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El escritor Julio Verne se consideró un hombre sin suerte en el amor, tema que aparece de forma recurrente en las cartas que escribió a su madre. Esa obsesión también se vislumbra en el protagonista de Un cura en 1835, novela inédita en español que la editorial Planeta lanza este año para recordar los 120 años de muerte del inventor de la ciencia ficción moderna.
La obra traducida por Ariel Pérez Rodríguez narra dos historias de las que se desprenden múltiples relatos: la de Jules Deguay, un joven abogado que rescata a una bella mujer de morir aplastada por la caída de un campanario y la de la familia Hervé que tras una desgracia es salvada por el médico Dorbeuil.
La novela fue escrita por Verne en su juventud, a sus 20 años (entre 1846 y 1848), está incompleta y el manuscrito se resguarda en el Museo de Nantes, Francia. Es una narración única dentro del corpus de Verne ya que crea escenarios góticos y hace una crítica a la falta de justicia y a la permanencia de la miseria. En entrevista, el traductor y presidente de la Sociedad Hispánica Jules Verne, platica más sobre el rescate de este inédito que incluye un libro ilustrado sobre la vida y obra del autor de La vuelta al mundo en 80 días.
Que sea una novela inconclusa: ¿influyó para que no se tradujera antes al español?
Puede haber influido. En general, las editoriales van buscando textos de Verne que estén alineados con las historias típicas del autor, esto es novelas científicas, de aventuras y que recreen más o menos el mismo estilo que lo ha hecho conocido. Entonces, cuando hablamos de una novela que se sale de todo canon verniano y además inacabada, la publicación ya no resulta tan atractiva desde el punto de vista comercial.
El protagonista Jules, además de buscar el amor y ser abogado, tiene un carácter fuerte e irónico: ¿Verne se plasmó como personaje literario?
Es opinión de algunos que Jules pudiera haberse inspirado en su propio contacto con los estudios de abogado para describir el personaje y ponerle incluso su propio nombre. Hay algunos rasgos del carácter de Jules como la ironía que parecen ser transmitidos a su personaje y quizás el amor que siente el protagonista por la joven Ana se inspira del amor que quisiera haber tenido el propio Verne y por el cual le hubiera gustado haber sido correspondido en su juventud.
¿Qué significaba el amor para Verne, una manifestación extrema, esencial para vivir y, también, un detonante de locura?
El amor en las novelas de Verne refleja emociones intensas y tragedias personales. Para él, el amor era una fuerza contradictoria, esencial para la vida, pero también fuente de frustración. A menudo lo presenta como un destino incontrolable, capaz de generar tanto alegría como sufrimiento. Su dificultad para encontrar el amor que deseaba podría haber influido en su idealización de este sentimiento, viéndolo como una causa de desdicha y, en algunos casos, como un detonante de locura o tragedia. Jules Verne refleja en esta novela sus propios tormentos por amores no correspondidos o difíciles a través del romance platónico.
En Un cura en 1835, el autor francés crea varios personajes, uno es Joseph, una especie de consejero de Jules, un anciano que, de acuerdo con Ariel Pérez, está inspirado en Quasimodo. Otro personaje es Abraxa, una hechicera que busca la infelicidad de Jules para que uno de sus súbditos sea quien se quede con el amor de Ana.
¿Hay referencias literarias en la creación de sus personajes?
La referencia a Quasimodo está justificada porque el Joseph de Verne es campanero y la iglesia representa un punto importante de sus vidas. Este rol, además de ser simbólico en la literatura, se asocia con el aislamiento y el contacto limitado con la sociedad, ya que ambos personajes pasan gran parte de su tiempo en el campanario o en la iglesia. En el caso de Abraxa, el tema de las brujas o hechiceras tiene que ver con los ambientes de las novelas góticas del siglo XIX. El gótico a menudo exploraba lo sobrenatural, lo misterioso, lo oculto y lo macabro y las brujas eran figuras que se alineaban con estos temas.
Llama la atención la atmósfera de misterio que logra con Abraxa y sus secuaces: viven en los submundos, tienen hechizos y su aspecto es propio de un cuento de terror.
La atmósfera de misterio y lo sobrenatural, con personajes como Abraxa y sus secuaces, distingue esta obra de otras de Verne. A diferencia de sus novelas científicas y aventureras, esta historia explora lo gótico, con hechizos y submundos, creando una tensión única, elementos que no sólo enriquecen la narrativa, sino que añaden complejidad emocional a los personajes, haciendo que la novela se desmarque dentro de su producción literaria. En este texto de juventud explora las pasiones humanas, la ambición, la oscuridad del alma y otros temas afines.
Un cura en 1835 ¿hoy podría definirse como una novela negra?
