La historia de Agamenón y su regreso a casa, tras sacrificar a su hija Ifigenia para ganar la guerra, es abordada en "Más vale morir", adaptación de la tragedia de Esquilo hecha por Jorge Volpi y Amaranta Osorio. Ellos, cuenta el director de la obra, Richard Viqueira (Ciudad de México, 1975), llevaron este clásico griego al presente bajo el contexto del narcotráfico.

"Esta adaptación de Volpi y Osorio se empata perfectamente con los tiempos que corren porque están los mismos preceptos, a veces torcidos, de la venganza y el código de honor entre estos personajes", explica Viqueira y detalla que uno de sus principales intereses fue hacer un retrato de los narcotraficantes que no fuera literal.

En primer lugar, le pareció verlos en un espacio tan simbólico y abstracto, señala. Entonces, decidió representarlos de otra forma: ¿Cómo se ve un narco en la vida real?, ¿cómo se siente un narcotraficante en nuestra cercanía? Y de ello derivó que los personajes tenían que estar llenos de espinas, como si fueran cactus o puercoespines que bailan alrededor de un grupo en el que todos temen pincharse con sus púas: "Son como armas cortantes que van por la vida. Todos se separan, todos se abren a su alrededor".

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Una idea en la que le ayudó Mario Marín del Río como diseñador de vestuario: "Trabajé con él sobre la idea de estos vestuarios en los que se presentan como una especie de vaqueros oscuros llenos de picos, de púas, con elementos cercanos al sadomasoquismo".

La segunda directriz que Viqueira tomó fue que la obra es, en realidad, un musical: "Cada tres o cuatro parlamentos hay una acotación que dice: aquí cantan. Entonces, la segunda decisión que tomé es que se trataría de una fiesta continua. Durante una hora es como si el espectador acudiera a una fiesta. Me pareció que a los narcotraficantes les tememos más cuando están celebrando que cuando están haciendo sus asuntos. Hay muchas leyendas de que tu vecino es narcotraficante, o de que tu hermanito es narcotraficante. Pero cuando ellos están celebrando y empiezan los disparos al aire, se vuelve doblemente aterrador al saber que lo está haciendo un narcotraficante. Entonces, para mí era importante esta sensación de fiesta dantesca continua. Es un círculo del infierno donde todos están bebiendo, metiéndose cocaína, fornicando unos con los otros".

La tercera y última directriz que le interesó al director se relaciona con el coro de las tragedias griegas: "Esta es una obra donde todos están en un coro del que se desprenden los protagonistas; están todos bailando y de pronto se desprende a Agamenón o Clitemnestra, y comienza su escena. Un poco a la manera de un cardumen de peces donde uno se separa y corre el riesgo de comer o ser comido".

"Me interesó mucho que fuera una obra fuerte, pero no explícita. Que la violencia estuviera contenida. Hay que recordar que estas cosas son griegas. Nadie le está añadiendo violaciones o asesinatos. Eso está contenido desde hace dos mil quinientos años. Para mí era importante que la gente tuviera la impresión de lo aterrador que pueden ser estas violaciones sumarias, la esclavitud sexual y la violencia extrema que están contenidos desde el texto original y se mantienen vigentes en la adaptación de Jorge Volpi y Amaranta Osorio. Para mí era muy interesante que la gente tuviera esta sensación aterradora, pero que no fuera explícita, que no hubiera nada performático y todo quedara en algo simbólico, agresivo, poderoso, violento", concluye Viqueira.

"Más vale morir", segundo capítulo del "Proyecto Espiral", tetralogía sobre los clásicos griegos, puede verse hasta el 14 de diciembre en la Sala Héctor Mendoza (Francisco Sosa 159, Coyoacán). La entrada es libre, registrándose previamente en: . El diseño de escenografía e iluminación es de Jorge Kuri Neumann.

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melc

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