En el linde que separa la Cineteca Chapultepec del camino que va hacia el Campo Militar 1-F y la Bodega Nacional de Arte sólo hay escombros. Los albañiles pasan con su carga de material. Salvo alguna perforadora, ya no se ve maquinaria pesada. En el punto de fuga que es la Línea 3 del Cablebús, a unos metros de la salida, sobre el letrero que anuncia la estación, está un trazo: marcas de plumón dejadas. Pero esto es casi un detalle insignificante frente al estado de las obras de la Cineteca Chapultepec que abrieron al público, en un evento oficial, en la última semana de septiembre.
A más de 50 días de ser inaugurada y bajo la tentativa de reducir un 28% el recurso para Cultura (4 mil 673 millones de pesos menos), anunciada en el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PPEF) 2025, la Cineteca tiene, con sus tres sedes (Coyoacán, Centro Nacional de las Artes y Chapultepec), nuevas responsabilidades.
La propuesta de disminución general se debe, según la secretaria de Cultura, Claudia Curiel, a que el Proyecto Chapultepec ya no se contempla en el presupuesto de 2025. Una disminución que, de aprobarse, tocaría al Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), implicado en acabar y mantener las obras de la Bodega Nacional de Arte.
No es necesario, en teoría, el presupuesto para una obra entregada, pero un reto se vislumbra: que a los trabajos sustantivos no los afecten las futuras necesidades de la Cineteca y la Bodega Nacional.
En el caso de la Bodega Nacional, de la cual Curiel declaró que se entregaría en enero, es difícil saber su estatus porque su acceso es infranqueable. Una semana después de que el Proyecto Chapultepec fuera inaugurado, se tomaron fotos de la obra que hacen parecer poco probable la apertura al público.
De vuelta al linde entre la Cineteca y la Bodega, el escombro continúa a la vista, en el camino hasta los escalones de la nueva sede del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC): tierra que parece el residuo de un pequeño deslave, bolsas negras que envuelven materiales, fosas rellenas con palos de madera, cubetas tiradas, alcantarillas abiertas detrás de barreras viales de plástico naranja para evitar accidentes. Al preguntarle cuándo concluirán las obras, un trabajador se limita a levantar los hombros y responder que nadie le ha dicho nada. La primera escala imposible es el CCC.
En la explanada de la nueva Cineteca hay rectángulos, tapas de cemento levantadas. Rumbo al Foro al Aire Libre, el baño está cerrado y, metros antes, una hoja impresa poco visible anuncia el inconveniente. Son las 12:20 horas, tiempo de la primera función, pero sólo entra un grupo de cinco muchachos y se va una pareja; el silencio, atípico para un cine que al lado tiene un terreno baldío que no forma parte del proyecto. La señalética prohíbe ir en bicicleta o patines.
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De regreso, el interior de la Cineteca parece una especie de museo vacío. Sus accesos, bloqueados con cinta amarilla, trazan sólo un camino que desemboca en el segundo sanitario. Es un hecho, será la más bella de las tres cinetecas, pero no ahora, que no tiene librería, tiendas, restaurantes, pantallas para consultar la cartelera y taquillas; no ahora, sin lugares para sentarse, con el ruido de fondo de las obras.
Acá también se ven grupos de trabajadores que llevan carretillas. Otros trabajadores acomodan detalles de lo que será una muestra sobre “El automóvil gris” y “Santa”. El acceso es tan limitado que al guardia le extraña que alguien pase y, si función, la única razón para hacerlo es decir que se va al sanitario.
Dos chicas le preguntan a la gente de la entrada qué se puede ver. La respuesta es que, a esa hora del día, sólo está el foro al aire libre. De las ocho salas que conforman el complejo, una sola y el foro funcionan. La gente puede permanecer hasta las 18 horas porque a las 19 cierra la estación “por seguridad”. En el foro, las funciones, en las que se proyectan cortometrajes, son desde las 12 hasta las 17:30 hors; en la sala disponible empiezan a las 16 y como no hay dulcería, la gente debe llevar sus palomitas y refrescos. Tampoco hay Internet y la red de la capital es inestable. A tres semanas de que acabe el año, ningún trabajador sabe cuándo será la entrega de un lugar que aún no disponible.
