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El fin de semana, Diego Prieto, director del INAH, fue cuestionado por usuarios de Twitter, quienes le preguntaron sobre un recorte en la planta de profesores de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). “¿Cuándo se evaluó la decisión del recorte, se discutió el tema de la precarización de la educación antropológica en México? Por cierto, ¿no fue en la ENAH donde estudió antropología sociales, señor director?”, escribió @NgelUichilovos. Al respecto, Prieto respondió: “En la ENAH no tiene por qué haber ninguna clase de recorte: Lo digo enfáticamente: no hay reducción presupuestal para las escuelas del INAH. Me enorgullece ser egresado de la ENAH y les reitero mi compromiso y respeto a su organización y sus decisiones internas”. Sin embargo, hoy EL UNIVERSAL publica una entrevista con Hilario Topete, director de la ENAH, quien expresó su preocupación por la situación de la escuela, porque dijo, su plan anual de trabajo no fue aprobado “y si no fue aprobado, entonces sobre qué cifra opera el recorte del 75%. Yo no tengo esa cifra, pero estaríamos teniendo 2.5 millones para lo que resta del año”. ¿Quién miente sobre la situación actual de la ENAH?
Lee la entrevista con Hilario Topete aquí: Piden exentar a la ENAH del recorte de 75%
La pasividad de la Estrategia Nacional de Lectura
La grave situación económica de las librerías no ha mejorado ni tantito con el regreso a clases. Nos cuentan que los puntos de venta del Centro Histórico que se enfocan en libro de texto abren un día sí y otro no, pues es la indicación del gobierno de la Ciudad de México, esa dinámica obviamente no ayuda a las librerías y es otra de las razones que ha impulsado con más fuerza la campaña #DependientesDeLectores, que ayer comenzó su fase 2.0 con la iniciativa #NuestrasLibrerías, que arrancó con un ciclo de cuatro mesas que abordan temas como “La vida en la librería”, “Las librerías en la literatura”, “El futuro de los libros” y “Los relatos que cambiaron mi vida”. Los esfuerzos son muchos e intensos pero las autoridades culturales siguen sin querer ver la gravedad y hasta ahora no hay ni un sólo impulso desde la llamada Estrategia Nacional de Lectura que se había propuesto, entre otras acciones, hacer incluso un plano de las librerías por barrios. Pues hasta ahora nada de nada.
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