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La pomposamente autobautizada Nueva Escuela Mexicana (NEM) ya se había ocupado el año pasado de destruir a los libros de texto gratuitos (LTG). Eliminaron a los libros de matemáticas, ciencias y hasta del español. Los escolares mexicanos, según esto, van a aprender en las aulas resolviendo problemas de su comunidad, trabajando en proyectos conjuntos. Supuestamente, desarrollar habilidades básicas, como poder trabajar con enteros o quebrados, ocurrirá de manera automática cuando los niños discutan el problema del agua en su colonia. Desgraciadamente, al frente de la Dirección de Materiales Educativos de la SEP, quedó instalada una corriente obscurantista y anticiencia, cuya única misión parece ser destruir todos los fundamentos de una educación de calidad en México para convertir a los niños, desde el primer año de primaria, en activistas de un partido.
El siguiente golpe acaba de ocurrir. Los niños inscritos en las secundarias públicas ya no van a recibir este año el libro que se usaba para aprender inglés. Con el propósito de “ahorrar”, todo lo que los niños de secundaria aprenderán sobre el inglés está contenido en unas cuantas páginas, en español, que informan sobre pocos aspectos culturales de los países anglosajones, pero no proporcionan ni los mínimos rudimentos para aprender su idioma.
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Si la destrucción de los LTG para la primaria ya de por sí es un acto funesto, lo que sucedió en el caso de la secundaria es aún peor. Antes de que los talibanes mexicanos se apropiaran de la SEP, los maestros de secundaria podían escoger su libro de texto de un catálogo de libros producidos por editoriales privadas. El maestro de matemáticas, por ejemplo, podía seleccionar un libro, de entre diez o más alternativas producidas por prestigiosas editoriales. Los libros eran adquiridos por la SEP y se les entregaban a los alumnos. Era un mecanismo transparente y efectivo, porque las editoriales se esforzaban en competir a través de la calidad de sus materiales educativos. Todo eso se acabó, simplemente porque el Sr. Marx Arriaga decidió que era mejor que los niños no tuvieran libros a que estos vinieran de editoriales privadas. Y aunque la SEP no tiene ni los recursos, ni la intención, de producir algo de mayor calidad, lo que ahora tenemos son seis millones de niños en la secundaria condenados a la ignorancia (otros 600 mil acuden a las escuelas privadas).
Para muestra basta un botón: el libro “Lenguajes” de primer grado contiene solo 61 páginas sobre el “inglés”, pero el 95% está escrito en español. Nos enteramos de “situaciones de violencia”, de como identificar problemas comunitarios “en lengua inglesa”, de la diversidad cultural, de tradiciones literarias y de tradiciones artísticas. En unas 15 páginas, en total, se ofrecen ejemplos no de vocablos ni de gramática, sino de frases y párrafos completos en inglés. Como si los niños pudieran leer esas frases sin antes haber aprendido los vocablos y reglas básicas del idioma. El colmo del descaro es la página 224, que contiene un largo texto de Charles Dickens tomado de su “Villancico de Navidad”, un texto que sería difícil aún para estudiantes de preparatoria. Pero la NEM lo hace posible: los niños mexicanos leen a Dickens en original después de ofrecerles páginas y páginas de rollo en español. ¡Ah! y también a John Steinbeck y un texto en inglés de principios del siglo XIX, pocas páginas más adelante.
Marx Arriaga decidió que era mejor que los niños no tuvieran libros a que estos vinieran de editoriales privadas”
Raúl Rojas
Valga decir que ni siquiera en Cuba se aplican estas recetas oscurantistas. En el mundo moderno no hay otra alternativa que aprender inglés, si es que se quiere acceder a los libros más actualizados y la información en Internet más completa. Por eso los escolares cubanos aprenden inglés desde el tercer año de primaria, ininterrumpidamente, y hasta el tercer año de secundaria. Es decir, seis años de inglés en ese período educativo. En México ya lo logramos gracias a la NEM: cero años de estudio del inglés. En Cuba tienen además libros de matemáticas: ¿escuchaste Marx Arriaga?
Pero hay que poner en claro que esto solo va a afectar a aquellos que no se pueden costear la escuela privada. En México desde hace mucho las clases medias comenzaron a votar con los pies. Ese proceso se agudizó en este sexenio, sobre todo después de la pandemia. Solo en la transición del ciclo escolar 2022-2023 al 2023-2024 aumentó la matrícula en las primarias privadas en 89 mil alumnos y en 21 mil en las secundarias privadas.
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En las escuelas privadas los niños seguirán aprendiendo inglés, incluso desde la primaria. Eso explica también la indiferencia de las clases medias frente al desastre autogenerado por la SEP. El apartheid educativo que tenemos en México no ha hecho sino intensificarse gracias a la NEM. Los alumnos en las escuelas privadas seguirán aprendiendo matemáticas, inglés y ciencias, mientras que los pobres recibirán la educación propia de futuros peones laborales.
Lo he escrito y repetido durante todo este sexenio: ha habido muchos crímenes, como los 800 mil compatriotas que perdieron la vida por una gestión autoritaria de la pandemia, carente de la mínima empatía con aquellos que supuestamente vienen primero, los pobres. Han muerto otros 200 mil mexicanos por la violencia que el gobierno mexicano combate con abrazos a los narcos. Y hasta entran en cólera cuando un narco entrega a otro a Estados Unidos y lo declaran traidor a la patria (¿?). A las madres de los desaparecidos ni las ven ni las oyen. Pero todo eso son crímenes del aquí y ahora. Realmente el peor crimen que se puede cometer es cercenarles su futuro a los niños que acuden a las escuelas públicas. Ya lo sabemos: el secreto de la tiranía es mantener a la población ignorante. Esa receta milenaria la revive la nueva dictadura perfecta para atentar contra el futuro de México, que son los niños.
¿Y estando las cosas así, no es cínico proclamar que México “será potencia científica”?