A pesar de que su protocolo de entrega federal ya está consumado, la terraza, galería, videoteca, librería y el centro de documentación; las cafeterías, dulcerías y restaurantes; la escuela de cine y el Centro de Formación y Producción Artística hoy siguen siendo una promesa. Si bien, el lugar contempla un elevador, las cintas amarillas limitan el acceso a la única rampa.
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El grupo de adolescentes termina de ver la proyección y camina hacia la estación. Los jóvenes dicen que no esperaban más, que son conscientes de que el proyecto está inconcluso. A las 13 horas, en el foro, cuya capacidad es para más de 300 espectadores, hay siete usuarios.
Para cualquier usuario que no esté inmerso en la era digital, la falta de pantallas con la cartelera representa una desventaja. El programa (horarios y la leyenda “selección de cortometrajes”) es limitado incluso en la página web. En dos horas hubo 15 personas en el lugar.
Pero la accesibilidad no se limita sólo a la entrega de obras. El camino al Cablebús es infranqueable para alguien con movilidad limitada. Una vía sinuosa, desigual, cubierta de tierra, granito y restos de raíces.
“Ya hemos escuchado que no hay nada terminado”, dicen dos chicas que van por el camino. Se conforman con el paseo aéreo y la caminata al aire libre en un sitio tranquilo. A una rampa improvisada, que conecta el final del camino con la estación, le siguen grandes, incómodos escalones hechos con lajas de madera rellenas de grava. Sobre la cabina del Cablebús sí puede viajar alguien en silla de ruedas, pero ésa es otra historia.
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Proveniente de León, Guanajuato, Alma Rosa, una mujer de 58 años de edad que acaba de bajar de la estación, vuelve sobre sus pasos al poco tiempo. No sigue porque entre los trabajos de los albañiles y el ruido de las obras, el camino le parece “sombrío”.
El punto final del Proyecto Chapultepec deja sobreentendido que no se requieren más recursos; que equipamiento e instalación, idealmente, están contemplados en el marco del año fiscal y como parte del presupuesto 2024. A menos de un mes, dejan preguntas en el aire los límites entre lo entregado y lo último que se destinó al Proyecto.
Sobre el tema, la Secretaría de Cultura respondió a EL UNIVERSAL: “La Cineteca Nacional Chapultepec y la Bodega Nacional de Arte quedarán terminadas en cuanto a obra el presente año. Se están afinando detalles de conexiones de sistemas eléctricos e hidrosanitarios, probando capacidades de voltaje e instalando las plantas de emergencia. Asimismo, se está haciendo una labor de desazolve del drenaje en la Cineteca para dejar en marcha. En el primer trimestre del año se terminará de equipar la Cineteca, así como la Bodega. En esta última, se trabaja actualmente en el edificio de control al que pronto terminará de conectarse el sistema de detección temprana de las bodegas y áreas de resguardo de obra. Aún falta por terminar el último conector entre edificios y limpiar las áreas libres y comunes”.
Y ayer por la noche agregó: “Se está teniendo las reuniones de seguimiento necesarias con la Ciudad de México para poder establecer fechas de entrega total de obra, de la Cineteca Nacional Chapultepec y de la Bodega Nacional de Arte. Se está probando los inmuebles y ajustando o completando detalles que surgen con el uso de los espacios. Ambas infraestructuras forman parte también de una vialidad externa que se está terminando. El recurso destinado a las obras de Chapultepec que se ejerce aún en 2024 es con el que se cerrará el proyecto, de acuerdo con lo planeado”.
En enero, indica, se estará en posibilidades de acondicionar la Bodega Nacional en su totalidad.