En un principio, los siete relatos quereunió en Terrestre (Random House) eran sólo ejercicios literarios privados, poco después supo que había varios hilos comunes: la juventud, la amistad, un recorrido “muy cerquita de la tierra” y el cuerpo de mujeres abriéndose paso y “enfrentándose un mundo hostil, pero desde una afirmación muy vital, con arrojo, valentía, rabia”, asegura la narradora que evoca sus viajes juveniles, la amistad, los sueños, pero también la , así como un capitalismo que priva hoy en el mundo, especialmente en Estados Unidos, donde vive y donde, afirma, no se siente ajena al peligro.

“Me preguntaba ¿por qué ahorita esto? Cuando el mundo está de cabeza, los retos y riesgos son tantos, el capitalismo del odio está desatado y en su primor y a lo mejor es por eso, porque cuando el enemigo es tan grande, cuando su poder es tan avasallador y tan apabullante, cuando no ofrece ninguna alternativa más que sí mismo, lo único que funciona es esto, el gozo, la afirmación del cuerpo, la amistad como una trinchera y la posibilidad de estar cerca de nuestro mundo, que la violencia nos ha arrebatado a hombres y a mujeres en general, pero sobre todo a mujeres cuyo lugar en el espacio público siempre ha estado en cuestión”, reflexiona Rivera Garza.

La ganadora del Premio Pulitzer 2024 por la edición en inglés de El invencible verano de Liliana quería escribir de la adolescencia, cuando la energía está desatada, salvaje, indisciplinada, espontánea, “en la adolescencia es cuando somos inmortales”; y lo hace a través de siete historias que experimentan en la forma y en el lenguaje, que se retan y que ella denomina “ficción especulativa”. Esa escritura que ha trabajado en sus libros más recientes, donde hay investigación, relación con documentos, entrevistas, testimonios y un sinfín de especulaciones, de preguntas sobre temas “inescapables e ineludibles”.

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“Terrestre es como el lado B de El invencible verano de Liliana en el sentido de que no todas las chicas rebeldes cayeron en manos de feminicidas, aunque por desgracia muchas sí. Pero hubo muchas más que abrieron camino, que se enfrentaron a este mundo ominoso, hostil, lleno de puertas cerradas; chicas con arrojo, que a veces se aventaban a ciegas a lo que estaba ahí. Y es necesario porque no entenderíamos cómo en las últimas décadas en México surgió un movimiento feminista tan fuerte”, dice.

La narradora vive desde hace varios años en Estados Unidos y en la Universidad de Houston dirige el programa de Escritura creativa en español. Justo sobre esa relación que sostiene en tiempos recientes con la vida, la sociedad y los derechos en Estados Unidos asegura que “son tremendos y tan distintos, los procesos por los que estamos pasando”.

Luego agrega: “Estoy muy preocupada por la noticia sobre que pueden detener las visas para estudiantes internacionales en Estados Unidos. El programa que yo dirijo en la Universidad de Houston es una puerta abierta precisamente para estudiantes internacionales que escriben en español. Entonces, la alarma cundió de manera inevitable y la preocupación y el miedo también, porque no sabemos hasta dónde van a llegar. No tengo respuesta para eso”.

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Ante esa amenaza, Rivera Garza indica que es fundamental seguir haciendo lo que hacemos. Dice que los enemigos son cada vez más grandes, más feroces y tal vez este es el momento en el que la convicción con la que hacemos cada quien su trabajo, en su caso las escrituras, deben redoblarse. “Y el permanecer en el disenso y el seguir hablando cuando no quieren que hablemos, que es el caso de Estados Unidos que está acallando todo y está terminando con el primer derecho constitucional; son momentos muy graves, pero debe haber múltiples maneras de enfrentarlos”.

Sabe que a ella lo que le toca es seguir haciendo este trabajo con la imaginación política, con la imaginación vital y proponiendo esta serie de reactivaciones para un mundo por venir. “No es momento de callarnos ni de desistir, en todo caso hay que insistir con más fuerza, aunque se atacan a las minorías”.

Y tiene claro que ella es parte de ese grupo que llena el perfil de mexicano y ante el que no importa si eres ciudadano o no eres ciudadano, vas a terminar fuera, “y es un miedo con el que no estaba yo acostumbrada a vivir en Estados Unidos y me estoy acostumbrando porque evidentemente lleno el perfil y vivo en un barrio mexicano en Estados Unidos. No me siento de ninguna manera ajena al peligro. Además está la responsabilidad de todo un programa universitario que hemos echado a andar con mucha ilusión y mucha fuerza y con la contribución de tantos, y que hay que seguir posicionándose hasta que se pueda y seguir insistiendo hasta que se pueda”.

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