Aunque Dante Alighieri, en el año de 1310, fue uno de los primeros autores medievales en diferenciar los tipos de humanos según el continente de procedencia, fue la religión el medio utilizado para expandir la idea de clasificar y diferenciar a las personas por su apariencia física. Un ejemplo de ello es el catálogo de “defectos naturales y morales de los habitantes” del Congo que, entre 1650 y 1660, escribió el fraile Giovanni Antonio Cavazzi; los llamó arrogantes, incapaces para el estudio y faltos de amor familiar.

En palabras del historiador portugués Francisco Bethencourt, esto resumió “los estereotipos cristianos sobre los negros africanos que perdurarían hasta el siglo XX”.

En entrevista, a propósito de la publicación de su reciente libro: Racismos: La historia del racismo de la Edad Media al siglo XX (Arpa Ediciones, 2025), el también catedrático de Historia en el King’s College de Londres ahonda en las cientos de prácticas discriminatorias: negación de ciudadanía a judíos, la conversión forzada de indígenas a la religión católica y los linchamientos públicos de negros americanos, por mencionar algunos.

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Marten de Vos, dibujo de América de la serie de personificacionesde los continentes, 1589. Museo Estatal de Hessen, Darmstadt, inv. no. AE440. Crédito: Tomado del libro “Racismos”
Marten de Vos, dibujo de América de la serie de personificacionesde los continentes, 1589. Museo Estatal de Hessen, Darmstadt, inv. no. AE440. Crédito: Tomado del libro “Racismos”

Sobre éstos últimos, los linchamientos, el autor señala que eran vistos como espectáculos y que de ellos que existen fotografías -usadas como postales- que muestran a los colonizadores acompañados de sus hijos presenciando estos crímenes. Años más tarde, los colonizadores exigieron al estado una compensación económica porque, desde su punto de vista, ellos eran los afectados y no los esclavos africanos. Por ese motivo, la abolición de la esclavitud en Estados Unidos tardó decenas de años en concretarse.

En su libro, Bethencourt examina cómo y por qué los prejuicios se han convertido en herramientas de control y explotación hasta nuestro presente.

Define al racismo como un “prejuicio sobre la ascendencia étnica asociado a la discriminación”. A nivel histórico, ¿qué estrategias han funcionado para erradicar el racismo?

Hay diversas formas de resistencia, por ejemplo, la de los indígenas americanos, la de los moriscos en la Península ibérica y de los conversos o cristianos nuevos de origen hebreo, por mencionar algunas del pasado.

Los indígenas americanos formaron alianzas para encontrar formas de protección y también surgieron las rebeliones como formas de resistencia más fuertes. Entonces, las revoluciones son importantes para afirmar la identidad de una población, pero las consecuencias son muy grandes ya que mucha gente muere y sufre enormemente. Las formas de resistencia son muy complicadas y de hecho pueden originar consecuencias contradictorias, pero son maneras de afirmación de una identidad.

Actualmente las estrategias son muy diferentes, están basadas en planteamientos legales que rechazan el racismo. Eso fue posible después de la Segunda Guerra Mundial, en 1948, con la Declaración Universal de los Derechos Humanos, ya que surgió la creación de un mecanismo legal que se difundió en todo el mundo y rechazó el racismo, la discriminación y los prejuicios de ascendencia étnica, con base en un marco legal para evitar prácticas discriminatorias. Sin embargo, la legislación permite crear una configuración que no impide completamente el racismo, porque hay un racismo no normado. Es decir, que existió un tipo de racismo, de cierta manera apoyado por el gobierno y la legislación existentes, como fue en el caso de Alemania durante la Segunda Guerra Mundial.

Hasta nuestros días, el racismo sigue siendo un medio negativo muy efectivo y pernicioso, pero ya no tiene un respaldo legal que lo sustente.

¿Qué relación hay entre racismo y discriminación?

Actualmente el racismo y los prejuicios son fenómenos de la vida cotidiana, por ejemplo, ofender a los otros solo porque tienen cierta fisonomía. Los prejuicios son muy arbitrarios y esa es una de las cosas que intenté explicar en mi libro, que las clasificaciones son muy arbitrarias y existen para manipular a partes de la población por motivos racistas, pero estos mecanismos sistemáticos siempre son originados y puestos en marcha por proyectos políticos. No son un fenómeno espontáneo. Algo basado en la espontaneidad podrían ser las personas que tienen prejuicios y ofenden a otros, pero movilizar estos prejuicios contra un grupo específico y de una forma sistemática para discriminar, es parte de un proyecto político y eso también lo intenté demostrar en el libro.

