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En 1975, la reina Isabel II y el príncipe Felipe de Edimburgo visitaron México por única ocasión; también fue la primera vez que figuras reales visitaron el país. El Zócalo lució imágenes de Charles Chaplin y Cantinflas , como parte del evento. Isabel II dijo durante su visita: “Los mexicanos son alegres. Me di cuenta por la forma festiva en que actuaban en las vallas, por la música y por el bullicio”.
La reina visitó primero Cozumel y después la Ciudad de México. La pareja real ofreció una cena al presidente Echeverría y a su esposa. Durante la celebración se bailó la marcha “Montmartre”, pero también “La Cucaracha”. Isabel II pidió de comer melones de Uruapan, fresas de Zamora y agua de limas de Silao. La reina incluso comió recalentado.
Lilibeth, apodo de cariño debido a que ella misma no podía pronunciar su nombre de pequeña, llegó al trono en 1953. En ese momento, Inglaterra percibió la coronación como el fin de la austeridad económica después de la Segunda Guerra Mundial. Además de eso, ha sido testigo de la Revolución Cubana, de la Caída del Muro de Berlín, la llegada del hombre a la luna, y un largo etc. Ahora, en tiempos de pandemia ofreció un discurso al pueblo inglés en el que pidió mantenerse unidos y con buen humor. Dicha transmisión recordó a aquella que dio en 1940 durante la Segunda Guerra Mundial .
Así fue como EL UNIVERSAL cubrió la visita de la reina Isabel II.
Foto: archivo El Universal
Llamado a la paz del mundo, a la seguridad y a la renuncia a los viejos esquemas de dominio
25 de febrero de 1975
-Discursos de Isabel II y Echeverría en Palacio
Un vibrante llamado a la paz del mundo, a la seguridad colectiva y a la renuncia a los viejos esquemas de dominio territorial, seguridad militar y de preponderancia económica, hizo anoche el Presidente Echeverría en la cena que ofreció en el Palacio Nacional a Su Majestad la Reina Isabel II de Inglaterra y al Príncipe Felipe, Duque de Edimburgo.
La soberana, a su vez, subrayó la determinación de la Gran Bretaña de trabajar junto con México en paz y cordialidad, y dijo que ni el poder económico ni la fuerza militar pueden hacer tanto como el corazón humano.
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Dijo también, repitiendo palabras del Presidente Echeverría, que las naciones viven hoy en un mundo de interdependencia. Con mejores comunicaciones, añadió, es necesario que se aprovechen las ventajas de este hecho, en tantas formas como sea posible, y en particular para ayudar a que la juventud visite y trabaje en otros países.
Foto: Hemeroteca El Universal
El Presidente Echeverría, en un discurso profundamente doctrinario, afirmó que ninguna nación moderna puede aspirar a tener una completa autosuficiencia económica. Al pronunciarse por una honda reestructuración mundial, dijo que la escasez internacional de materias primas ha hecho resaltar la dimensión planetaria de la sociedad humana y subraya la urgencia de articular, sobre otras bases, la maltrecha estructura de la economía internacional.
En otro pasaje de su intervención, el Jefe del Ejecutivo mexicano afirmó: "Tenemos conciencia de los negativos efectos de una asociación demasiado estrecha con un solo país o con un solo grupo de países”. Sentenció: “La dependencia política es, en nuestro tiempo, consecuencia directa de la dependencia económica". Dijo más adelante que la importancia que se atribuye a los intercambios financieros y tecnológicos, es semejante a la que se concede a las relaciones en el ámbito educativo, científico y cultural. Para que sea verdaderamente eficaz la colaboración entre Estados, debe tener un carácter global.
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Refiriéndose a la vinculación entre México y la Gran Bretaña, señaló, dirigiéndose a la soberana: “Al recibir a Vuestra Majestad en el Palacio Nacional, que es sede y símbolo del Poder Popular, rendimos homenaje a una nación que ha señalado caminos a la democracia moderna y cuyo legado cultural es parte irrenunciable de nuestra propia herencia”.
