La estrella casi completa que se halló recientemente en la Zona Arqueológica Templo Mayor forma parte de la ofrenda 178. El espacio se ha excavado desde hace tres años y han encontrado restos de más de 100 estrellas de mar, una hembra jaguar adulta y miles de conchas de mar.
En una “caja típica” hecha con sillares de tezontle de 1,40 metros por casi un metro de ancho fue encontrada la estrella de mar que ha llamado la atención de los arqueólogos del Proyecto Templo Mayor (PTM). No son los primeros vestigios de esa especie marina, pero sí es la primera vez que hallan un ejemplar casi completo.
“Hemos trabajado por más de 3 años en este contexto arqueológico. El proceso de la excavación es de arriba hacia abajo, es decir, desconocemos lo que vamos a encontrar debajo. Lo expuesto (a simple vista) es el esqueleto de un jaguar. Creemos que es una hembra, aún no tenemos la confirmación, pero es un felino grande de edad casi adulta, que ocupa el centro de la caja lo cual nos indica que es el personaje principal de la ofrenda; este jaguar viene acompañado de objetos que lo hacen un yacimiento único”, dice el arqueólogo Miguel Báez.
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El integrante del Proyecto detalla que la ofrenda 178 es única, encontraron una figurilla de copal de unos 20 centímetros, que “estaba muy destruida, pero parece ser una deidad acuática”.
Al profundizar en la excavación hallaron restos de corales de una familia llamada gorgonias y numerosos especímenes de estrella de mar, de hecho, en el primer nivel se encontraron restos de alrededor de 50 estrellas, “pero ninguna con la estructura y forma” como la casi completa descubierta a finales de 2021.
“La estrella casi completa está en el cuasto nivel de excavación donde encontramos otros 60 ejemplares de estrellas de mar. Es decir, dentro de esa caja hay más de 100 estrellas. Este descubrimiento es muy interesante. Parece que todas las estrellas de mar son de la misma especie y quiere decir que en algún momento se trajeron toda una colonia para ser depositadas junto a este jaguar y con los corales”, indica Báez.
Los animales marinos han estado presentes en diferentes hallazgos en Templo Mayor, pero las estrellas de mar eran un enigma hasta que los investigadores del PTM se asociaron con el Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM, específicamente con Francisco Alonso Solís Marín y sus colaboradores.
“Nos explica que la Nidorelia armata es particular porque a los pocos minutos u horas de salir del mar fallecen, pues no tienen las condiciones propias para la supervivencia. Entonces, ¿cómo pudieron traer del Pacífico mexicano esta cantidad gigantesca?”, cuestiona el arqueólogo.
El sentido de la ofrenda
La ofrenda 178 fue encontrada dentro del espacio que le correspondería al centro del edificio del “Cuauhxicalco, lugar en el que de acuerdo con fuentes ahí se emterraron varios tlatoanis mexicas, como Axayácatl, Tízoc y Ahuítzotl”, pero ante la pregunta de cuál es el sentido de encontrar especies marinas junto a un jaguar, Miguel Báez explica que tiene que ver con la cosmovisión de los antiguos pobladores.
“Los antiguos mexicas tenían una creencia de tres grandes espacios en la creación, que eran el inframundo, usualmente representado por agua, el nivel terrestre, donde vivimos y representado por animales terrestres —serpientes o algunos mamíferos—, y un nivel aéreo donde usualmente encontramos algunas aves. La ofrenda 178 es muy llamativa porque está el jaguar y encima le dejaron todos los restos de ‘océano’ y esto nos hace pensar que se hizo una interpretación o una representación del nivel oceánico de una manera clara. Lo que ahora nos falta interpretar —porque aún no excavamos todo y no sabemos con lo que nos podamos encontrar— es qué o a quién representa el jaguar, porque muchas veces, las fieras en particular, eran vestidas para ser ofrendadas. Le estamos viendo ‘la espalda’ al jaguar y aún no podemos ver qué tiene al frente, qué artefactos y tipo de iconografía tiene para poder terminar de entender este cuadro. Estamos en un nivel marino al que el jaguar se está adentrando”, dice Báez.