La Segunda Guerra Mundial concluyó el 8 de mayo de 1945 con la rendición incondicional de Alemania, y en 1949 su antiguo territorio se dividió en dos repúblicas: la federal del Oeste y la democrática del Este, simbólicamente separadas por la cimentación de un muro en la ciudad de Berlín.

Desde luego, la escisión física del territorio germano tuvo su base en la confrontación ideológica entre el socialismo y el capitalismo, así como entre la Unión Soviética y el bloque occidental liderado por Estados Unidos, cuyo teatro belicista pareciera volverse a escenificar en Ucrania, mediante la colisión de dos maquinarias bélicas, decididas a aniquilarse mutuamente.

En este contexto, se inscribe la obra literaria de Bernhard Schlink (1944), quien alcanzó gran reconocimiento con El lector (1995), una novela que expone la relación sentimental entre un adolescente y una mujer policía que había servido al nazismo. Veinticinco años después, aparece La nieta (Anagrama 2023, traducción de Daniel Najmías), un relato de gran aliento que recrea el trauma de la reunificación de las dos Alemanias, a partir de la caída del muro en 1989.

La trama de la novela comienza describiendo la relación marital de Kaspar, un viejo librero, con su esposa Birgit, una mujer alcohólica que se suicida en la bañera sin revelar los secretos de un pasado que se remonta a 1964, cuando la pareja se conoció en Berlín del Este. A su muerte, Kaspar descubre unas memorias inconclusas en las que ella declara haber abandonado a su bebé recién nacida antes de conocerlo.

El resto de la novela relata las peripecias de Kaspar para encontrar a la hija perdida de Birgit, quien resulta ser Svenja, una mujer de cuarenta años casada con Björn. Ambos viven en una comunidad de supremacistas neonazis alemanes y son padres de Sigrun, una adolescente que debe negar el Holocausto y recuperar el heroísmo de personajes como Irma Grese, “La hiena de Auschwitz”, y Rudolf Hess, lugarteniente del Führer.

La novela dispone en perspectiva las visiones de Kaspar, el abuelo liberal y humanista, frente al odio racial de su nieta Sigrun, para quien la nación alemana solo podrá salvarse mediante la expulsión de todas las etnias ajenas a la cultura germana. El proceso de reeducación de la joven es tormentoso y pone al descubierto la crisis de identidad y los episodios xenofóbicos protagonizados por algunos grupos de jóvenes radicales europeos y norteamericanos, animados ahora por las élites gobernantes, como ocurre en Estados Unidos bajo la presidencia de Donald Trump.

En El grado cero de la escritura, Roland Barthes clasificaba una serie de obras literarias, con énfasis en El extranjero de Albert Camus, por su prosa sencilla, sin adornos excesivos y cercana al lenguaje de las crónicas periodísticas. Este estilo podría aplicarse también al de Bernhard Schlink en La nieta, ya que dichos rasgos se observan en el tono narrativo, ajeno al melodrama, a pesar de la crudeza de las escenas rememoradas. Además, el narrador presenta las acciones de forma objetiva, sin emitir juicios que diluyan las perspectivas contrarias, lo que induce a un punto de vista "neutral", aunque sin obviar las atrocidades del pasado.

La nieta es una novela que rememora las épocas salvajes de la historia alemana, con el propósito de no negar lo ocurrido, como pretenden los grupos nacionalistas, sino de buscar una reconciliación mediante los valores estéticos y culturales comunes a todos.

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