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El británico John Clarke, el francés Michel H. Devoret y el estadounidense John M. Martinis ganaron el premio Nobel de Física por sus investigaciones en el campo de la mecánica cuántica.
El trío fue galardonado “por el descubrimiento del efecto túnel cuántico macroscópico y la cuantización de la energía en un circuito eléctrico”, señaló el jurado.
La mecánica cuántica estudia el comportamiento de la materia y la energía a escalas extremadamente pequeñas. El “efecto túnel cuántico” se produce cuando una partícula atraviesa una barrera que parece imposible gracias a las reglas de la mecánica cuántica, lo cual no supone una violación de las leyes de la física, sino que sigue las de la física cuántica.
Las partículas cuánticas se comportarían no como una “bola”, tal y como se encuentra en el mundo físico, sino como una onda que puede extenderse y superar barreras aparentemente imposibles.
Por ejemplo, a escala macroscópica, cuando una pelota golpea una pared, rebota. Pero a escala cuántica, una partícula puede atravesar directamente una pared equiparable.
Los galardonados fueron distinguidos por experimentos realizados en los 80 que demostraron que el efecto túnel cuántico también puede observarse a escala macroscópica usando superconductores.
En una serie de experimentos, ellos demostraron que “las extrañas propiedades del mundo cuántico pueden hacerse patentes en un sistema lo suficientemente grande como para caber en la mano”, afirmó la Real Academia Sueca de Ciencias en un comunicado.
El Comité del Nobel destacó que estos hallazgos “han allanado el camino al desarrollo de la próxima generación de tecnologías cuánticas, en particular la criptografía cuántica, los ordenadores cuánticos y los sensores cuánticos”.
“Es maravilloso poder celebrar cómo la mecánica cuántica, con más de un siglo de antigüedad, sigue ofreciendo sorpresas”, dijo Olle Eriksson, presidente del Comité del Nobel de Física. “También es enormemente útil, ya que la mecánica cuántica es la base de toda la tecnología digital”, añadió.
Clarke, de 83 años, enseña en la Universidad de Berkeley, en California. Devoret, de 72, es profesor en la Universidad de California, y profesor emérito en la de Yale. Martinis, nacido en 1958, está ligado a la Universidad de California.
“Por decirlo suavemente, fue la sorpresa de mi vida”, declaró Clarke a los periodistas por teléfono al enterarse de la noticia. “Nunca se me ocurrió que esto [aquel trabajo de la década de 1980] pudiera ser la base de un Nobel”, añadió.
Clarke, que lideró los experimentos, se mostró muy agradecido por la colaboración de Devoret y de Martinis: “Este descubrimiento nunca habría podido ocurrir sin sus aportaciones”.
Cuando se le preguntó cómo habían repercutido sus descubrimientos en la vida diaria, Clarke destacó que estaba hablando con el público a través de su celular. “Una de las razones fundamentales por las que funciona el celular es gracias a todo este trabajo”, dijo.
El Nobel de Física es el segundo de la temporada. Los ganadores reciben un millón de dólares. (Agencias)