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“Vivimos tiempos con ciclos de atención en desplome. Tiempos de demasiada información, pero de alguna forma nunca suficiente. Tiempos de una guerra en contra de los hechos y la ciencia. Ésta es una época en la que nuestras mentes claman por información más nutritiva, por una mayor contemplación. Ese es el poder de los libros en una época como la nuestra. Los libros son nuestros antídotos y las bibliotecas, nuestros santuarios.”
Este fue parte del mensaje de la subsecretaria general de las Naciones Unidas, Melissa Fleming, en el Congreso Internacional de Editores, llevado a cabo recientemente en Guadalajara. Un congreso que contó con la participación de más de 200 editores, provenientes de más de 40 países.
Dos de los aspectos de mayor relevancia para la Unión Internacional de Editores son el derecho de autor y la libertad de publicación, que se llevaron una buena parte de las discusiones durante el congreso.
El tema de la libertad de publicación nos fue llevando, en un contexto más amplio, a analizar la situación de nuestras libertades alrededor del mundo, así como el estado de salud de las democracias a nivel internacional.
Como parte de un hilo conductor que resultó cautivador, el ilustre escritor, historiador y editor Enrique Krauze, abrió el congreso con una explicación histórica y filosófica del valor de la democracia y cómo ésta se puede perder.
“Hemos confundido o amalgamado democracia y república. Deberían ser, y en muchos casos han sido, compatibles y complementarias, pero no son idénticas. La democracia es la tarea política de los ciudadanos; la república es el andamiaje institucional y legal que la hace posible. Pero la democracia corre siempre el peligro de corromperse en demagogia, y es entonces cuando república y democracia pueden volverse antitéticas.”
“Para prevenir la corrupción demagógica, los griegos idearon reglas diversas para separar de sus cargos a los líderes que, abusando de la popularidad, buscaban una concentración excesiva del poder. Aunque al final Atenas sucumbió en manos de las tiranías y el posterior dominio macedonio y romano, justo debido al endiosamiento del poder. Grecia nunca recobró su democracia.”
Más adelante fue el turno de Staffan Lindberg, director del instituto sueco V-Dem, que investiga y provee anualmente un estudio sobre el estado de la democracia en el mundo. La información que nos presentó fue en verdad alarmante.
La democracia para la persona promedio en el mundo ha regresado a los niveles de 1985. Desde 2009, casi 15 años seguidos, la proporción de la población mundial que vive en regímenes autocráticos ha superado a la proporción que vive en sistemas democráticos.
En 2003 el 50% de la población mundial vivía en regímenes autocráticos. Para 2023, ese porcentaje pasó al 73%. Este fenómeno trae consigo la erosión de la libertad de expresión y la extinción de elecciones confiables, transparentes y certeras. Preocupante.
Después tuvimos la oportunidad de escuchar a Oleksandra Matviichuk, directora del Centro por las Libertades Civiles de Ucrania y Premio Nobel de la Paz, quien hizo un recuento escalofriante del choque violento de una autocracia con una democracia.
En alguna otra conferencia escuché a alguien decir que la guerra es la mayor demostración de la estupidez humana. Oleksandra nos lo dejó muy claro, con un testimonio desgarrador.
“Los países autoritarios consideran a las personas como objetos de control y les niegan derechos y libertades. Las democracias consideran que las personas, sus derechos y libertades son lo más valioso.”
“Esta no es sólo una guerra entre dos estados. Ésta es la guerra entre dos sistemas: el autoritarismo y la democracia. Rusia quiere convencer al mundo entero de que la libertad, la democracia y los derechos humanos son valores falsos. Porque no protegen a nadie en la guerra. Rusia quiere convencer de que un Estado con un poderoso potencial militar y armas nucleares puede romper el orden mundial, dictar sus reglas a toda la comunidad internacional e incluso cambiar por la fuerza las fronteras reconocidas internacionalmente. Y si Rusia tiene éxito, alentará a otros líderes autoritarios en varias partes del mundo a hacer lo mismo.”
“Sin embargo, estos tiempos dramáticos nos brindan la oportunidad de revelar lo mejor de nosotros: ser valientes, luchar por la libertad, asumir la carga de la responsabilidad, tomar decisiones difíciles pero correctas y ayudarnos unos a otros. Ahora, más que nunca, sentimos profundamente lo que significa ser humano.”
Oleksandra fue ovacionada por un auditorio al borde de las lágrimas. Con frecuencia estos conflictos nos parecen tan lejanos que nos sentimos indiferentes a ellos. El testimonio desolador de una de las víctimas nos permitió reconocer de manera empática la dimensión de la tragedia, con una empatía que justo los libros nos ayudan a desarrollar.
En este contexto, hay mucho que los editores podemos hacer y hacemos actualmente. Proporcionamos información curada y validada en contra de las noticias falsas. A través de la lectura, proveemos herramientas indispensables para desarrollar el pensamiento crítico, que es una de las bases fundamentales de la democracia.
Me siento orgulloso de ser editor, reconociendo la contribución que podemos y debemos hacer para un mundo mejor.
Debido al periodo vacacional, esta columna volverá a aparecer el 12 de enero. Deseo a mis amables lectores felices fiestas. Espero que sea un periodo de descanso e introspección.