por un equipo de profesionales.

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En noviembre del año pasado, el Museo Cognacq-Jay fue asaltado a plena luz del día por un grupo armado que utilizó hachas y bates de béisbol para llevarse valiosas piezas de oro y con piedras preciosas o semipreciosas, valuadas en al menos un millón de euros. Varias de las joyas habían sido prestadas por el Museo del Louvre, las Colecciones Reales del Reino Unido y el Museo Victoria & Albert.

Un mes antes, en octubre de 2024, el Museo Jacques Chirac, ubicado en Sarran (Corrèze) fue objeto de un robo a cargo de cuatro hombres con pasamontañas, que entraron al museo mientras estaba abierto; con una escopeta y varias armas blancas, amenazaron al personal de recepción y a varios visitantes e intentaron robar varios lienzos, pero finalmente el robo fue frustrado y fueron detenidos. Pese a ello, dos días después, el mismo museo fue objeto de otro robo cuando varios delincuentes lograron entrar en él y robar varios objetos valiosos, entre estos relojes y joyas, valorados en más de un millón de euros.

De la Torre recuerda que cuando ella dirigió el Museo Nacional de San Carlos (1977-1989) cinco obras fueron robadas y, después de unos meses, aparecieron en casa de un ladrón de objetosmenores: “Estoy segura de que éste también se trató de un robo por encargo. A un director, después de un incendio, es lo peor que le puede pasar. Esto es una llamada de alerta para los museos mexicanos. Habrá que preguntarnos si tienen alarma, suficiente vigilancia y si están capacitados”.(Con información de agencias)

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