Es que el gótico de por sí ha sido considerado por muchos expertos como una influencia temprana en la novela negra, ya que ambos géneros comparten atmósferas oscuras y personajes atrapados en situaciones desesperadas, aunque con enfoques distintos. Durante el siglo XVIII y principios del XIX, el gótico sentó las bases de elementos que la novela negra desarrollaría más tarde, como el crimen, la moral ambigua y la lucha contra una sociedad corrupta y opresiva.
Un cura en 1835 no encaja estrictamente en este género, pero comparte su tono sombrío, la exploración de la injusticia social y la presencia de figuras enigmáticas como Abraxa que, con su misterioso poder y hechicería, contribuye a la sensación de amenaza constante. Personajes, como el propio Jules, podrían verse como antihéroes, una característica común en las novelas negras, donde los protagonistas no siempre siguen un código moral claro.

La tragedia es otro personaje: ¿esta novela es la más crítica sobre la pobreza y falta de justicia en Francia?
La pobreza, en efecto, juega un papel importante en la novela, en especial a través de la tragedia y el sufrimiento de los personajes. El derrumbe de la campana, que deja víctimas, establece un tono de fatalidad y desamparo, reflejando las injusticias sociales y la falta de protección para los más vulnerables. La caída de la casa de la familia Hervé, otro evento dramático, también subraya la precariedad de las clases bajas y la indiferencia de la sociedad hacia su sufrimiento.
En este sentido, la novela se aleja de la típica visión idealizada de la sociedad y pone de relieve las dificultades y la desigualdad social de la época. En resumen, la sociedad de Nantes, tal como se describe en la historia, se despliega mediante arquetipos que abarcan desde la burguesía hasta las clases más bajas, incluyendo una vívida descripción de la extrema pobreza en las zonas rurales.
Hay una premisa que se repite en la historia de la humanidad: el dinero y el poder corrompen a las personas.
El dinero y el poder corrompen y este argumento es válido en nuestros días como lo ha sido desde hace siglos. Los personajes de Un cura en 1835 no son la excepción, lo que le otorga a la novela una dimensión atemporal. Verne no era ajeno a las complejidades sociales y humanas, y a través de personajes como Abraxa o los miembros de la familia Hervé, ilustra cómo el dinero puede manipular las decisiones de las personas, distorsionar sus valores y generar conflictos devastadores. La lucha por el poder y la riqueza, junto con la ambición desenfrenada, son fuerzas que desatan tragedias y caos en la vida de los personajes. Temas todos que son fácilmente identificables con la experiencia humana, más allá de su marco histórico o su trama compleja.
Varios personajes se van perfilando como héroes: ¿a Verne le interesó esa figura?
Aunque la noción de héroe suele variar en las novelas de Verne según el contexto, los personajes generalmente se enfrentan a grandes desafíos, superan obstáculos y, en muchos casos, sacrifican algo personal por el bien común o por un ideal. En esta novela, aunque la trama gira en torno a una atmósfera oscura y trágica, algunos personajes, como Jules, quien busca redención y amor, o incluso personajes como Jeanne, que representan la fortaleza y la integridad, pueden ser considerados como héroes dentro de su propio contexto. Su lucha contra las adversidades y su capacidad para mantenerse firmes frente a la corrupción y el caos los convierten en figuras heroicas en el desarrollo de la narrativa.
Si miramos a la obra de Verne en su conjunto, podemos atisbar al Lidenbrock de Viaje al centro de la Tierra, que emprende un recorrido peligroso y arriesgado hacia lo desconocido. El mítico capitán Nemo de Veinte mil leguas de viaje submarino, un personaje complejo con facetas de villano, un hombre con una gran capacidad para la acción, pero también marcado por tragedias personales que lo impulsan a desafiar el orden establecido. También La vuelta al mundo en 80 días, en la que Phileas Fogg, el protagonista, es un héroe clásico de la determinación y la perseverancia. O el caso de Miguel Strogoff, el mensajero del zar de Rusia, que constituye uno de los ejemplos más claros de un héroe clásico, alguien que, a lo largo de la novela, se enfrenta a múltiples peligros, traiciones y desafíos, mostrando coraje, lealtad y sacrificio en su misión.
La belleza de Anna, los placeres de Abraxa y la fortaleza de Jeanne: ¿son personajes que podrían cambiar la idea de que Verne era misógino?
Hay dos trabajos publicados en 2024 por parte de nuestra Sociedad y que demuestran fehacientemente que Verne no era misógino. Todo lo contario. En algunas de sus obras daba a las mujeres un papel preponderante. En Un cura en 1835 se ve cómo, desde muy temprano, los personajes femeninos son importantes para Verne. La belleza de Anna y el poder que posee Abraxa en lo sobrenatural, junto con la fortaleza de Jeanne, sugieren la exploración de diferentes caracteres y aspectos de la mujer más allá de los estereotipos típicos de su época.
