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¿Dónde descansan los aedos que la han elogiado? ¿Dónde los cantares de tantos días de gloria? Su nobleza pertenece a la epopeya y va ligada dócilmente a la niñez. Es ésa, en cualquier caso, la sensación que primero emerge. La edad en la que se confía sin recelo en las leyendas y en los héroes.
Ha constituido varias cosas a la vez. Una, ser origen y resguardo de pulsiones espirituales. Otra, manantial inagotable de sensaciones y aromas, de vivencias del paladar y del oído, lo mismo que fuente de una visión reiterada del paisaje urbano.
Fueron repentinas y constantes las visitas en una temporada. El motivo ni siquiera logramos asirlo; se ha extraviado en la memoria. ¿En todo acto la primera intención es revelar su propia imagen? ¿Cómo llamarlo o cómo describirlo, entonces? Rezumaba en derredor un aroma sutil a incienso y el sonido intermitente del repicar de campanas. Cada visita facturaba su propia huella.
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La segunda etapa aparece poblada de viajes frecuentes a Pátzcuaro, por la ruta ineludible de Morelia. Al cabo de los años ésta conserva su paisaje casi inmaculado, siempre recatada, de luz y de quietud con más que menos.
Preside una provincia asaz dotada de un ubérrimo y extenso territorio. Es la puerta de entrada al espacio verde e inmenso del cielo michoacano, que sólo acaba en los bordes azules del Pacífico.
Puede ufanarse de una serie de virtudes, como la airosa arquitectura, o las calles coloridas y ondulantes, en las que marchan contoneándose las bellas pobladoras. La majestuosa catedral, que a los ojos del viajero provenía de la escuela de Apolo. La rosada cantera, empotrada en la tierra y en el cielo. Los portales, que permanecen tan estimulantes y conservan los inconfundibles aromas de la cocina y de los alfajores.
Un resabio de melancolía provoca el tañer de las campanas. Por las mañanas o de tarde repicaban aplicadas. Al mediodía convocaban al Ángelus. Cantar tan tenue. En las notas del órgano también se derramaba una nostalgia pudorosa. Si enmudecieran del todo, habría grima en el cielo y en la tierra, en los templos habría desolación y nostalgia entre los muertos.