Minutos antes de que los músicos del Ensamble de Arpas “Andrés Huesca” ocupen sus lugares en el Fandango Monumental con el que arrancó la (FIC), ayer en la explanada de la Alhóndiga de Granaditas, en la pantallas, colocadas a cada extremo del escenario, aparecen mensajes en tzotzil, zapoteco y otomí.

Un gran concierto en el que se presentaron los Guardianes de la Huasteca, Cantores del Son, Ensamble de Arpas “Andrés Huesca”, Ensamble de Percusiones de Xalapa, Caña Dulce Caña Brava, Mono Blanco y Son de Madera, así como niños de Amatlán, Zozocolco, Los Tuxtlas y Cosoleacaque.

Al principio, hay alrededor de 25 arpistas, vestidos con conjuntos blancos y pañuelos al cuello (flores rojas adornan el cabello de las mujeres), que inician el fandango.

Foto: Hugo Salvador/EL UNIVERSAL.
Foto: Hugo Salvador/EL UNIVERSAL.

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"Y que viva Guanajuato, también viva Veracruz", gritan en medio del canto y presentan al maestro Rubén Vázquez Domínguez, entre otros músicos que se turnan el micrófono. El sonido de sus cuerdas traza una marcha que es el negativo fotográfico del golpe de los pies sobre los tablones de madera. Entre piezas, el declamador canta versos celebratorios y llenos de humor.

Cada grupo va apareciendo así en escena. Ahora, llegan los músicos formados en hilera y las bailarinas se colocan entre ellos, zapateando, sosteniendo con una mano un extremo de sus faldones (algo que harán luego con ambas manos, dibujando olas con los pliegues de sus faldas al moverse).

Un enfoque cerrado del zapateo aparece en las pantallas. Tacones rojos que marcan un pulso al ritmo del fandango. De fondo, el sonido de las cuerdas parece infinito y las pantallas crean un efecto de luz azul en la noche, entre el humo del hielo seco y la sombra de los niños que salen al escenario y toman sus lugares, expectantes.

Foto: Hugo Salvador/EL UNIVERSAL.
Foto: Hugo Salvador/EL UNIVERSAL.

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Vestidos de blanco, azul y negro, presentan el huapango y van cantando por turnos; luego sus voces son un coro, como el murmullo de 50 ángeles coordinados con las cuerdas de los violines y las guitarras. Un dron sobrevuela en el cielo y en las pantallas se muestran fotografías históricas de Mono Blanco, que también está a punto de tomar el escenario: "El mundo se va a acabar, si un día me has de querer te debes apresurar..."

Y el grupo no olvida el presente. Pide oraciones y buenos deseos para la gente que la está pasando mal en Veracruz. Nada es necesario para resaltar que Mono Blanco tiene autoridad y fuerza.

Luego, la luz roja de la pantalla abraza todo y escolta al Ensamble de Percusiones de Xalapa con su baile festivo, cadencioso, hipnótico. Aún faltan presentaciones donde se dedicarán piezas a los desaparecidos y la gran tradición veracruzana, bajo la noche de Guanajuato que parece tan breve y recién comienza.

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