Más Información

“Sigo con confianza mi hospitalización en el Gemelli”, dice el papa Francisco; “descanso forma parte de la terapia”

Luisa Alcalde niega que Juan Pablo Penilla fuese asesor legal de Morena; el abogado aparece como defensor de “El Mayo”

Juan Pablo Penilla, abogado de “El Mayo” Zambada, pasó de recibir galardones a ser negado; Morena se deslinda de él

¡Febrero loco! Por frente frío 28 prevén lluvias en 5 estados; esperan temperaturas de hasta 40 grados en otros 8
Cuando nos preguntamos para qué sirve una empresa, la respuesta suele ser bastante obvia: para producir utilidades. ¿Alguna vez nos hemos cuestionado un poco más esta aseveración?
Ahora que recientemente tuve el honor de ser elegido vicepresidente de la Alianza por la Responsabilidad Social Empresarial en México, AliaRSE, me pareció relevante escribir al respecto.
El mundo cambió de manera radical a raíz de la revolución industrial, con la invención de la máquina de vapor por parte de James Watt, en el siglo 18. Con este movimiento, iniciado en Gran Bretaña, la economía pasó de ser agraria y artesanal, a una dominada por la manufactura de productos a gran escala.
Para la industria editorial el parteaguas fue un poco antes, con la invención de la imprenta por parte de Johannes Gutenberg, alrededor de 1455.
Pero, volviendo a la revolución industrial, ésta produjo una transformación sin precedentes en la sociedad. Dentro de muchos otros aspectos, uno de los más importantes fue el concepto de la división y la especialización del trabajo. Los trabajadores pasaron de ser artesanos, trabajando con herramientas manuales, a ser operadores de maquinaria, sujetos a la disciplina de una fábrica.
En una primera instancia, como en todo cambio, se profundizó la pobreza de la fuerza laboral. Sin la regulación y la protección adecuadas, así como con malas condiciones de trabajo que llegaban a la explotación laboral. Pero todo eso ha ido mejorando a lo largo del tiempo, sin duda.
Este nuevo modelo llevó también a las teorías económicas de la empresa, como las clásicas formuladas por Alfred Marshall, Joan Robinson y Edward Chamberlin, a principios del Siglo 20, sobre la maximización de las utilidades. De acuerdo con esta corriente de pensamiento, el objetivo único de una empresa era maximizar sus utilidades.
Sin embargo, el modelo comenzó a ser cuestionado desde hace mucho tiempo, incluso por algunos de los empresarios más exitosos de la época, como Henry Ford, quien decía, en consideración de la función social de la empresa, que: “una empresa que no produce más que dinero es una pobre empresa.”
Después de este preámbulo histórico y de regreso a la pregunta inicial, estoy convencido que, si bien la respuesta a la pregunta de las finalidades de la empresa de “producir utilidades” no es errónea, sí es muy incompleta.
Sostengo que la finalidad de una empresa debe basarse en cuatro pilares:
1) Ofrecer un producto o servicio de valor para la sociedad. Producir fentanilo, por ejemplo, no cumple con este criterio. Sin duda puede ser inmensamente rentable, pero destruye a la sociedad y mata a cientos de miles de personas cada año.
2) Brindar una oportunidad de desarrollo para todos los colaboradores de la empresa. Es fundamental centrarse en la persona. Toda actividad económica que no traiga mayor bienestar a la persona no es sostenible.
3) Generar utilidades. Por supuesto es importante, como una de las finalidades, más no la única.
4) Garantizar la continuidad de la empresa a largo plazo. Para ello se requiere también de las utilidades.
¿Será ético “maximizar utilidades” a costa del bienestar de las personas que las generan? ¿A costa de generar daños irreversibles al medio ambiente? ¿A costa de engañar y defraudar a consumidores?
Por ello, la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) ofrece una respuesta diferente. No es una moda, ni algo para quedar bien. Es una forma diferente de gestionar la empresa, que está siendo exigida por la sociedad. El modelo de RSE plantea una “prosperidad compartida”. Por cierto, me gusta mucho el término acuñado por esta administración federal, sin embargo, difiero profundamente de los métodos para alcanzarla.
En fin, la RSE debe ser nada más, pero nada menos, que el cumplir con las finalidades de la empresa, tomando en cuenta a todas las partes relacionadas y con énfasis en la persona.
Por ello es que la RSE debe de considerar la calidad de vida en la empresa, una gestión ética y transparente, el cuidado del medio ambiente y la vinculación con la comunidad.
Alguno de mis cuatro lectores se preguntará qué tiene que ver la RSE con la industria editorial. Además de que la RSE impacta en cualquier tipo de industria, los editores tenemos una responsabilidad adicional con lo que publicamos.
Las publicaciones de la industria editorial son resultado de complejos procesos de curaduría y selección cuidadosa de lo que habrá que publicarse. No nos podemos dar el lujo de improvisar. Esa es nuestra primera responsabilidad.
Adicionalmente, hemos sido un sector particularmente consciente de la RSE y la agenda 2030 de las Naciones Unidas. En los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible se recoge todo lo que podemos hacer, como individuos, como empresas y como naciones, por un mundo mejor.
La industria editorial es de las muy pocas que cuenta con un Pacto de los Editores por los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS), que han firmado más de 200 editoriales y asociaciones de editores en todo el mundo. Estamos comprometidos con la agenda 2030.
Un querido amigo me dice con frecuencia que “es buen negocio ser bueno”. Contra todos los pronósticos, basados en la máxima de que “en los negocios todo se vale”, mi amigo tiene toda la razón.
La eminente escritora Irene Vallejo, autora de “El Infinito en un Junco”, de imprescindible lectura, escribió recientemente un ensayo en “La Diaria Cultura”, al que tituló: “Me erotiza la gente buena”.
Dice que “La lógica de la competición a ultranza nos exige convertirnos en triunfadores. La bondad se ha vuelto en esta época “una deficiencia de carácter, una insignia de perdedores.”
Irene cita al historiador griego Tucídides, quien escribió que “La mayoría de los hombres prefieren que los llamen listos por ser unos canallas, a que los consideren necios siendo honrados. De esto último se avergüenzan; de lo otro se enorgullecen”.
También cita a Séneca, quien en sus famosas Epístolas a Luciliodescribió la convivencia como una arquitectura del cuidado: “La sociedad se parece a una bóveda, que se desplomaría si unas piedras no sujetaran a otras, y sólo se sostiene por el apoyo mutuo”. No somos islas, sino hilos entretejidos.
“La bondad asusta porque nos vuelve conscientes de la vulnerabilidad ajena, y de la propia. […] Por eso, nos obsesionamos con encontrar la seguridad en el éxito y, en esa carrera despiadada, negamos la alegría y el disfrute de los actos generosos.”
Llegó la hora de rescatar la importancia de la bondad y de sentirnos orgullosos, no avergonzados, de poder ejercer actos de bondad. La RSE no es una moda, sino un imperativo de la sociedad.