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La poeta y activista May Ayim nació en Hamburgo el 3 de mayo de 1960 y murió en Berlín el 9 de agosto de 1996. Su madre, Ursula Andler, era alemana y su padre, Emmanuel Ayim, era ghanés. Ayim fue dada en adopción y pasó sus primeros años en un orfanato hasta ser acogida por la familia Opitz en Münster. Durante su crianza, los Opitz la educaron de manera severa, comparándola constantemente con sus hermanos e intentando borrar su identidad africana (“Aufbruch” 202).

Se especializó en psicología y pedagogía en la Universidad de Regensburg. Fue una de las primeras mujeres afrodescendientes en dedicar su vida a combatir el racismo sistémico en Alemania y a visibilizar las diásporas africanas en Europa. Su muerte, resultado de un suicidio, estuvo marcada por intensas luchas personales, incluyendo sobrecarga laboral, depresión, ansiedad, uso de medicamentos, crisis psicóticas y un diagnóstico no confirmado de esclerosis múltiple, que sumió sus últimos meses en una profunda desesperanza. Su obra lírica y ensayística refleja una sensibilidad profunda hacia temas como la amistad, el (des)amor, la búsqueda de sus raíces familiares en África y Europa, y la necesidad de historizar y construir una genealogía africana que desafiara el paradigma de la blanquitud imperante en Alemania a finales del siglo XX.

Este mayo de 2025 se cumplen 65 años del natalicio de esta poeta, por lo que resulta relevante hacer un recorrido por su producción lírica, la cual abrió camino para las generaciones posteriores de autores afrodescendientes en Alemania. La producción poética de Ayim se enuncia desde un yo camaleónico que crea surcos contracorriente, denunciando los constantes abusos y la negación de derechos de las diásporas negras en Alemania. La académica fue una de las fundadoras de la Iniciativa de Alemanes Negros en 1986, que buscaba dar visibilidad a las minorías raciales en el país germano. El trabajo pionero de Ayim, junto con el de otras activistas como Katharina Oguntoye y el apoyo de la también poeta estadounidense Audre Lorde, dio lugar al término “Afroalemán” (Afro-deutsch) en la década de 1980. Aunque el significado de esta denominación pueda parecer evidente, pues señala el carácter mestizo de una persona con herencia africana y alemana, otorgaba historicidad a las identidades diaspóricas que, hasta entonces, habían sido relegadas a los márgenes de la sociedad alemana y excluidas de los estudios sociológicos, históricos y estatales del país.

El trabajo académico de Ayim, publicado en el libro Mostrando nuestros colores: Mujeres afroalemanas tras la pista de su historia (1986) (Farbe bekennen. Afro-deutsche Frauen auf den Spuren ihrer Geschichte) trazó la presencia negra en Alemania. En este, Ayim narra la historia de la colonización alemana a partir de 1884 en países africanos como Camerún, Togo, Tanzania, Ruanda, Burundi y Namibia (y el aparentemente olvidado y perpetrado en este último país en 1904); la presencia de afrodescendientes durante las dos guerras mundiales en Alemania; la vida de estas personas en tiempos de posguerra; el racismo normalizado; y el borramiento estatal en el que se encontraban las personas negras durante la segunda mitad del siglo XX.

En sí, la importancia monumental de Mostrando nuestros colores no solo puso en el mapa la existencia de diásporas negras, sino que también reescribió la historia del país europeo y evidenció la falaz y tambaleante idea de Heimato tierra natal. Este término es de gran importancia en la cultura alemana, pues implica un ferviente (e incluso peligroso) nacionalismo y lealtad al pueblo mítico alemán, que indica más bien una cultura homogénea, blanca y pura. La creación de la contrahistoria por parte del activismo afrodescendiente dio pie a una revolución desde el campo intelectual, pero que también se llevó a la poesía como parte de la lucha que afianzó un lugar en el anteriormente blanco corpus literario alemán.

Ahora bien, el yo camaleónico mencionado al comienzo de este artículo se enuncia en decenas de poemas de Ayim, que van desde un yo poético autobiográfico hasta un yo activista que observa y denuncia. Estos poemas se publicaron en la colección Blues en blanco y negro (1995) (Blues in Schwarzweiss), en la que el yo poético de sus versos líricos, presente como testigo y participante, retrata aspectos de su vida como una mujer racializada que creció en la Alemania de la Guerra Fría y aborda temas como la adopción y el racismo.

