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Guadalajara, Jalisco.- Dacia Maraini (Italia, 1936), considerada la gran dama de las letras italianas, conoció el concepto de justicia e injusticia siendo niña, lo abrevó de su padre antropólogo, y de su madre pintora, de ellos también descubrió la pasión por la lectura y la escritura, el amor por la cultura, la identidad y la lucha a favor de las mujeres. También de ellos y de su paso por un campo de concentración en Japón, que no de exterminio, halló la conciencia que sobre todo hay que buscar la civilidad y el diálogo, y destruir el deseo de venganza y de ir en contra de lo diferente.
La intelectual que tuvo la fortuna de vivir la época de esplendor de la cultura italiana contemporánea y que le tocó convivir con creadores como Pier Paolo Pasolini, Umberto Eco, Alberto Moravia y Elsa Morante, fue la encargada de abrir el Salón Literario Carlos Fuentes, que es el segundo evento más importante de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, que inició el pasado sábado y concluirá el domingo 3 de diciembre, teniendo como Invitada de Honor a la Unión Europea, de la que se siente absolutamente parte.
Dacia Maraini aseguró que hubo tres conquistas importantes en Europa: la primera fue la paz, “Europa demostró que cuando uno se une puede lograr la paz”; la segunda, el Erasmus, “un sistema de intercambio de jóvenes que pueden estudiar en varios países y que nos ha abierto el mundo”, y el tercero, es el euro, “el euro es fundamental; probablemente muchos países europeos ya estarían en quiebra si no existiera el euro”, afirmó.
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Para la narradora y ensayista, Europa ha dado un ejemplo de gran riqueza y de gran inteligencia política, y aunque no escapa de los problemas, ha logrado encontrar otra alternativa. “Yo trato de defender la idea de lo que nació en Europa, que es la unidad, es una idea de intercambio, donde la identidad no es única y monolítica, esta es una red, esta es una grandeza en Europa, yo creo que vale la pena defenderlo con todo. Creo que Europa y México podrían perfectamente estar de acuerdo y hacer uniones, porque además son pueblos que tienen mucho en común, porque además México está hecho de muchos europeos, por lo tanto, hay una absorción de los temas y de la cultura europea, y hay cosas que se pueden hacer juntos y ese es un proyecto por el futuro”.
En la conversación que sostuvo con la escritora mexicana Guadalupe Nettel, la italiana habló también sobre la guerra, el feminismo y la migración. Mucho sobre literatura y sobre educación, sobre la crisis de las sociedades y sobre la necesidad de una convivencia y puntos de encuentro. “Hoy el mundo vive con sociedades en crisis, donde el diálogo se ha perdido”, afirmó.
Habló de la violencia y de la guerra: “La venganza es fácil, es inmediata: ‘yo disparo, lanzó bombas’, pero la justicia civilmente siempre es superior a la venganza; cada pueblo debería entender esto que es fundamental. Para mí hay que buscar la justicia y no la venganza y naturalmente en todos los países que de alguna manera son injustamente invadidos, ahí nace todo el problema sobre la guerra”, señaló la escritora que fue investida con la Medalla Carlos Fuentes por Silvia Lemus de Fuentes, quien estuvo acompañada del rector de la Universidad de Guadalajara, Ricardo Villanueva Lomelí, a quien definió como el representante de Raúl Padilla.
Maraini, la novelista, poeta, dramaturga, ensayista y guionista cinematográfica que forma parte de la llamada "generación de los años treinta" y se cuenta entre los autores más reconocidos y traducidos de la literatura italiana contemporánea, dijo se han ganado muchas batallas para las mujeres y sin embargo a las mujeres se les siguen matando.
“Hay una paridad de salarios, a igual trabajo, igual salario, eso también es una conquista enorme del feminismo que viene del 68, el 68 y el feminismo cambiaron la Italia con una revolución pacífica, porque no fue violenta, fue todo pacífico; sin embargo, todavía hay algunas discriminaciones, pero son ilegales, por lo menos: sí hay discriminaciones, pero son culturales, no legales, la ley en Italia es paritaria; las mujeres son iguales que los hombres, esta es una grandísima conquista. La ley se cambia más fácilmente que la cultura, la cultura y las actitudes mentales se tardan mucho más”, aseguró la narradora.
