What
remains of the forest takes place
in the exclamatory mode. Cindered
utterances in a tongue from which
everything trivial has been volatilized
…
Forrest Gander, “Post-fire Forest”
Forrest Gander escribe desde las fisuras: entre el cuerpo y la tierra, entre la lengua y el silencio, entre el amor y la pérdida. Además, su voz, una de las más importantes en la poesía contemporánea, ha tejido con sensibilidad las urgencias del planeta. La obra de este poeta norteamericano, traductor y geólogo, ha sido reconocida con el Premio Pulitzer (Be With, 2019) y se ha caracterizado por su mirada atenta al entorno natural y a la experiencia íntima del duelo.
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En libros como Twice Alive (New Directions, 2021) o Mojave Ghost (New Directions, 2024), Gander explora la interdependencia entre los cuerpos humanos y no-humanos, entre los lenguajes científicos y poéticos, entre el dolor personal y la catástrofe global. En esta entrevista, el autor nos habla del poder de la ecopoesía, de su colaboración con la naturaleza como forma de resistencia, del fuego como metáfora del amor perdido y de la poesía como acto de escucha frente a un mundo que se acelera hacia su propia distopía.
Me gustaría iniciar nuestra conversación hablando de ecopoesía. ¿Encuentras una línea poética que te hace converger a ti y a otros poetas dentro de esta corriente? ¿O se trata de una postura ética, por de más necesaria?
Gran pregunta. Bueno, primero, pienso que no hay tal oposición entre lo humano y no-humano, que nuestros cuerpos están compuestos de tantos otros organismos, incluso al nivel de nuestro ADN. Creo que uno de los más grandes equívocos humanos es pensar como Descartes, él dijo: “Pienso, luego existo”, como si el humano estuviera en medio de la nada y fuera el único que pensara. Pero nuestro pensamiento está siempre enlazado con el mundo y nuestros cuerpos se construyen de otros organismos. Esta clase de devastadora situación en la que nos encontramos, donde el ambiente está siendo degradado de manera veloz, las especies desaparecen y el mundo está calentándose, se debe a que nos pensamos tan distintos de la naturaleza; creemos que la controlamos y que está ahí para nuestro uso transaccional. Y pienso que una vez que nos percatemos de cuán parte de la naturaleza somos y qué tan dependientes somos de ella, podremos encontrar la manera de vivir en armonía con el resto del mundo. Y pienso que las ecopoéticas son eso: tienen una base ética, están tratando de llegar a un término en su relación con lo no-humano. Filosofías recientes, como la ontología orientada a los objetos, tienen que ver incluso con las rocas teniendo influencia en nosotros; incluso las llamadas cosas no-vivientes están en relación a nosotros de formas en las que quizá no estuviésemos conscientes antes. Otra cosa que encuentro interesante sobre las ecopoéticas es que casi cualquier otra corriente literaria que puedas nombrar, comenzó en Ciudad de México o París, y como siempre, con algunos hombres. Pero las ecopoéticas son el primer movimiento artístico o literario que surge en todas partes del mundo al mismo tiempo, en parte porque ahora tenemos la tecnología para hacerlo. Y desde el principio, algunas de las mayores representantes han sido mujeres, como Inger Christensen, poeta danesa, Coral Bracho, poeta mexicana, o Julia Fiedorczuk en Polonia. Sí, eso las distingue de otros movimientos artístico-literarios.
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En tu ensayo The Future of the Past: the Carboniferous & Ecological Poetics (1) haces un recorrido vital del planeta, desde su origen en el lodo marino hasta el imaginado porvenir cuando todo el carbón haya sido explotado por la especie humana. ¿Somos los autores de nuestra futura distopía?
Eso es algo en que pienso mucho. Especialmente ahora con la inteligencia artificial. Y mi hijo está seguro que es el fin de la escritura, de la literatura; que las computadoras pueden escribir cualquier cosa que una persona quiera. Y que en breve seremos los autores de nuestra distopía y que no habrá necesidad de escritores porque la inteligencia artificial puede escribir un libro que tenga todo lo que desees en un instante. Tal vez seas de la última generación que escribe libros, no lo sé. Lo que sé es que para mí, mis valores, lo que aprecio en la vida, ya sea que otros lo hagan también o no, tienen que ver con la literatura y la lectura. Para mí, el propósito de la poesía está lleno de valor ético, filosófico y artístico, y le ha dado un sentimiento de expansión a mi vida. Ha expandido mi conciencia, mi reino sensorial. Ha sacado de su ruta común a mis percepciones, por lo que la continuaré haciendo. Sin embargo, me preocupa el futuro. Su futuro. Será interesante.
Hablemos del vocabulario de la naturaleza en tu obra. Este lenguaje te permite crear un correlato de la intimidad. De los hechos más sensibles de tu vida. De los incendios que han abrasado al bosque interior de tu alma, me refiero a la muerte de tu esposa, la también poeta C. D. Wright. ¿Qué queda después del incendio?