El rango de los poemas abarca, por ejemplo, el yo doliente de la mujer ghanesa-alemana que busca a los padres biológicos que la dieron en adopción, como en el poema “conexiones remotas” (“entfernte verbindungen”); en este, el yo poético describe a sus figuras paternas y los arma como rompecabezas en los que intenta imaginar partes del cuerpo de los padres que podrían haberse replicado en ella, como las manos, los ojos y el color de piel. Tanto el cuerpo de la madre como el del padre biológico son construidos de manera fragmentada, pues solo se mencionan partes de los cuerpos ausentes:

las manos de mi madre

son blancas

Yo sé

que no las conozco

mi madre

las manos

las manos de mi padre

sé que

son negras

apenas lo conozco.

También es digno de mención el poema “afroalemana I” (“afro-deutsch I”). A diferencia de la mayoría de los poemas de la colección que se enuncian desde una “yo” racializada, “afro-deutsch I” narra desde una voz desconocida que escrutina a una “usted” (“Sie”), cuya voz nunca habla en el poema. El yo que enuncia podría identificarse con el de una mujer blanca racista que cuestiona la presencia de una mujer negra en Alemania, como si debiera regresar a su tierra natal africana a ayudar a su gente y no hubiera lugar en Alemania para la mujer afrodescendiente:

¿Usted es afroalemana?

... ah, ya veo: africana y alemana.

¡Es una mezcla interesante!

...

Si estudia mucho,

podría ayudar a su gente en África:

está destinada a eso,

¿A qué se refiere? ¿Quiere hacer

algo aquí? ¿Qué quiere hacer aquí?

En el poema, la voz que enuncia construye la subjetividad negra con base en estereotipos y falsa fraternidad, además de que nunca nos enteramos de las respuestas de la voz silenciada. Como lectores, solo construimos una figura borrosa de la voz silenciada a partir de las interrogaciones de la voz externa. En efecto, más que parecer un diálogo entre dos personas, el poema adopta el tono de un interrogatorio desde el inicio, al cuestionar la apariencia física de la voz silenciada (“¿Usted es afroalemana?”), exotizar su color de piel (“¡Es una mezcla interesante!”) y negar su nacionalidad alemana al sugerir que debería regresar a su tierra y asumir que “su gente” necesita ayuda. En este sentido, se construye un monólogo que evidencia el poder de escrutinio de la voz poética sobre la destinataria de las preguntas. Este poema es una muestra del racismo cotidiano y sutil que acompaña a las diásporas en Alemania.

Otro ejemplo del yo cambiante en la poesía de Ayim es aquel que se transforma en un nosotros(en referencia al nosotros de las diásporas afrodescendientes), que teme un resurgimiento del odio hacia las personas negras tras la Caída del Muro de Berlín en 1989. Asimismo, destacan las ideas de la realidad interrogada y la contrahistoria. Esto se refleja en el poema “blues in schwarz weiss”, que alude a eventos mayormente recordados como celebratorios, pero solo desde la perspectiva de la parte alemana blanca.

la Alemania reunificada

celebra de nuevo en 1990

sin inmigrantes refugiados judíos ni negros ...

lo celebra en un círculo íntimo

lo celebra en blanco

pero es un blues en blanco y negro es un blues

la Alemania unida la Europa unida los

Estados Unidos

celebran en 1992

500 años del día de la raza

500 años de explotación, esclavitud y genocidio

en América

y en Asia

y en África.

Por un lado, hace alusión al acercamiento físico y político de la nación alemana a finales de 1989 con la reunificación de los bloques socialista y capitalista y también a la celebración de los 500 años del llamado Día de la Raza en español o Kolumbus-Tag en alemán. Sin embargo, la voz poética habla de esa unión como un espacio exclusivo: la Alemania reunida celebra en un círculo blanco (lo celebra en un círculo íntimo / lo celebra en blanco). Las personas que pueden celebrar son quienes conforman el círculo íntimo de la piel blanca, mientras que los inmigrantes, las personas negras, los judíos y otras minorías quedan excluidas del discurso. Lo mismo ocurre con la conmemoración del Día de la Raza, la cual celebraba la llegada de las flotas europeas a países americanos, africanos y asiáticos. En este sentido, el poema de Ayim quita el foco de atención de los discursos oficiales nacionalistas y cuestiona qué tanto son incluyentes de las minorías o si realmente toman en cuenta sus historias o solo las fetichizan con celebraciones tales como El Día de la Raza o rememoran de manera borrosa el pasado de la colonización.