Usted indica en el libro que el genocidio cometido contra la población armenia suscitó la innovación del derecho internacional en 1915. ¿Cree que el actual genocidio en Palestina podría ser una causa para actualizar la legislación internacional?

Considero que la legislación internacional existe y la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 sobre el genocidio es muy clara, son actos que intentan suprimir una nación. La legislación está, el problema es que no es aplicada porque hay una idea de soberanía nacional que se opone a la legislación internacional ya que la Declaración Universal de los Derechos Humanos fue adaptada por regiones continentales y también por países. Las leyes existentes son adecuadas, pero en la práctica son completamente ignoradas, el problema no es el de encontrar una legislación nueva, el asunto consiste en dejar de ignorar la ley e implementar la legislación existente.

Usted propone que el “racismo no es algo innato compartido por toda la humanidad”, ¿por qué?

No encuentro formas de discriminación sistemáticas, encuentro prejuicios y no en todo el mundo, hay partes en las que el etnocentrismo no existe, racializar un conjunto de personas no es algo innato ya que la raza no existe, es una construcción humana. Racializar a grupos de personas, denigrarlas, disminuirlas, discriminarlas e impedirles el acceso a empleos y recursos, son maneras de una monopolización sistemática.

¿Por qué considera importante que las personas se informen de la historia del racismo?

La historia es muy interesante porque jamás es lineal. Uno piensa que finalmente se encontraron todos los argumentos para destruir ideas contrarias al desarrollo de la humanidad y después hay un cambio y todo retrocede, ese es el problema. Hoy vivimos una situación de retroceso muy parecida en diversos países, pero ante esto, lo más importante es mantener algunos principios básicos de entendimiento humano y eso es algo que se está perdiendo en la actualidad. Una consecuencia de las redes sociales digitales es que se ha creado una atmósfera social violenta, mucho más de insulto y de ofensa, las personas cuando están de manera presencial no dicen las mismas cosas que pueden expresar en el medio digital, lo cual conlleva a un deterioro del ambiente público y de las formas de socialización que suscitan una conflictividad y crispación muy grandes en las relaciones humanas. Yo creo que ese es un camino que no puede prolongarse más porque la gente siempre tiene la necesidad de solidarizarse.

También, estamos en un punto crucial para transformarnos políticamente, porque no creo que la política existente en algunas regiones, esa que está basada en el autoritarismo, la autocracia y en la violencia de extrema, desde una corriente de derecha, sea posible de mantener por muchos años más.

Recientemente, varios gobiernos han ofrecido disculpas por los crímenes racistas cometidos en el pasado: ¿históricamente eso ha ayudado en algo a las víctimas?

Eso es un problema, en lo moral y en lo práctico, relacionado a la indemnización. De cierta manera, es un avance reconocer que hubo una actitud histórica colectiva que favoreció a algunos a costa del sacrificio de unas vidas forzadas y difíciles de otros. Por ejemplo, la explotación colonial que realizó Europa en diversas regiones del mundo tuvo consecuencias desfavorables muy grandes para las víctimas, como en el caso de las personas indígenas. El reconocimiento del daño histórico hecho a otros pueblos es algo importante.

En los casos de Inglaterra, Países Bajos, España, Francia y Portugal se calcula que el beneficio económico actual, para la rentabilidad de estos países asociado a la explotación colonial, es del 10% al 20% de sus reservas. Entonces, hay una parte de este reconocimiento de la explotación que es importante, es un aspecto moral, la otra parte es la de reparar el daño y eso es algo que no se puede omitir porque hubo un enorme beneficio económico para los países colonizadores y existe la necesidad de pensar en estas posibles compensaciones financieras.

Es evidente que, desde un punto de vista monetario, es imposible resarcir todo el daño, porque si lo calculamos, estamos hablando de millares de millones, hay varios autores que han investigado y escrito sobre este aspecto. Entonces el problema es encontrar formas de compensación prácticas y económicas de apoyo, por ejemplo, programas de becas y de financiamiento de actividades.

