Como un borrador de borrador, un texto inacabado y con erratas en fechas y en conceptos, un material que “simple y llanamente hace la historia de nuestra institucionalidad cultural y de sus instrumentos legales”, así como un documento más que con autocrítica, con un discurso ideologizante y ante todo pobre, “bastante limitado, tendencioso y en alguna medida ingenuo” califican tres especialistas en legislación cultural, en políticas y gestión cultural y en investigación escénica el Anteproyecto del Programa Nacional de Cultura 2024-2030, en poder de EL UNIVERSAL.
En estas páginas, a través de la columna Crimen y Castigo, le hemos dado cuenta de los puntos más destacados de este anteproyecto de más de 42 páginas, en las que se desmenuza lo que será la “Política cultural del Segundo Piso de la Cuarta Transformación”. Ese documento que contempla “Programas de continuidad” y “Programas emblema del Segundo Piso de la Transformación”, es ahora analizado por tres expertos, quienes apuntan los pros y contras de esta propuesta en ciernes, que parte de la convicción de que mantendrá el presupuesto de casi 17 mil millones de pesos que este 2024 le fue asignado al Sector Cultura.
“Este anteproyecto, que no deja de ser eso, es un documento que tiene cuestiones que me resultan interesantes, que no necesariamente son nuevas, pero me resultan interesantes, y otra parte es que me parece bastante limitado, tendencioso y en alguna medida ingenuo”, afirma el especialista en legislación cultural Bolfy Cottom, quien agrega que su impresión es que tiene “cierto dejo de ignorancia, de ingenuidad y de un optimismo que no se sustenta de manera seria”.
Lee también: "¡Nos queremos libres!": la exposición que reflexiona sobre la violencia de género en México
Para Eduardo Cruz Vázquez, especialista en políticas y gestión cultural, este documento es parte de un borrador de borrador que anota programas y temas que son pendientes históricos, pero no brinda más que un panorama de cuestiones que demanda la comunidad cultural desde hace décadas y que están en los programas culturales desde la década de los 90.
“El documento guarda semejanza con muchos de los contenidos que se han manejado desde que estos documentos se inventaron como tales con la Ley de Planeación que empezó en el año 82. Por el título que le ponen, es verlo a la luz de una perspectiva histórica, donde no importa si es neoliberal o liberal o lo que sea, simple y llanamente es historia de nuestra institucionalidad cultural y de sus instrumentos legales de conducción, más allá de que al final sean o no evaluados o si se cumplieron o no”.
El fundador e integrante del Grupo de Reflexión sobre Economía y Cultura (GRECU) parte de contextualizar qué significa este documento a la luz de todos estos procesos que se dieron desde el inicio de campaña de la virtual presidenta electa Claudia Sheinbaum, en marzo, y hasta el último eslabón, que este documento que circula y que, dice, evidentemente por su redacción y su construcción no se antoja como un documento definitivo.
“Desconfío que se trate de un trabajo totalmente acabado, citan como fecha de creación de la Secretaría de Cultura el 2012 y después ya citan que fue en 2015. Hay una serie de cosas que hacen pensar que esto es un borrador de borrador de borrador, y se antoja también como autoría, de si no una sola persona sí un grupo pequeño; eso también es importante identificar en la hechura de documentos de esta naturaleza en esta cadena o en esta serie de acontecimientos que se dan desde el inicio de la campaña; el documento recoge lo sustancial, justamente lo que se había venido diciendo y manifestando incluso en el contexto del diálogo con el sector cultural que organizó el GRECU, el 2 de mayo”, afirma Cruz Vázquez.
Lee también: Hay Festival Querétaro: Más internacional y más incluyente
Puras aspirinas
Pese a que se propone dar continuidad a programas medulares de la administración actual, a cargo de Alejandra Frausto, como los Semilleros creativos, Original, la recuperación de piezas arqueológicas, y concluir y poner en operación el proyecto Chapultepec, naturaleza y cultura, el anteproyecto se concentra en explicar los “Programas emblema del Segundo Piso de la Transformación”, principalmente el de “los derechos laborales de los trabajadores de la cultura” que, a decir de Bolfy Cottom, tiene el tino de poner “el dedo en la llaga”, pero lo que propone “son puras aspirinas”.
El investigador del INAH asegura que no se habla habla de crear nuevas plazas para basificar, si no a todos, sí a un buen porcentaje de trabajadores. “Por lo tanto, es, en cierto sentido, una simulación, aunque no dejo de reconocer la preocupación y el abordaje de este tema que es tan serio, tan delicado y que por lo menos le va a dar una condición distinta a los trabajadores de la cultura”. Sin embargo, el problema es que sólo habla de los trabajadores del sector central de la Secretaría de Cultura, pero no queda claro si incluye a los trabajadores de sus órganos desconcentrados y a los institutos, que es donde está la “debacle administrativa” y es un verdadero caos porque funcionan con estructuras administrativas paralelas, una real y la otra formal, la que está registrada ante Hacienda.
Incluso apunta que no es la primera vez que se plantean los derechos laborales, lo hizo este gobierno que está terminando, pero “terminó en un verdadero fiasco y en un rotundo fracaso, despertaron expectativas, que no sólo no cumplieron, sino que mostraron su plena ignorancia e incluso manipulación”.
Y en esta propuesta parten de reorientar los cerca de 17 mil millones de presupuesto, pero le parece ingenuo, pues ni siquiera saben si lo mantendrán en 2025.
Cottom cuestiona otros programas, como los circuitos artísticos, la preservación del patrimonio inmaterial y la descentralización, de la que dice: “No creo en la descentralización que están planteando, al contrario, advierto cada vez más de manera muy sigilosa, un avance del centralismo. Y las entidades federativas, si no reaccionan, si no se percatan, cuando se den cuenta el gobierno federal les habrá arrebatado esa facultad que tienen con relación al patrimonio”; también cuestiona los fondos de inversión desde la iniciativa privada que califica como tabla de salvación, “¿no que eran unos ladrones y unos sospechosos?, ¿y no hay un decreto que prohíbe la formación de fondos y extinguieron los fideicomisos que existían?
A Patricia Chavero, socióloga, integrante del GRECU e investigadora de artes escénicas y gestión cultural, este documento sí le parece que atiende las demandas del sector, “evidentemente es un anteproyecto, no está concluido; nos anuncia que va a desarrollar 10 programas o 10 líneas de atención y al final nada más se mencionan seis”. Dice que además de los proyectos de continuidad que sería Original, Semilleros creativos, Patrimonio y la operación de Chapultepec, en varios puntos hay discordancias, por ejemplo, respecto de la propuesta que envió la actual secretaria, Alejandra Frausto, como reglamento interno, donde se anuncia que en el caso de Chapultepec va a ser una participación pública-privada. O en el caso de la educación artística, “la propuesta de creación de un sistema nacional de formación y educación artística y cultural habla de la necesidad de profesionalizar al sector, a los maestros, y yo veo una discordancia entre el anteproyecto y la nueva escuela mexicana que nos habla de una transversalidad”.
Cottom no vio ningún ejercicio de autocrítica, más bien un texto bastante ideologizante. Celebra la reestructuración propuesta de la Secretaría de Cultura, pero debe ser “seria, de fondo, respetuosa y modesta”, o se quedará en “buenas promesas”. Para Cruz Vázquez, “en este segundo piso se van a sostener todos los programas” y que sin saber quién llegue a la Secretaría, “todo va a estar centrado en los Pilares y en el esquema de las Utopías” porque la cultura desde el Estado es garantista.