Su majestad la reina
La Reina Isabel II de Gran Bretaña, contestó el discurso presidencial. Su silueta era realzada con graciosa delicadeza por un vestido entallado de Georgette, color verde hoja, profusamente bordado en oro y verde, formando las flores y las hojas del cactus. El cuello se resolvía en una capa plisada de terciopelo negro, forrada con tisú de lame dorado.
Su marfilino rostro, en donde florecía una sonrisa que fue un regalo para los asistentes a la cena servida en su honor, se realzó con la riquísima tiara de diamantes, que lanzaba destellos irisados a cada movimiento de su cabeza. Esta tiara, de origen ruso, es una de las joyas más hermosas del tesoro real de la Gran Bretaña. Tres hileras de diamantes se unían para formar el precioso collar que lució, con aretes de idéntica pedrería.
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Foto: Hemeroteca El Universal
La soberana habló. Dijo que hace dos años, la venturosa visita del Presidente Echeverría con su esposa, abrió un nuevo capítulo en las relaciones mexicano británicas. Desde 1973, ha aumentado considerablemente y se ha producido un desarrollo muy satisfactorio de cooperación financiera, industrial y comercial entre México y Gran Bretaña. Subrayó que ingenieros, diseñadores y técnicos mexicanos y británicos han venido trabajando juntos y han empezado a conocerse en muchos proyectos, sobre todo en la expansión de la industria siderúrgica y en la especificación, diseño y construcción de los barcos patrulleros de alta velocidad del tipo “Azteca”.
Añadió: “Espero con entusiasmo ver el primero de estos barcos en Veracruz”. Añadió la Reina que no es la primera vez que México y la Gran Bretaña han trabajado juntos con éxito. Está la épica historia de los mineros del estado de Cornualles, que reabrieron las viejas minas de plata de Real del Monte a principios del Siglo XIX.
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“Tengo entendido —agregó— que la carretera que construyeron para subir a las montañas, aún se usa hoy día”.
Fiesta sin par de arte y belleza
A las 20:30 horas el Presidente Echeverría y su esposa, doña María Esther Zuno de Echeverría, recibieron en el patio de honor del Palacio Nacional a Su Majestad la Reina Isabel de la Gran Bretaña, y a Su Alteza Real el Príncipe Felipe, Duque de Edimburgo, a quienes acompañaban el subsecretario de Estado de la Gran Bretaña para Asuntos Exteriores, David Ennals; la Duquesa de Craston, dama de honor de la soberana; el teniente coronel Sir Martin Charteris y la señorita Susan Hussay.
Los soberanos de Inglaterra regalaron al Presidente Echeverría un mecano para su hijo Adolfo, y un juego completo de escritorio en piel; una fotografía de la familia real británica, un finísimo reloj para la señora Zuno de Echeverría y un libro encuadernado primorosamente en piel, intitulado "El Castillo de Windsor o historia de un país”.
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Foto: archivo El Universal
Minutos más tarde en el salón de recepciones el Presidente Echeverría y su señora esposa, acompañados de Isabel II y el príncipe Felipe, departieron brevemente con secretarios de Estado y funcionarios de gobierno.
Con respetuosa gentileza las damas, en un grupo multicolor en que se realzaba la belleza de la mujer mexicana, recibieron a su majestad la Reina y la invitaron a fotografiarse con ellas. Doña María Esther Zuno de Echeverría la guió hasta que quedó en medio de las damas mexicanas. Y después se invitó al Presidente y al Príncipe Felipe a unirse al grupo.
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A las 23.08 horas terminó la cena. El Presidente Echeverría y la señora doña Esther Zuno de Echeverría acompañaron a los soberanos ingleses, por entre una valla que se formó por los asistentes a la convivialidad hasta el patio de honor de Palacio Nacional, en donde su Majestad la Reina de Inglaterra y el Príncipe Felipe abordaron el automóvil Lincoln Continental, que ostentaba un pequeño estandarte con las armas de la casa real de la Gran Bretaña.