Es importante notar también la siguiente estrofa en la que la voz poética decide no hablar desde un yo, sino desde un nosotros (wir), como un colectivo:

es un blues en blanco y negro

1/3 del mundo

baila, los demás

2/3.

ellos celebran en blanco

nosotros lloramos en negro


(es ist ein blues in Schwarzweiß

1/3 der welt

zertanzt die anderen

2/3.

sie feiern in weiß

wir trauern in Schwarz)

En esta estrofa, la voz poética no solo engloba a las personas negras que son relegadas como “otras” en las celebraciones y días conmemorativos de Alemania, sino que también incluye a otras minorías y diásporas históricamente segregadas, como los inmigrantes o las personas judías, como ya mencioné en la página anterior. Como comenta Ela Gezen, la voz poética plural hace un énfasis en la idea de una comunidad internacional que comparte problemáticas parecidas (256). Esto es notorio en los versos anteriores, en los que la voz habla de una división del mundo, en la que tan solo un tercio de este es el que celebra por encima de los otros dos tercios. Así, al emplear una visión que transgrede y resignifica las celebraciones reconocidas a nivel internacional, la voz poética pone en entredicho la existencia de una Europa o un mundo conectado y unido, exponiéndolo como una idea ficticia en la que dos tercios del planeta (es decir, los grupos diaspóricos, las poblaciones de las excolonias o las minorías) carecían de una forma de expresión o de reconocimiento político, como sucedía con las personas afroalemanas durante el siglo XX.

La figura de la teórica y activista estadounidense bell hooks puede ser de ayuda para analizar un poco más a fondo la idea de los hechos históricos y las celebraciones alemanas en contraposición con el borramiento de minorías. En el ensayo “Elegir el margen como espacio de apertura radical”, reunido en el libro Afán(1990), la autora comenta que los discursos oficiales de los países del Norte Global crean a un “otro”, pero al mismo tiempo aniquilan su voz:

No necesito escuchar tu voz. Solo cuéntame tu dolor. Quiero conocer tu historia. Y después te la volveré a contar de un modo nuevo. Te la contaré de manera que se haya vuelto mía, propia. Reescribiéndote, me escribiré yo de nuevo. Aún soy autora, autoridad. Aún soy colonizadora, el sujeto que habla, y tú ahora estás en el centro de mi charla. (207)

De tal manera, escritoras como May Ayim intervienen los textos ya escritos con nuevas historias y testimonios sobre hechos históricos hegemónicos, por lo que el pasado se vuelve parte de su presente y su futuro. Recurrir al pasado para construir un futuro diferente se convierte así en una forma de intervención radical. El margen de escritura afroalemán funciona como una posición estratégica para reflexionar acerca de las culturas en las que se encuentran inscritos estos sujetos y, en particular, la manera en la que influye la descendencia africana sobre ellos en un contexto europeo. Para Ayim, el “otro” afroalemán, que no era reconocido legalmente en Alemania, resignifica su existencia mediante el recordatorio constante de que la idea de “unión” entre países o sociedades europeos era falaz, pues solo incluía a la parte que caía en los parámetros de la blanquitud. De esta manera, la poesía se convierte en un lugar de lucha.

La opresión se combate mediante la apropiación del lenguaje, un acto que permite la reconciliación, la unión, la renovación y la resistencia (hooks 200). May Ayim, a través del yo autoral y el yo lírico, reclama la autoridad sobre su propia identidad al escribir sobre su vida y convertirla en poesía. La escritura se erige como una auctoritas que le permite reescribir la historia oficializada, la cual intentaba diluir la violencia de la colonización y el racismo, para demostrar que su sombra se extendía todavía a lo largo del siglo XX e incluso el XXI.

Referencias:

“El Genocidio Olvidado - Radio Africa Magazine.” Radio Africa Magazine - Desplazando Centros. Descolonizando El Conocimiento, 8 Nov. 2023, .

Ayim [Opitz], May, et al. “Aufbruch”. Farbe bekennen: Afro-Deutsche Frauen auf den Spuren ihrer Geschichte, Orlanda, 1986, pp. 202–210.

---. Farbe Bekennen: Afro-Deutsche Frauen Auf Den Spuren Ihrer Geschichte, Orlanda, 1986.

---. Blues in schwarz weiss: Gedichte, Orlanda Frauenverlag, 1995.

Gezen, E. “May Ayim und der blues”. Monatshefte, vol. 108, no. 2, 2016, pp. 247–258, .

hooks, bell. “Elegir el margen como espacio de apertura radical”. Afán: Raza, género y política cultural, Traficantes de sueños, 2021, pp. 199–210.


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