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La ciencia también es un aliado para preservar la seguridad nacional. El Laboratorio de Observación de la Tierra (LANOT) es un sistema de recepción y procesamiento de imágenes satelitales del territorio nacional que, además de generar investigación científica, permite planificar estrategias en la prevención de desastres y protección civil.
Para México, que registra en promedio 8 mil incendios forestales al año, intensa actividad volcánica y cuya temporada de huracanes se prolongan cada vez más, este sistema de vigilancia es vital. El LANOT pertenece al Instituto de Geografía de la UNAM, pero recibe gran parte de su presupuesto del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
Aunque la convocatoria que financia la red de laboratorios nacionales tuvo que emitirse los primeros días del año, la nueva administración del Conacyt, a cargo de María Elena Álvarez Buylla, aún no la publica.
LANOT comenzó sus actividades en 2018 y Conacyt le otorgó 3 millones de pesos, presupuesto que hoy es incierto. “Surge de la necesidad de continuar recibiendo imágenes satelitales para estudios de vegetación, temperatura de la Tierra y fenómenos meteorológicos. Se decidió adquirir un nuevo sistema para recibir datos del satélite Goes 16, el más avanzado hasta el momento”, comenta Jorge Prado, coordinador del LANOT.
Este laboratorio obtiene información de ocho satélites, entre los que destaca el Goes 16, que es geoestacionario (se desplaza a la misma velocidad que la Tierra) y se encuentra a 36 mil kilómetros de altura, lo que le permite tener una cobertura del disco completo del planeta e imágenes de Norteamérica cada cinco minutos.
Gracias a este sistema de recepción es posible monitorear las condiciones climatológicas y proporcionar un reporte a la Marina, dependencia que se encarga de las alertas de navegación por huracanes y ciclones.
En el país hay 12 volcanes activos, por lo que su monitoreo es vital. Prado explica que debido a la actividad del Popocatépetl se han generado “grupos de investigación que desarrollan una alerta temprana de cenizas volcánicas. Han elaborado un algoritmo para detectar de manera automática las exhalaciones.
“Es imposible determinar cuándo hará erupción un volcán. Con estos cálculos podemos saber la cantidad de ceniza que expulsará y hacia dónde irá, para que se elabore un plan de protección civil”.
Goes 16 ofrece imágenes del terreno con un acercamiento máximo de 370 metros, lo que contribuye a la detección de puntos de calor, lo cual ayuda a la detección temprana de incendios forestales, indica Prado.
Cuando el LANOT detecta un punto de calor de tamaño considerable (tan grande como un incendio o el inicio de uno) se le da el aviso a la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) por el impacto que estos siniestros pudieran tener, o en su caso a la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP).
Los satélites envían a las antenas de recepción del LANOT (tres en total, en la azotea del centro de operaciones) la información “estándar”, es decir, sin ningún tipo de modificación, por lo que los investigadores de este laboratorio, en el que participan una veintena de científicos, realizan una importante actividad: adaptarlas a las necesidades mexicanas: “Nuestra labor, además de la investigación científica y de la recepción de imágenes, es el procesamiento. Los datos que recibimos de los satélites [propiedad de Estados Unidos] no están refinados para las condiciones de nuestro país, por lo que realizamos un trabajo de interpretación con algoritmos que se adaptan a las necesidades de nuestros usuarios”, explica Prado.
Beneficios para la sociedad. Al ser un laboratorio nacional, una de sus principales actividades es la investigación científica aplicada en beneficios para la población. Actualmente, el LANOT realiza junto al Instituto Mexicano de Tecnología del Agua, la Universidad Autónoma del Estado de México y la Autónoma de San Luis Potosí, una evaluación sobre la sequía en diferentes regiones del país. “Además de un monitoreo en los cambios de la vegetación y cosechas, con el objetivo de una predicción de producción agrícola.
“Este monitoreo consta de una evaluación continua a los cambios climatológicos [sequías, frentes fríos u otros fenómenos que afecten a la cosecha] y, utilizando la potencia del Goes 16, a las condiciones de la propia vegetación”, detalla Prado.
Víctor Magaña, adscrito al LANOT, realiza una investigación que generará modelos para identificar el comportamiento del clima en una región determinada. Estos avances permitirán precisar la cantidad de lluvia que caerá en un área y junto a un modelo digital del terreno servirá para alertar a la población de una inundación.
Cooperación internacional . “Uno de nuestros objetivos es convertirnos en un centro de distribución regional de imágenes satelitales.
“Proveer imágenes a otras zonas como Centroamérica y el Caribe no nos generaría ningún costo extra, sólo tendríamos que realizar una adaptación. Esta información sería muy útil en Centroamérica, porque han tenido problemas con la actividad volcánica y con huracanes, pero no tienen la infraestructura necesaria”, añade.
Otro de los propósitos del LANOT es poder recibir imágenes de los satélites del sistema Copérnico de la Unión Europea, el cual es de órbita polar con 10 metros de resolución y con banda infrarroja, lo que complementaria a las que ya reciben.
Prado recalca que la labor del LANOT es fundamental para las alertas tempranas de desastres naturales, por lo que la demora del Conacyt en asignar recursos le preocupa: “Estamos conscientes de las obligaciones que tenemos que cumplir para merecer la renovación que emite Conacyt, pero ellos son muy importantes en nuestro financiamiento y no sabemos para cuando pueda salir la convocatoria”, comenta.