En la historia del diseño en México han destacado nombres como Lance Wyman, Pedro Ramírez Vázquez, Ramón Valdiosera y Michael van Beuren. El legado de estos hombres ha sido documentado en libros y exposiciones en múltiples ocasiones, ¿pero qué hay de las mujeres? Por primera vez se aborda el diseño en México con perspectiva de género en el libro "Diseño en femenino", que documenta el trabajo de mujeres que hicieron diseño en el país, desde la mitad del siglo XX hasta la actualidad.
“En este enorme universo de diseño en México hay tantas mujeres y no estaban reflejadas ni en los libros ni en las exposiciones y ni siquiera en la memoria. Nos dimos cuenta que de las diseñadoras de los años 40 y 50 ni sus familias conservaban sus retratos. Fue muy revelador porque no sólo no están en los libros ni se reconoce su trabajo, sino que además las propias familias no han guardado su trabajo ni sus fotos”, indica en entrevista Ana Elena Mallet, curadora especializada en diseño.
La investigadora explica que al hacer la exposición que abarcó 50 años de diseño en México, Una modernidad hecha a mano, en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) en 2022, se dio cuenta en su investigación que había poca información sobre mujeres diseñadoras. Eso la llevó a emprender el proyecto de Diseño en femenino como exposición para el Museo Franz Mayer, junto a Pilar Obeso, curadora y diseñadora textil y de moda. A un año de haber estado en salas, la investigación ahora se publica en un libro que lleva el mismo título de la muestra, editado por Fauna.
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Mallet y Obeso dimensionaron el tamaño de la brecha que había en lo académico y en el conocimiento en general sobre la difusión de lo que habían y han hecho las mujeres en el diseño. Esta brecha se inició porque en el siglo pasado, el diseño sólo se veía como una actividad relacionada a lo industrial, que se asociaba a lo masculino.
El libro no va en orden cronológico y está dividido por temas, entre los que se encuentra la relación de lo doméstico en el diseño “femenino”, lo artesanal, Acapulco, como epicentro del diseño en el siglo XX; los juegos olímpicos de 1968 en México, como detonante del diseño en México; moda, joyería, textil, cerámica, comunicación visual y perspectiva de género.
Son 112 diseñadoras y grupos que son presentadas en el libro, entre ellas Anndra Neen, diseñadora de accesorios; María Conejo, ilustradora; Emma Gavaldón v.L. Boomkamp, diseñadora textil y de vidrio; Frida Escobedo, arquitecta; Graziella Díaz de León, ceramista; Julia y Renata, diseñadoras de moda; Cynthia Sargent; diseñadora textil; Cecilia León de la Barra, diseñadora industrial; Maricris Herrera; diseñadora editorial; Annette Nancarrow, diseñadora de joyas, y Clara Porset, diseñadora industrial.
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Factores de impacto
Pilar Obeso explica que a mediados del siglo XX, las diseñadoras en la época moderna empezaron a trabajar en áreas del diseño que, de alguna forma, se esperaba que hicieran las mujeres en ámbitos más domésticos, como lo textil y la cerámica, en espacios dentro del hogar, pero que no irrumpían con sus actividades de cuidados, como talleres. “Cosas que de alguna forma se podían hacer en sus tiempos libres, siendo amas de casa, lejos de la gran escala y lo industrial. Son estas mismas diseñadoras modernas que en su momento desafían esta noción”.
El ejemplo más claro es Clara Porset, quien fue de las primeras mujeres en teorizar sobre diseño a nivel Latinoamérica y luchar porque en el campo académico se viera a la mujer más allá de la decoración y lo doméstico. Fue a partir del trabajo de Porset que a las mujeres se les empezó a considerar como “diseñadoras” y de ahí continuó el desarrollo: se fundó la primera licenciatura de diseño industrial en los años 60 en la Universidad Iberoamericana, María Aurora Campos Neumann fue la primera mujer en titularse como diseñadora en México. Después, el fenómeno que fue el diseño gráfico de los Juegos Olímpicos de 1968 impulsó a que el diseño fuera visto como una profesión.
Las curadoras concuerdan en que el feminismo ha tenido un impacto relevante en este campo, pero que sus efectos son relativamente nuevos. Por ejemplo, Obeso dice que hasta hace 15 años, cuando estudió diseño de modas, en el programa de estudios faltaba presentar a diseñadoras en las clases de historia. “Desde la educación es clave y no se discutía. Hasta que empecé a trabajar mi investigación, conocí a muchas diseñadoras y creo que es importantísimo que entendamos quiénes estuvieron antes que nosotras”.
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“Siempre me viene a la cabeza, que los excusados fueron diseñados para que se sienten hombres, por eso siempre nos quedan grandes. El modulor de Le Corbusier (sistema de medidas creado por el arquitecto), los objetos para el hogar, las ciudades y el transporte público se diseñaron a partir de la medida de los hombres y todo eso lo hicimos consciente hasta hace dos décadas. Esta idea del diseño a partir de la perspectiva de género y pensar en los diseños para mujeres, para las infancias, para las capacidades especiales, lo ha traído el feminismo”, suma Mallet.
El peso de las palabras
“Lo femenino desafía la impersonalidad de la producción industrial a gran escala”, “doméstico”, “decoración” y “artesanal” son algunas palabras e ideas que se encuentran a lo largo del libro. Mallet y Obeso explican que para ellas, elegir las palabras en este libro no fue un tema a la ligera y que incluso tuvieron la oportunidad de repensar los postulados que presentaron en la exhibición del Franz Mayer.
“Estas palabras importan en estos contextos. Todo esto sigue en evolución. Clara Porset decía que no era decoración sino diseño de interior porque hay una suerte de disciplina científica en el proceso. Había palabras que se asociaban a lo femenino con el ánimo de denostar”, dice Mallet.
En esta reflexión sobre el peso de las palabras entra el tema de la distinción entre artesanía y diseño. El término “diseño” llegó algo tarde a México, ya avanzada la segunda mitad del siglo XX, por lo que las creadoras del pasado se hacían llamar artistas o artesanas, pero como una mala traducción de craft, es decir lo hecho a mano, explica Mallet.
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“Muchos términos generados previos a que existiera el diseño como profesión, como arte popular, son términos coloniales. Hoy en Latinoamérica se habla más bien de diseños otros, del Sur global, se están abriendo otros campos semánticos Las artesanas son diseñadoras porque están diseñando objetos para la vida cotidiana, para mejorarla. Hay que integrar estos otros diseños a la historia”, dice Mallet.
Pilar Obeso destaca que los conceptos “artesano” y “artesanía” persistirán porque están arraigados, “sobre todo en comunidades indígenas, donde hablamos de procesos que son parte de un linaje”.