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“En el futuro no tendremos el doloroso espectáculo de dos pueblos civilizados armándose para la guerra y batiéndose por el honor de un calendario nacional”, sentenció Julio Verne, que tan sólo tres meses después de que publicó La vuelta al mundo en 80 días fue citado por la Sociedad de Geografía de París para explicar cómo fue posible que Philieas Fogg ganó 24 horas durante su odisea.
A dos miembros de esta asociación aún les parecía poco verosímil que el personaje principal del libro le quitara tiempo al tiempo, incluso Verne tuvo que describir cómo era este cruce entre los meridianos, como si el cuerpo humano lo resintiera: “La transición se hace sin sacudidas, de forma inconsciente, sea en los desiertos, sea en los océanos que separan los países habitados”, respondió el escritor, el 4 de abril de 1873.
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A diferencia de lo que imaginaba Verne, nuestro presente sigue marcado por la guerra entre naciones, el conflicto entre Israel y Palestina ha dejado una huella profunda en el 2023, pues el número de víctimas, heridos y desaparecidos aún es incalculable; de igual modo, continúa el enfrentamiento entre Rusia y Ucrania.
El 2023 también se ha caracterizado por la popularización de la Inteligencia Artificial (IA), si bien es algo que desde hace algunos años está presente en nuestras vidas, como los algoritmos de las plataformas de streaming o los vehículos autónomos, la irrupción de ChatGPT generó un amplio debate sobre el uso, beneficio y riesgo de esta tecnología.
En un ejercicio aventurero, quizá arriesgado, consultamos a escritores, editores, galeristas y curadores para vislumbrar las tendencias que pueden marcar al arte en 2024, para que al igual que Philieas Fogg le ganemos un poco de tiempo al tiempo y nos asomemos al umbral de las sorpresas que nos aguardan.
Literatura
“Las narrativas distópicas, apocalípticas y de terror están cobrando un nuevo auge, y no es gratuito. El mundo en dónde estamos, sobreviviendo, luce con un panorama bastante desolador”, cuenta el escritor Mauricio Montiel.
El 2023 registró un récord de fenómenos naturales extremos. Más de 200 incendios forestales arrasaron el noroeste de Canadá, el humo y mala calidad del aire se hizo presente hasta Nueva York; en Hawai, al menos 106 personas fallecieron debido a la propagación de las llamas del incendio más letal en los últimos 100 años de Estados Unidos; el huracán Otis destruyó más de 7 mil hectáreas de construcción en Acapulco. La lista es larga y devastadora.
“Veo un ascenso de narrativas relacionadas en indagar en lo qué nos espera. Hay una fuerte preocupación por el cambio climático; tramas sobre las consecuencias que estamos atestiguando y las que vendrán en el futuro inmediato. Habrá más narrativas con tendencia a abordar los efectos climáticos en el planeta y en los humanos”, agrega Montiel, Premio Latinoamericano de Cuento Edmundo Valadés.
El narrador destaca el debut literario de Cristina Lai con Landscapes (Two Dollar Radio), una novela que explora la memoria y la empatía ante el acecho del colapso ecológico. Otra muestra de esta inclinación es Fire weather (Penguin Random) de John Vaillant, obra que fue finalista en la última edición de los National Book Award. Mientras que el New York Times colocó a Chain-Gang All-Stars (Pantheon Books), de Nana Kwame, entre los 10 mejores libros del año, una novela distópica sobre presos condenados a muerte que buscan ganar la redención en un duelo televisado.
“Creo que los temas que resurgirán o emergerán están muy unidos a los problemas que aquejan hoy, sobre todo la guerra, el cambio climático, la necesidad de preservar lo que nos queda del mundo; son temas que estarán ahí”, coincide Karina Sosa, editora y fundadora del proyecto Zopilote Rey.
Mientras que para el escritor Vicente Alfonso los temas que cobrarán fuerza en 2024 están relacionados con la agenda pública: “Es un año electoral tanto en México como en Estados Unidos, y eso influye en todos los aspectos de la vida de ambos países. Temas como el debate en torno a la idea misma de democracia (porque las democracias están siempre en construcción), la migración y los desplazamientos forzados, la violencia, violación de los derechos humanos y su relación con la memoria toman cada vez más fuerza. Regionalmente, América Latina tiene también un ojo puesto en la Argentina y lo que ocurre con el incipiente gobierno de Milei”, apunta.
Los temas e incluso las formas que han tenido auge en el pasado —señala Alfonso— vuelven cada cierto tiempo. Insisto: el tema de la construcción de la democracia me parece central, y a éste van vinculados los temas de migraciones, exilios, y la construcción de las memorias individuales y colectivas que nos dan identidad. Celebro, por ejemplo, que haya una magnífica veta de libros que exploran las relaciones intergeneracionales, y concretamente con la generación de los padres.
En 2023 hubo una amplía oferta editorial que abordó la memoria y figura paterna como Literatura infantil, de Alejandro Zambra; La figura del mundo, de Juan Villoro; Últimos días de mis padres, de Mónica Lavín; Dios fulmine a la que escriba sobre mí, de Aura García-Junco, y Gabo y Mercedes. Una despedida, de Rodrigo García. “No es un ejercicio nuevo, porque ya en 1965 lo había hecho Ricardo Garibay con Beber un cáliz, quien a su vez tampoco inventó ni el tema ni la forma”, añade Vicente Alfonso.
“La literatura siempre habla de las estructuras, de cómo se van modificando las estructuras de poder, las ciudades, las familias, las relaciones interpersonales; creo que son temas que siempre están ahí, pero que buscamos reinterpretarlos”, recuerda Sosa, autora de Caballo fantasma.