Creo que eso es algo que los poetas están pensando y que es uno de los regalos de la poesía, en especial en estos tiempos en que nuestro lenguaje está siendo modificado por las computadoras y por las convenciones; que se está viendo reducido por los feeds de X y los emojis; que nuestro vocabulario, en cuanto al rango completo de experiencias, está siendo disminuido. La poesía puede sacar al lenguaje de eso. Es tarea del poeta reenergizar el lenguaje. Pienso que podemos hacer eso con la traducción. También podemos hacerlo hallando vocabulario de fuentes que tradicionalmente no se consideran vocabularios poéticos, como la ciencia.
Sobre qué queda después del fuego… es una hermosa pregunta. Me hace querer poner mi brazo sobre tu hombro mientras tomamos tequila. ¿Sabes? Creo que nos cuesta seguir adelante. No creo que sea posible volver a repoblar la zona del bosque que ha sido incendiada; nuestro duelo permanece con nosotros y nos cambia internamente. Y puede que nos rindamos, pongamos en pausa nuestras vidas, cometamos suicidio, o nos esforcemos por encontrar formas de articular el futuro. Para mí, parte de esto es saber que lo que ha desaparecido en el incendio, ya sabes, ese amor, esa intimidad, ayudó a construir quien soy. Todo esto sigue dentro de mí, los muertos siguen dentro de mí; uno los lleva consigo.
Esa es una gran responsabilidad que nos hace tomar muy en serio lo que hacemos y cómo nos aproximamos a las cosas. Esto es algo que pasa continuamente dentro del trabajo de Raúl Zurita, por ejemplo, él constantemente descubre que todo el mal que hay en el mundo también está dentro suyo, del cual de alguna manera es responsable, así como lo es de perdonarse a sí mismo y de perdonar al pederasta y al torturador. En su disyuntiva por encontrar el perdón a través del amor, es capaz de avanzar fuera de la zona del incendio.
Twice Alive es un ejemplo de resiliencia al incendio. Hablemos de la discreta forma de vida del liquen. De la sensualidad de ese poemario, donde se suceden metáforas de erotismo vegetal o fúngico.
Ese libro salió precisamente de ese ardor, de esa zona de incendio. Lo que descubrí fue que habiendo vivido con alguien que amé por tanto tiempo, estaba compuesto de ella. Ella estaba dentro mí. Siempre estará dentro mí, fui cambiado radicalmente por ella. Nos fundimos en el duelo y en el amor que experimentamos juntos de tal forma que nunca podremos ser separados, ni siquiera por la muerte. Con lo cual, cuando empecé a trabajar con este biólogo del liquen y comprendí que había formas de vida como el liquen, donde dos cosas pueden acercarse y converger y nunca más volver a ser lo que eran antes, porque han sido transformadas en algo más, en una nueva forma de vida, me pareció la metáfora precisa para la intimidad que había experimentado.
Volviendo a tu primera pregunta sobre los humanos y la naturaleza siendo separados… Debo decir que tampoco estamos separados de los otros reinos. Lo que algunos filósofos que han sido importantes para mí, como Emmanuel Lévinas, han estado diciendo todo este tiempo es que, solo cuando reconozcamos al otro y lo dejemos entrar de una manera profunda en nuestro interior, nos transformaremos en quienes realmente seremos.
Sobre la muerte de C. D. Wright, leí en algun lugar que interrumpió la escritura de una apropiación del Cántico espiritual de San Juan de la Cruz. Hablemos de Be With, una elegía a C. D.
Sí. Me gustaría decir antes qué pienso, y no soy el único que lo piensa, que C. D. fue una de las grandes poetas de su generación. El New York Times le hizo un largo obituario en el que decían que ella comprendió una escuela de exactamente un miembro. Su voz era única, tan dificil de traducir, que nadie podría comparársele. Ella era la persona más éticamente centrada que haya conocido. Y de las más graciosas también. Ella era un individuo raro. Donde quiera que voy, las personas que conocen su trabajo se acercan a mí para hablarme de ella, ahora también me escriben.
