La pandemia porno sólo llevó a las universidades a desarrollar una estrategia de clases en línea, además trajo consigo una serie de consecuencias para la producción editorial que vio interrumpida su dinámica de publicaciones, pero sobre todo la comercialización de sus libros, pues se cerraron sus canales de distribución y venta. El cierre de sus librerías y sus ferias cancelaron una vía de acceso a la que llegaban compradores de libros académicos de Estados Unidos, Canadá y Europa.

Su regreso a la distribución y venta directa de sus catálogos, pero también al restablecimiento de los contactos con bibliotecarios y profesionales de libros universitarios a nivel mundial arrancó esta semana con la IV Feria Internacional del Libro de las Universitarias y los Universitarios () que organiza la y que concluye mañana. Ahí se han dado cita más de 150 editoriales de 17 países, y en la que han puesto especial énfasis en los encuentros con bibliotecarios, libreros universitarios y profesionales del libro académico.

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Pero también a través de nuevos caminos como la incorporación de sus catálogos a plataformas de venta por Internet como Amazon, Busca Libres, Google Libros, iTunes y Mercado Libre; la publicación de libros bajo demanda; la contratación de distribuidores comerciales nacionales e internacionales; la aceleración de sus catálogos digitales en plataformas como Ebsco, eLibro, Project Muse. Con alianzas entre editoriales universitarias como la Red Nacional Altexto de Editoriales Universitarias y Académicas de México —nacida como asociación civil en 2020 y que agrupa a más de 50 sellos editoriales de todo el país—.

Una de las urgencias para estas editoriales es recuperar las compras de bibliotecas nacionales e internacionales.

En el marco de la FILUNI, donde se analizó la edición, las librerías y estrategias de difusión para las ediciones académicas, Socorro Venegas, directora de Publicaciones y Fomento Editorial de la UNAM; Antonio Ramos Revillas, director de Publicaciones de Universidad Autónoma de Nuevo León; Agustín del Moral, director de Publicaciones de la Universidad Veracruzana; así como Manuel Joaquín Salamanca López, de la Universidad Complutense de Madrid; y Guillermo Rosabal, director editorial de la Universidad de Costa Rica, hablan de cómo se reinventaron para lograr subsistir.

Ramos Revillas asegura que FILUNI está generando no solamente discusión sobre el mundo de la edición, distribución y comercialización, sino también están esforzándose por crear venta y compra de derechos de editoriales universitarias mexicanas, incluso dice que ahora mismo editores de la Universidad de Texas, editores chilenos y canadienses están buscando dentro de las cosas publicadas por las universidades mexicanas.

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“Son los editores y distribuidores que necesitamos, que tienen acceso a ventas en bibliotecas porque una cosa que perdimos durante la pandemia fueron los compradores de libros universitarios que venían cada año de Estados Unidos, Canadá y de Europa, ahí podíamos hacer ventas consolidadas de mucho material, pero estos dos años se detuvo e incluso cambiaron personas, entonces estamos en este proceso de reconstrucción de las redes, pero también descubrimos que hay muchos públicos para nosotros”, señala el editor de la UANL que edita entre 100 y 120 libros en promedio cada año.

Para Socorro Venegas, esta feria a la que asisten universidades de 17 países que llevan muchos sellos editoriales, se complementa con la presencia de bibliotecarios “aquí vienen y se surten de libros, porque es verdad que uno de los desafíos más grandes del libro universitario es su circulación, ¿cómo lo ponemos al alcance? y a veces es muy complicado o muy caro, esta es la gran oportunidad para los bibliotecarios para que encuentren lo que han buscado para enriquecer los acervos”.

Una de las estrategias creadas por la Universidad Veracruzana, señala Agustín del Moral, director de la editorial de la UV, fue el lanzamiento de su catálogo histórico, donde se pueden consultar y descargar 250 títulos en acceso abierto. También se ha avanzado en la incorporación a catálogos como la Red Nacional Altexto, el de la Asociación de Editoriales Universitarias de América Latina y El Caribe y el de la Unión de Editoriales Universitarias Españolas, que les permite llegar a otras regiones. Además, la editorial que publica entre 60 y 70 títulos, de libros y revistas, se han insertado en las plataformas digitales para lectura en streaming como Bookmate, “tenemos el sitio eBooks.uv.mx para distribuir libros electrónicos y también entramos a las plataformas y librerías para imprimir libros bajo demanda, lo que facilita que los libros se vendan en todo el mundo sin problemas de envíos o stock, como puede ser a través de Amazon”, señala Agustín del Moral.

Ramos Revillas asegura que, como todas las editoriales universitarias, buscan estar en los grandes canales de distribución como Amazon y BuscaLibre, así como aumentar su presencia en librerías comerciales como Gandhi y El sótano, y en la red de librerías universitarias. “En Amazon tenemos como 150 libros en venta. Tal vez como editores universitarios lo que nos falta un poco es ver que tenemos que potenciar no solamente nuestra comercialización, difusión y nuestras alianzas estratégicas”.

Otras latitudes, mismos desafíos

Manuel Joaquín Salamanca López, de la Universidad Complutense de Madrid, invitada de honor de la FILUNI, asegura que están diversificando las empresas distribuidoras.

“Hemos entrado al e-commerce, pero al mismo tiempo queremos mantener una independencia, pero la verdad es que aunque no trabajes con Amazon, Amazon vende los libros”, dice el editor que pone en evidencia que el libro digital apenas representa una cuarta parte de las ventas. “Tenemos venta a bibliotecas de libros digitales a través de distribuidoras, como Ebsco, ProQuest y algunas más. Además pertenecemos a la Unión de Editoriales Españolas, y juntos, en lo que denominamos intercambio científico, tenemos en línea unos 12 mil títulos en las bibliotecas de las universidades participantes”, señala Salamanca López, quien asegura que en la FILUNI “hemos sumado distribuidores, para hacer coediciones, comercializar nuestras obras y también hemos hallado libreros”.

Otra historia es la de la Universidad de Costa Rica, también invitada de honor. Guillermo Rosabal, director de la editorial, reconoce que su producción es pequeña, en promedio editan entre 20 y 25 títulos al año, tienen su librería física y su librería virtual, sin embargo, no tienen distribución ni en formato digital ni bajo demanda.