En el caso de México, Felipe VI se negó a ofrecer disculpas a la población mexicana…

Es un problema político porque hay unas posturas muy reactivas a este tipo de reconocimientos, asociadas a ideologías muy de derecha y conservadoras, que tienen miedo de ser clasificadas como de izquierda y de ser más abiertas, moderadas y sensibles a la igualdad humana. Las corrientes de derecha más radicales consideran que no hay que reconocer nada, no aceptan que actualmente hay estudios históricos muy claros que fundamentan que el beneficio para los diferentes países de la explotación colonial fue muy importante y hay una utilidad económica reunida muy grande. Yo hablaba de 10% a 20% del rendimiento nacional y regularmente durante siglos hay un beneficio acumulado para la riqueza de esos países y resulta también que ese porcentaje de riqueza acopiada proviene de la explotación colonial.

Desde su opinión, ¿qué racismos fueron importados de Europa a México, Perú y Chile?

El racismo contra los africanos esclavizados, pero a su vez los prejuicios contra ellos se proyectaron contra los indígenas de otras regiones, como en el caso del continente americano.

El problema de la colonización es que además creó rutas privilegiadas que establecieron la conexión entre diferentes centros urbanos y la relación de los centros de producción donde hubo una inversión colonial más importante, por ejemplo, los puertos de exportación de productos. Hubo toda una explotación colonial que modificó, de cierta manera, el espacio territorial y esto tiene una consecuencia para los sectores que están más cercanos al centro o los que están en las periferias puesto que hay territorios que se encuentran fuera de las líneas de producción y de distribución de los recursos.

La colonización en general, con el impacto económico que tuvo, agravó las desigualdades entre territorios y esto provocó que los indígenas que están más distantes vivan en situaciones más aisladas y vulnerables, con menos posibilidades de desarrollo y negociación.

En el libro usted aborda el tema de la segregación espacial, ¿hay alguna relación de la gentrificación con el racismo?

La segregación espacial es claramente un fenómeno mundial basado en prejuicios sociales para justificar jerarquías, que centraliza el poder político, económico y religioso en una región en particular, lo cual genera una segmentación de la población y desplaza sistemáticamente a las poblaciones menos privilegiadas. La intención de las élites es la de no convivir con las clases trabajadoras y esto es discriminación, lo cual está pasando actualmente en muchos países en donde la gente que vivía en el centro de la ciudad, por un proceso sistemático, ya no tiene más poder económico para estar en ese lugar, lo cual es también un proceso de gentrificación y de expulsión contra la población que no tiene los medios económicos para resistir.

¿Cree que su libro pueda ser utilizado como un recurso antirracista?

Ese es el propósito, realizar una explicación y demostración de las prácticas racistas que son alimentadas por proyectos políticos de monopolización de recursos y evidenciar los mecanismos de creación del racismo que son muy semejantes en diversos momentos históricos, como lo son estigmatizar y proyectar prejuicios contra determinados grupos étnicos y después de eso ejercer una discriminación sistemática contra ellos. Este es el mecanismo normal de la práctica racista. Otro de los objetivos del libro es también el de exponer y denunciar este tipo de mecanismos para que las personas estén más conscientes y se resistan a este tipo de manipulación, lo cual es muy difícil. Por ejemplo, actualmente, en Europa hay discriminación y violencia contra ciertas minorías y se conocen bien los mecanismos que están por detrás de eso, pero es difícil organizar una resistencia a este tipo de división de las poblaciones.

¿Usted ha padecido algún tipo de racismo o discriminación?

No, porque socialmente me perciben como blanco. Pero yo nací en Portugal, en Lisboa, y fui testigo desde muy joven de los mecanismos de racismo que existen contra los colegas africanos, tuve algunos compañeros que fueron parte de los movimientos de liberación en Angola y Mozambique. Lo que fue muy importante en la discusión de aquellos años fue el rechazo de la guerra colonial y de las formas racistas que existían en las colonias.

Entonces, eso fue una experiencia indirecta de vida; también presencié cómo se manifestaban estas resistencias contra la dictadura o cómo fueron las posturas de solidaridad con los movimientos de liberación de las colonias y de apoyo a las poblaciones africanas que no querían continuar siendo denigradas por el sistema colonial.

Actualmente, ¿en qué proyectos nuevos está trabajando?

Tengo un proyecto que fue seleccionado por el Consejo Europeo de Investigación para trabajar sobre la cultura material de los cristianos nuevos de origen hebreo, quienes fueron una minoría histórica. Entonces, en los próximos años estaré trabajando sobre eso, pero tengo otro proyecto que he estado desarrollando, el cual consiste en estudiar la desigualdad, porque el racismo es parte de eso, pero hay mucho más que decir sobre la historia de la desigualdad social.

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