Parecía que el mar se tragaría al lanchón
25 de febrero de 1975
Por Javier Martínez
COZUMEL, Q. Roo, 24 de febrero de 1975.— Tras una serie de incidentes — por lluvia, viento, frío y fuerte oleaje— y con un retraso de 7 minutos, la reina Isabel XI de Inglaterra pisó tierra mexicana en Cozumel, a las 9.27 horas de hoy.
A causa de una tormenta tropical se originó una tempestad de las 4.50 a las 8.00 horas —tiempo durante el cual se pensó que el yate real Britannia tendría que fondear en Puerto Morelos—; sin embargo, cedieron un poco el aguacero y los vientos de 80 kilómetros por hora, por lo que, finalmente, pudo llegar al puerto de abrigo denominado Banco de Playa, a 4 kilómetros del lugar previsto, o sea, el muelle fiscal de esta isla.
Foto: Hemeroteca El Universal
Rumbo a la capital
Aquí, la Reina Isabel II de Inglaterra se despidió de algunas personas y por la escalera delantera abordó el avión británico— de la Royal Air Force— , en el que se trasladó a la ciudad de México. Tras ella subió su esposo.
Unos minutos después la nave despegó rumbo a la Capital de la República.
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Cuando la Reina descendió en el muelle vestía gabardina beige, vestido verde y floreado, zapatos blancos y un sombrero blanco y verde con velo. Su esposo, el príncipe consorte también traía gabardina beige, zapatos negros, camisa rosa y traje azul marino.
Sonrisas de la Reina y carcajadas del Príncipe
La invitación —que era personal e intransferible— indicaba a los reporteros: “No habrá conferencia de prensa ni declaraciones para publicarse”, pero la Soberana, de su propia iniciativa, dio sus impresiones sobre su llegada a México.
Comentó: “Los cuadros, “mosaicos” como ustedes les dicen, que presentaron los niños en la ceremonia de la Bandera, me causaron gran impresIón. Esta clase de espectáculos nunca los había visto”.
Foto: archivo El Universal
Habló de la contaminación ambiental —que ayer era muy densa en el centro de la ciudad— “el mismo problema lo hay en Gran Bretaña y se agudiza en la zona industrial de Manchester”, señaló.
La Reina sonreía —sin llegar a las carcajadas como su esposo el Príncipe Felipe, que hizo toda clase de bromas con los reporteros— y platicaba con todo el que se acercaba a ella. Al principio saludó de mano a todos los asistentes. No estrecha la mano en un apretón formal, apenas extiende la punta de los dedos.
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“Los mexicanos son alegres. Me di cuenta por la forma festiva en que actuaban en las vallas, por la música —que no tuve oportunidad de escuchar bien— y por el bullicio”. Comentó su próximo viaje: “He leído mucho, he visto películas de la zona maya y de Monte Albán, estoy entusiasmada ante la idea de conocerlas personalmente”.
Foto: archivo El Universal
El príncipe Felipe charló con el reportero de EL UNIVERSAL, mostró también su contento por estar en México. “Ya vine hace cinco años”, manifestó. Recordó que, en esa ocasión, jugó al polo. “Ahora no hay tiempo. Esta visita es oficial y el horario está completo”, señaló.
Las damas —unas 30 mujeres, aproximadamente— rodeaban a la soberana. Había anarquía en los vestidos de las mujeres mexicanas: unas de minifalda, largo Chanel, pantalones; en fin, que pocas supieron vestirse en forma adecuada.
Foto: Hemeroteca El Universal
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En este ambiente informal, de charla por grupos, se efectuó la reunión con la prensa nacional. Fue un detalle —ofrecer la reunión— que señala la sencillez de la reina. Quizás, en el Palacio de Buckingham, o en Windsor, el protocolo sea muy rígido.