Verne menciona a Moctezuma cuando habla de la impresión que debió causarle a los españoles ver una habitación repleta de oro regalado por el tlatoani: ¿sabía Verne sobre la historia de México?
Parece haber tenido un conocimiento general sobre la historia de México y la conquista española, aunque no de manera muy detallada. La mención de Moctezuma en su obra está relacionada con una visión más superficial de la historia, ya que, en el contexto de su cuento, lo utiliza para referirse a la riqueza de México, en particular al oro que supuestamente impresionó a los españoles. La situación de México, recién independizado de España, era un tema relevante en la Francia de la época. Verne tenía información de estos eventos a través de la prensa, lo que le permitió construir una trama ficticia que se basaba en hechos reales de la historia mexicana.
“Los primeros navíos de la marina mexicana” (1851) fue uno de los más tempranos cuentos publicados por Verne: ¿qué le interesó de México?
En ese relato lo que parecía fascinar a Verne era la historia reciente y los procesos de independencia que estaban ocurriendo en América Latina, particularmente en México. El contexto histórico de la obra está influenciado por los intereses comerciales de Francia en un México recién independizado, así como la intervención francesa en 1838-1839 durante la Guerra de los pasteles. El relato se centra en una parte de la historia naval mexicana, pero lo modifica para dar una intriga más atractiva a los lectores, manteniendo un tono de aventura. Sin embargo, Verne no se limita sólo a aspectos militares o políticos; también resalta el contraste entre el progreso y la regresión, un tema recurrente en su obra. Los retratos de los paisajes, las costumbres, la flora, y los mestizajes étnicos, muestran una curiosidad y fascinación por los elementos exóticos y diversos de la sociedad mexicana. La mención de las castas y las mezclas étnicas también refleja su interés por los aspectos socioculturales de la región. De manera que su interés por reflejar la riqueza cultural, natural y étnica de su sociedad, le permitió explorar estos elementos en su obra a través de una narrativa llena de intriga, aventura y observaciones de la vida cotidiana, tal y como luego haría con un sinnúmero de países en sus Viajes extraordinarios, a los cuales nos llevaba de la mano mediante logradas descripciones.

¿Existe correspondencia entre Verne y Dumas?
Sí existió correspondencia entre Jules Verne y Alexandre Dumas hijo: una treintena de cartas escritas entre 1864 y 1894, las cuales han sido publicadas. Ambos hombres de letras compartieron una relación de admiración mutua, aunque no estuvo exenta de complejidades. En la década de 1860, Verne se acercó a Dumas, quien ya era un escritor consagrado, con obras cumbre como La dama de las camelias, El medio mundo o Un padre pródigo. Dumas, siendo una figura influyente en el ámbito literario de la época, tuvo un impacto significativo en la carrera de Verne. Al comienzo de la misma, Jules incluso envió algunas de sus obras a Dumas para que las leyera y opinara. Dumas, por su parte, mostró interés en el trabajo de Verne y, lo respaldó.
¿Las obras de teatro de Verne ya fueron publicadas en español?
Sólo han sido publicadas en español tres obras de teatro. En 2017 la Sociedad Hispánica Jules Verne por medio de su sello editorial, Ediciones Paganel, publicó Viaje a través de lo imposible. Posteriormente, la editorial española Verbum ha publicado Once días de sitio, en 2018 y Un sobrino de América, en 2020. El resto de las obras de teatro de Verne, una treinta, permance aún inédita y nuestra Sociedad trabaja en un proyecto para publicarlas en ocho volúmenes. Yo mismo estoy al frente de la coordinación editorial de los volúmenes que, si todo sale bien, comenzarán a ver la luz este mismo año.
¿Trabaja en alguna otra traducción sobre Verne?
Sí, en dos novelas aún inéditas. Se trata de El bello Danubio amarillo, que es la obra original escrita por Verne que dio lugar a El piloto del Danubio, modificada por su hijo Michel. Además, trabajo en el original de Verne de La caza del meteoro, que presenta cambios notables con respecto a la versión publicada, siendo el más importante, la ausencia de Zephyrin Xirdal, personaje que fue introducido por su hijo al reescribir la obra y publicarla con el nombre de su padre. Estoy preparando en paralelo, la traducción de un tercer texto de Verne, también inédito en español. Se trata de la única crítica de arte escrita por el autor. Este texto ofrece una visión única del arte y la cultura del siglo XIX a través de los ojos de uno de los escritores más influyentes de la literatura. En ella aparecen seis artículos con motivo de la exposición de arte de 1857, en la que Verne seleccionó a 300 de los casi tres mil artistas presentes en el Salón para comentar sus obras, unos 500 cuadros en total.