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La agrupación Mulato Teatro cumplió 20 años el pasado 1 de mayo. En el marco de este aniversario, antes de un gran festejo que se dará a conocer a los medios de comunicación el 14 de mayo —el anuncio oficial del primer Festival Internacional AfroEscénico de Mulato Teatro—, la directora general, la actriz Marisol Castillo y el subdirector, el dramaturgo Jaime Chabaud, recapitulan cómo los intereses de la compañía devinieron, más allá de lo artístico, en una causa cercana al activismo y la visibilidad de los grupos afrodescendientes, su legado, su historia y su cultura.
En 2005, cuando el proyecto vio la luz con una primera función en el foro La Gruta del Centro Cultural Helénico, la principal preocupación era generar una compañía profesional, un espacio, que pusiera en práctica el quehacer artístico, cuenta Castillo. Pero en la evolución que ha transitado en las últimas dos décadas, Mulato Teatro se convirtió en una "compañía artivista que, además de darle vida a espectáculos con calidad escénica y artística, busca presentar espectáculos que lleven al análisis y reflexión de la valía y el derecho de la visibilidad de estas raíces tan importantes que nos atraviesan a todos los mexicanos y que han sido negadas históricamente: la raíz afrodescendiente".
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"A lo largo de nuestro camino, de nuestro transitar por todo el movimiento afromexicano, de vivir en carne propia lo que viven las artistas afromexicanas y las personas afrodescendientes, hemos decidido no sólo estar y radicar en este territorio, pues se ha ido modificando esa simple idea de visibilizar la trayectoria de las mujeres afro, sino también visibilizar todo lo que nos atraviesa, todo lo que acontece en este territorio, que es visibilizar las raíces afro aquí en México y cómo se hace a través del trabajo teatral de todas estas artistas y personas afrodescendientes que van abonando a partir de su quehacer artístico a esa visibilidad de sus raíces", continúa.
Chabaud hace énfasis en el "poderío de la presencia de Marisol como actriz negra en escena. Fuimos descubriendo la necesidad de comenzar a crear los discursos sobre la historia de México en tanto un país colonial que trajo a casi un millón de esclavos africanos del otro lado del Atlántico. Nuestra América tuvo más de un millón de esclavos traídos forzadamente desde territorio africano en los siglos XVI, XVII y XVIII. Fueron tiempos en los que se generaron muchísimas historias, las cuales, además, han sido omitidas de la historia nacional. El reconocimiento que se da en 2019 a los pueblos afromexicanos llega tarde 198 años". La afrodescendencia, acentúa, no ha estado inscrita en los grandes relatos nacionales de México y no ha tenido el papel que le corresponde en el storytelling.
En este sentido, retoma la palabra Castillo, el trabajo de Mulato ha tenido un peso fundamental "porque justo antes no estaba en el ojo público esta temática. Tristemente, Mulato llegó para ponerlo; lamentablemente somos la única compañía que ahora se define con este énfasis de visibilidad". Y cita un ejemplo preciso: en los años en que Mulato montó su obra inspirada en el líder revolucionario Gaspar Yanga, cuando los activistas buscaban sacar una ley en la que el término afrodescendiente estuviera dentro de la Constitución, sólo el movimiento afromexicano y las comunidades hablaban de la figura de Yanga. El proceso de investigación que ha hecho Mulato sobre la llegada de los afrodescendientes al territorio nacional ha sido pieza clave en esta visibilización.
Algo más, dice Chabaud, en esta historia de resistencia como compañía independiente que pone la mira sobre lo que antes pocos querían ver, ha sido el proyecto de teatro comunitario "porque tuvimos un acercamiento con la gente de la comunidad del pueblo de Ticumán, en el municipio de Tlaltizapán, donde está nuestra sede. Abrir una línea de trabajo en el teatro comunitario con la gente del pueblo de Ticumán fue para nosotros fue una revelación, quizá un reencuentro. Eso nos enamoró y terminó por decidirnos a embarcarnos en este proyecto".
Un trabajo contra la centralización que va más allá de la perspectiva nacional y pasa por la mirada local al encontrarse en un territorio que no es la capital de Morelos y que encuentro uno de sus mayores valores justo en el trabajo comunitario y el impacto en la sociedad. Señala que sin ciertos cómplices importantes colaboradores y directores de escena como Alberto Lomnitz, Jesús Jiménez, Rubén Ortiz, Enrique Singer, Alicia Martínez Álvarez y Paola Izquierdo, tampoco lo habrían logrado.