En México, ayer, la reina —sin perder su categoría y su prestancia de soberana— demostró que la realeza no está reñida, en ninguna forma, con la calidad humana.
Ofreció la pareja real una cena en honor de los esposos Echeverría
26 de febrero de 1975
La Reina Isabel II, luciendo un espléndido vestido de seda azul turquesa, adornado con aplicaciones en hilo de oro y en hilo de seda color turquesa, sin mangas, desplegó sus exquisitas dotes de anfitrión a anoche, para recibir en la embajada de su país al Presidente de México y a su esposa, con motivo de la cena que les ofreció.
Pollitos tiernos rellenos de paté, con guarnición de corazones de alcachofa, fue el platillo principal del menú que se sirvió en esta cena de gala.
Foto: Hemeroteca El Universal
El Príncipe Felipe, Duque de Edimburgo, estuvo al lado de la Reina; cuando el Presidente de México y su esposa hicieron su entrada a la embajada británica y fueron saludados por Su Majestad y Su Alteza Real.
Un conjunto musical, bajo la dirección del Capitán J. R. Mason, ejecutó música de autores europeos y estadounidenses, e incluyó en el programa un arreglo de “La Cucaracha”, así como piezas contrastantes que de la marcha “Montmartre” de la Suite París pasaban a la mucho menos solemne “There is no Business Like Show Business”, de Irving Berlín, para luego saltar a la costumbrista norteamericana “Paint Your Wagon”.
Foto: Hemeroteca El Universal
Isabel II estuvo cerca del pueblo de México
27 de febrero de 1975
Por la mañana por medio de sus damas de compañía, la soberana pidió su metódico desayuno a base de fruta fresca, té, leche y huevos revueltos con tocino.
El monumento al Pípila fue el primero de los lugares que visitó. Desde ese sitio observó a Guanajuato e hizo preguntas sobre la historia de esta ciudad colonial.
Las campanas de todas las Iglesias a las 10.17 echaron a vuelo y no dejaron de tañer todo el tiempo que duró la visita de la Reina a la ciudad.
Foto: archivo El Universal
El sombrero blanco con franjas verde y rosa mexicano de la soberana tenía pequeños papelillos de confetti y sus zapatos blancos, que hacían juego con su bolso y sus guantes, también, sobre todo en los tacones, donde se pegaron por el chapopote del piso de la estación y no le permitían caminar bien.
El rostro de la Reina estaba totalmente fresco y al voltear hacia el monumento, preguntó al licenciado Ducoing el significado del letrero que decía; “Aún hay otras alhóndigas por incendiar”. Arriba del monumento, un viejecito, con un fusil, asomaba medio cuerpo para ver a una reina.
Ya en el Teatro Juárez el tumulto era impresionante. Más de 5 mil personas esperaban para verla. Gente que llegó de los alrededores, habitantes de la ciudad y de otros Estados aledaños a éste le dieron la bienvenida.
Foto: archivo El Universal
Una “diana”, Interpretada por una de las lo bandas que vinieron del interior del Estado, la recibió en este lugar, y al entrar al palco principal levantó el rostro para ver la cúpula, los candiles y los demás detalles del mismo y dijo al licenciado Ducoing que eso es realmente una maravilla artística.
Sólo unos minutos estuvo allí y en medio de tumultos abordó su automóvil para trasladarse a la Alhóndiga de Granaditas, edificio que también le impresionó por su majestuosidad.
Isabel II no podía comprender por qué un lugar como éste, con una arquitectura tan bella, habla sido un granero. El pintor José Chávez Morado, le respondió que se debió a que q para Guanajuato, ciudad minera por excelencia, el grano era oro.
Firmó el libro de visitantes distinguidos, mientras las estudiantinas cantaban canciones que nos recordaban otras épocas. Observó los murales de Chávez Morado y éste le dio amplia explicación sobre los mismos.