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Esas características de la literatura de Maraini fueron celebradas por la directora de la FIL, Marisol Schulz: “Dacia habla de nosotras, de las mujeres, de todas las que estamos aquí, también nos habla a las mujeres de esta época. Al contar la historia de mujeres violentadas en todas las formas posibles, Dacia habla de nuestras madres, hermanas, de las mil mujeres que mueren en todo el mundo, pero en México lamentablemente es una cifra que crece día con día”.
Marisol Schulz dijo además que al escribir de la mafia siciliana y de la violencia, Dacia “también nos ofrece luz y perspectiva para asimilar el asedio criminal en el que vivimos, en un país como México lamentablemente esto es insoslayable, los niveles de la violencia a la que ha llegado; Dacia conoce a detalle las consecuencias de someter la identidad y la cultura al orden del terror y el crimen, y ha demostrado que actividades como la literatura son una muy buena forma de contribuir a una cultura de paz”.
Su visión pacifista la comenzó a descubrir en 1943, cuando era una niña y vivía en Japón, en un tiempo cuando ese país hizo una alianza con la Alemania nazi y la Italia fascista, “mis papás que eran fuertemente contrarios al nacismo, no por motivos políticos, sino porque para ellos el racismo era inconcebible. Además, un antropólogo no puede ser racista, se me hace bastante obvio. Ellos dijeron: nosotros no firmamos aunque nos manden a un campo de concentración, y aunque tenían tres niñas muy pequeñas, mi madre dijo: ‘yo prefiero eso, porque tengo confianza y fe en mis ideas’, con eso ella dijo: ‘para mí es más importante dar un ejemplo de respeto a mis hijas’”.
Esa acción de su madre significó un gran ejemplo de lealtad y ética, y aunque estar en el campo de concentración fue una experiencia muy dolorosa, forjó su conciencia. “Entendí el sentido de la justicia: yo pensaba que la justicia era algo entre mí y la justicia, no pensaba en las otras mujeres, no pensaba en las otras injusticias; con el tiempo, creciendo y sobre todo después del campo de concentración, me reforzó esa idea de que no, la injusticia no era solo mía, que el sentimiento de justicia pertenece a muchos y que las injusticias nos tocan. Este es otro tema que yo aprendí desde mi papá que decía ‘Cada injusticia hecha en el mundo tiene que ver conmigo’”, afirmó la también feminista.
Maraini aseguró que esto le creó un sentimiento político y el sentido de la democracia, de la pobreza y sobre todo de las injusticias recibidas sobre las mujeres, “entendí que no era una cuestión mía, es una cuestión que tiene que ver con todo el mundo, especialmente cuando el mundo es patriarcal, hay una injusticia hacia las mujeres, y ahí comencé a estudiar la historia”.
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Por esa convicción de vida, Guadalupe Nettel -quien también recibió la Medalla Carlos Fuentes- definió a Dacia Maraini como “una escritora grandísima y también una gran mujer: artista, intelectual, feminista, revolucionaria en muchos sentidos, que ha contribuido no solo a la literatura universal, sino también a la revolución de las conciencias”.
Así fue la conversación con Dacia Maraini, la revolucionaria y feminista que enfatizó su oposición a ver el feminismo como una guerra entre hombres y mujeres. “No es una guerra entre hombres y mujeres, este es un error gravísimo, eso nos vuelve racistas, no hay dos razas, hay dos culturas diferentes. Si un hombre entiende la necesidad de libertad y de autonomía de las mujeres, es un hombre justo, claro que hay hombres que no quieren perder el privilegio de la autoridad, del dominio sobre la mujer, y esos, a veces se vuelven asesinos. Esto lamentablemente es la realidad, pero es muy peligroso decir: es una guerra entre los sexos, yo soy muy contraria a decir esto, es muy peligroso, no es así, son dos culturas”, concluyó.