Las revistas son valiosas para la formación comunitaria de académicos y estudiantes, porque constituyen espacios de reflexión, intercambio y actualización del conocimiento. En las escuelas, especialmente en el bachillerato, las y los jóvenes aprenden a leer críticamente, a escribir y a vincular los contenidos de los cursos con los problemas del mundo contemporáneo.

Acorde con estas ideas, el Colegio de Ciencias y Humanidades ha publicado, desde 2019, la revista Latitudes, con el propósito de contribuir a la formación integral comunitaria en los ámbitos de las ciencias y las artes, mediante el acercamiento a obras y autores relevantes que motiven el análisis y el debate sobre temas de actualidad desde una perspectiva plural e interdisciplinaria.

Cuatro hombres y el tiempo, de Alfredo Castañeda. Crédito: Latitudes
Cuatro hombres y el tiempo, de Alfredo Castañeda. Crédito: Latitudes

Los primeros diez números de la revista Latitudes han desarrollado, entre otros temas, el ensayo literario; la amistad como valor humano; el oficio de pensar para recuperar el pensamiento crítico; el ejercicio de la memoria y su contribución a la identidad personal; los dilemas del lenguaje incluyente y las tensiones culturales; la ciencia y su papel transformador de la cosmovisión, y la relación entre los seres humanos y los animales.

Desde luego, los tópicos interdisciplinarios aparecen relacionados con los libros y su vindicación como instrumentos de la cultura: libros que deben su existencia a las habilidades de lectura y escritura promovidas desde las escuelas, para que los jóvenes logren remontar las redes sociales y vuelvan sus rostros de las pantallas hacia las páginas impresas.

En este contexto, el número 11 de Latitudes está dedicado a la defensa de la lectura como una actividad emotiva, placentera e intelectual que enseña al estudiantado a sentir, pensar y adquirir conocimientos para comprenderse a sí mismo y entender el mundo que lo rodea.

En el número 11 de la revista destacan diversas estrategias sobre las múltiples maneras de fomentar la lectura. Jesús García González considera que se debe aprender a leer críticamente con la guía del profesorado; Marco Fabio Reyes recupera las ideas del filósofo Schopenhauer, quien rechaza la lectura superficial, los malos libros y la erudición vacía, y en su lugar recomienda la relectura de los clásicos.

Por su parte, Juan Espinoza Rodríguez cita a Umberto Eco, quien confía en la supervivencia del libro más allá de la seducción de los monitores y tabletas. Así lo sintetiza el autor italiano en esta bella frase: “Las pantallas pasarán, los formatos se transformarán, pero el libro —ese objeto que se abre, se toca y se respira— seguirá acompañando a la humanidad.”

También podemos recordar, en este mismo sentido, al filósofo español Fernando Savater, cuando afirma que “los libros —a diferencia de los aparatos eléctricos— funcionan a costa de nuestra energía: somos su único motor.”

En conjunto, la revista Latitudes hace una defensa apasionada del libro y de la práctica lectora en una época de distracción masiva. Pese a ello, la lectura y la escritura deben ocupar el centro del quehacer educativo y cultural del bachillerato universitario y nacional.

En Latitudes, la lectura se concibe como una forma de libertad intelectual, de autoconocimiento y de construcción de comunidades lectoras. Es una herramienta de emancipación que humaniza, despierta la imaginación y mantiene viva la memoria colectiva. Frente a las pantallas, los algoritmos y la prisa, la lectura y el libro siguen siendo el mejor refugio del pensamiento y la imaginación.

Finalmente, como expresó Paulo Freire en su Pedagogía del oprimido, “La lectura debe ser un acto de amor.”

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