Bajó de la Alhóndlga hacia la Universidad y, en ese lugar, sucedió lo increíble. Los estudiantes, miles y miles de ellos, que esperaban en los callejones, en verdaderas oleadas humanas, trataban de acercársele. Gritaban, silbaban, todo ello por tratar de verla.
Foto: archivo El Universal
La Reina charló con ellos y les preguntó cada una de las materias que estudian y cuántos son . Todo el tiempo el automóvil estuvo dispuesto para que lo abordara de inmediato, en vista de lo empinado de las calles y de la dificultad que representa trasladarse con rapidez de un lugar a otro.
Llegó al mercado y el verdadero pueblo de México allí reunido le obsequió tlacoyos, charamuscas, fresas, bisna- gas, quesos, cobijas y todo tipo de antojitos, muestras de artesanía, mismos que su edecán colocaba en una canasta de mimbre.
Comida digna de una Reina
La embajada británica escogió el menú, confeccionado con los mejores productos de la República: melones de Uruapan y, curiosamente, fresas de Zamora y no de Irapuato, y agua de limas de Silao.
El pepián se escogió —según dijo el personal de la embajada— porque este platillo le gustó a la Reina cuando el Presidente Echeverría le ofreció una comida en Londres.
Fueron mil raciones, de 400 pollos, las servidas
A ella la atendieron un maitré, tres capitanes y tres meseros.
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Y la Reina comió recalentado. La comida se elaboró en León y se recalentó en la hacienda. Y los mariachis callaron y Juan Torres, al órgano, Interpretó música de Agustín Lara, “popurrís” de canciones mexicanas.
Cuquita de Castro López, la cocinera, se esmeró, al igual que Margarito Corona, en elaborar el pepián, que estuvo delicioso y la soberana degustó en vajilla de Bavaria, con cubiertos de plata, El agua de lima la tomó en cristalería finísima, todo puesto sobre un encaje de bolillo hecho en Tolucha especialmente para esta ocasión.
Pedro Vargas, “El Tenor Continental”, hizo su aparición y después de cantar “Solamente una vez”, siguió con “Noches de ronda” y recibió los aplausos de todos. Al pasar ante la reina, le hizo una reverencia y ella le sonrió.
Foto: Hemeroteca El Universal
Siempre recordaré estos días: Reina Isabel
2 de marzo de 1975
VERACRUZ, Ver., lo. de marzo de 1975. — A las 12.58 horas de hoy, el avión que condujo de regreso a la Gran Bretaña a la soberana Isabel II de Inglaterra, despegó de suelo mexicano. Siempre recordaremos estos seis días con alegría y profunda gratitud radio la soberana a la nación mexicana y al Presidente Echeverría—, a los diez minutos de haber despegado el avión a reacción.
Los jarochos, como a la llegada, llenaron las calles para despedir a la soberana. En el aeropuerto, por la euforia de la gente —y la mala organización del a c t o—, hubo empujones, apreturas y gritos, a la despedida.
Foto: archivo El Universal
El mensaje de la Reina
A los 10 minutos de vuelo, todavía en territorio mexicano,a la Reina envió un mensaje en el que señaló: “Nuestro profundo agradecimiento a todos los que planearon y organizaron nuestra visita con tanta meticulosidad e imaginación”.
Agregó: “Nos llevamos recuerdo inolvidables de las bellezas de su país y del encanto y amabilidad de su pueblo.
“Yo se que el calor de la bienvenida que nos brindaron refleja la amistad y la comprensión que existe entre México y Gran Bretaña; confío que estos se hayan profundizado por nuestra visita y que en el futuro florezcan para nuestro mutuo beneficio”.
Foto: Hemeroteca El Universal
Y terminó: “Con este mensaje de agradecimiento a ustedes dos -dirigiéndose al presidente Echeverría y su esposa María Esther- envío mis más sinceros y buenos deseos para la salud y prosperidad del pueblo de México.
fjb