Hay un hermoso poema de W. S. Merwin llamado “Elegy”, y es de tan solo un verso: “Who would I show it to.” ¿A quién se lo mostraría? Porque escribes la elegía para la única persona que no puede leerla. Después de la muerte de C, no pude escribir por mucho tiempo. No sabía cómo, y no tenía ganas de hacerlo. Y cuando vino [el impulso de la escritura], sentí que casi la vomitaba, eso y que necesitaba un lenguaje distinto. No tenía el lenguaje para las dimensiones del duelo que estaba experimentando. Así que entré a un territorio nuevo, así como en los versos de San Juan de la Cruz: “Entréme donde no supe, / y quedéme no sabiendo, / toda ciencia trascendiendo.” Creo que ahí estaba, en un lugar que no reconocía y que estaba más allá de mi lenguaje cientifico o lógico. Un territorio en el que nunca había estado, y en el que me abrí a un tipo diferente de lenguaje, el cual era elegíaco y confesional porque necesitaba escribir honestamente. Si los poetas no escribimos honestamente, si no nos hablamos los unos a los otros con honestidad, entonces, ¿qué estamos haciendo? Yo quería hablar honestamente sobre mis inseguridades y remordimientos, y cómo están atados los unos a los otros.
En Mojave Ghost, al inicio tienes una nota donde confiesas cómo nació tu vocación por la ciencia, particularmente la geología. Nos hablas del desierto, una geografía compartida por Estados Unidos y México, un cinturón que se extiende desoyendo las precauciones fronterizas; es, hasta cierto punto, un fantasma.
Desde la más temprana historia humana encontramos personas yendo al desierto por la experiencia visionaria, en busca de algún tipo de respuesta. Cristo va al desierto. San Simón el Estilita está en el desierto. Algunos nativoamericanos incursionan dentro del desierto y no comen hasta que tienen una visión y entonces regresan. Y es porque, de muchas maneras, el desierto es como una hoja en blanco en la que no ves nada al principio, parece vacío, y exige de ti una escucha mucho más atenta. A veces puedes estar en lugares tan callados que escuchas tu propia sangre pulsar detrás de tus orejas. Pero mientras más escuchas y observas con mayor intención, más vida ves alrededor. Es bastante parecido a la meditación; es casi como caminar en las estaciones del viacrucis, donde pasas de un momento de intensa concentración a otro. Para mí, el desierto es un lugar de meditación, pero también está conectado a las memorias que mi madre me heredó, de mi nacimiento allí. He quedado fascinado con lo que vive en el desierto.
Tengo otro libro llamado El rastro (2), que la editorial Sexto Piso publicó, que tiene lugar en el desierto de Chihuahua.
Estoy muy atraído por escritores, como el gran poeta francés Edmond Jàbes, que escriben mucho sobre el desierto. Pienso que el desierto es un lugar para la imaginación y para una intensa forma de meditación. Es el silencio que no encontramos en nuestras vidas cotidianas. Y también, uno de los pocos lugares sobre la tierra que no ha sido penetrado completamente por el ser humano.
¿Es preciso que los poetas hagan suyo el reclamo de la crisis medioambiental? Quiero aportar un dato antes: en Mexico, al menos 102 ambientalistas han sufrido agresiones letales desde el 2019. En 2023, 20 personas defensoras ambientalistas fueron asesinadas, mientras que otras 19 fueron desaparecidas.
Jamás me atrevería a decir que los poetas deberían hacer esto o escribir sobre aquello. Creo que estamos llamados a escribir sobre lo que necesitamos escribir, pero odiaría no escribir, entre otras cosas, sobre las preocupaciones más centrales de mi tiempo. Y esta es una preocupación central de nuestro tiempo. La gente que dice la verdad está siendo asesinada por gente que no quiere que esto suceda, y podemos ceder ante ellos o no. Y como dices, es un riesgo, es parte de lo que hacemos. Quiero decir, es lo que decía antes sobre si el humano será transformado por la inteligencia artificial: que el valor de la poesía está conectado a valores humanos bien enraizados en el reconocimiento de la otredad, en la articulación de los matices de las percepciones y emociones humanas, y que siempre habrá otros tratando de limitar estas percepciones, de reducirlas. Eso hace de lo que hacemos algo importante, incluso si la gente no piensa que la poesía sea importante.
Finalmente, quiero pedirte que nos cuentes sobre tu primer recuerdo o el más atesorado del encuentro, de la experiencia estética, con la naturaleza.
Bueno, creo que lo menciono en Mojave Ghost. Me parece que la memoria más temprana que tengo es tomar arena del desierto con mi mano y llevarla hasta mi boca y descubrir, conmocionado, que no sabía como esperaba; eso y escupirla mientras me preguntaba qué era esta otra cosa que acababa de poner dentro de mi cuerpo. Lo que es interesante porque, en muchos sentidos, parece que trazó y puso en marcha el principio de una trayectoria: la noción de la naturaleza entrando en nosotros y nosotros no siendo distintos de lo no-humano.
(Traducción de Daniela I. De la Fuente Esquinca y Megan Mattheney)
Notas:
1. Véase Gander, Forrest. The Future of the Past: The Carboniferous & Ecopoetics. Chicago Review, vol. 56, no. 2/3, 2011, pp. 216–21.
2. La novela El rastro fue coeditada por Sexto Piso y la Universidad Veracruzana en 2017. Fue traducida por Pura López Colomé.