Para Mauricio Montiel, en los últimos años hubo un retorno a la autoficción: “Después de la pandemia hubo un boom por este género, muchos escritores se quisieron insertar a la fuerza, pero ya se está agotando. Por supuesto que existen grandes escritores que practican esta corriente como Annie Ernaux, Premio Nobel 2022, al igual que Patrick Modiano, otro Nobel; pero en Latinoamérica se está cerrando el grifo de la autoficción y creo que es oportuno”.
Sobre la inteligencia artificial, las opiniones son encontradas, pero es innegable que también estará presente en 2024, desde sus implicaciones éticas hasta su posible uso como recurso narrativo.
“Creo que buena parte del furor que existe por la Inteligencia Artificial proviene precisamente del nombre, que vende la fantasía colectiva de haber creado una conciencia no-humana. Desde mi desconocimiento del tema, tengo la impresión de que es aún una herramienta muy limitada que por desgracia permite la automatización de muchas tareas, pero que en nada contribuye a la redistribución de la riqueza”, precisa Vicente Alfonso, Premio Bellas Artes de Crónica Literaria.
Mas que protagonistas o historias sobre la IA —comenta Mauricio Montiel— habrá experimentos dentro de la escritura con esta tecnología. Quizá lo que veremos es escritores jóvenes creando una parte de su obra con Inteligencia Artificial, que la apropien como un recurso, como fueron los blogs, las redes sociales, que eso ya pasó a la historia, que fue hace más de 10 años que los escritores empezamos a experimentan con Twitter.
“La conmoción y la manera de angustiarnos, conmovernos, cuando vemos un cuadro, cuando escuchamos música o leemos un libro no tiene nada que ver con la Inteligencia Artificial; lo más importante es que el arte nos conmueve y tiene que ver con la emoción humana, ahí es donde dista de la IA”, agrega Sosa.
Hay cierto optimismo —cuenta Alfonso— relacionado con la IA que no comparto. A lo largo del año, en muchas conversaciones con lectores, surgió esa inquietud. Mi respuesta fue que no hay aún aplicaciones que puedan escribir, por poner un ejemplo, un buen libro de crónicas, porque se requiere de una frase previa de investigación, de recopilación de testimonios y de observación directa que una máquina por sí sola no puede hacer.
Artes visuales
Parece un recuerdo borroso, pero el 2023 aún lo comenzamos con el uso obligatorio de cubrebocas en espacios cerrados y restricciones de aforo para conciertos, museos y otros espectáculos. El fin de la pandemia permitió un retorno pleno a los recintos culturales y a su vez algunos de ellos echaron la casa por la ventana.
En Ámsterdam, el Rijksmuseum reunió por primera vez 28 cuadros de Johannes Vermeer; el Museo de Orsay, en París, exploró la amistad y rivalidad entre Manet y Degas; en México, el Museo Jumex celebró sus 10 años y el MUAC causó furor con la exposición Juego de niñxs, de Francis Alÿs.
“Hay una vuelta al dibujo, un retorno a los eventos presenciales, a las grandes exposiciones que además están hechas en colaboración entre varias instituciones y que se pueden mostrar en diferente espacios”, señala Ana Elena Mallet, curadora y quien lidera la primera exposición sobre diseño latinoamericano moderno que cobijará el MoMA.
Para Kerstin Erdmann, socia de la galería OMR, México forma parte del circuito global al que se le presta mucha atención y donde las tendencias internacionales también se ven reflejadas de forma local. “Como en todos los reportes de mercado, se puede ver que la pintura figurativa, en especial la abstracta, es algo que llama mucho la atención de los coleccionistas. A nivel curatorial, galerías y museos continuarán impulsando a artistas marginados”, cuenta Erdmann.
Sobre los temas o narrativas que podrían acompañar las artes visuales en 2024 están las disidencias. “Es una parte muy importante, la idea de dar visibilidad a quienes no han sido reconocidos llámese minorías, mujeres indígenas, comunidades LGBTIQ+; ahí hay caminos y exposiciones que tienen que revisarse y que deben seguir nutriendo y fortaleciendo”, señala Elena Mallet.
“Con el estado que vive el mundo, será más importante que nunca regresar a cuestionar o abrir nuevas perspectivas; ahí está uno de los poderes del arte: no nos da respuestas fáciles, pero es algo que nos ayuda a entender el mundo y nuestro lugar en él”, apunta Brett Schulz, director de Material Art Fair, que en febrero el festival celebrará 10 años y ha sido clave en la escena de arte contemporáneo.
Definitivamente estamos viviendo en un momento difícil en el mundo —reflexiona Kerstin Erdmann— que las tendencias y las obras también seguirán abordando temas actuales como el cambio climático, género, el Black Lives Matter, los conflictos en Israel, Palestina, Rusia y Ucrania.
“En 2023 se mencionaba el arte Latinx, pero creo que está en vísperas de emerger y cobrar más fuerza. La identidad de las fronteras, en especial de México y Estados Unidos, será uno de los temas que se estará hablando más”, agrega Erdmann.
En febrero, el Whitney Museum nombró a la puertorriqueña Marcela Guerrero como curadora senior, primera latina con este nombramiento; una clara muestra del nuevo rumbo de uno de los museos más importantes de Nueva York. Otra muestra es la presencia del proyecto AMBOS (Art Made Between Opposite Sides) en el Museo Hammer de Los Ángeles, una colaboración de artistas binacionales que trabaja en la frontera entre Estados Unidos y México para impulsar sistemas de apoyo a migrantes a través de la artesanía.
La IA también permeará en las artes visuales. Ana Ellena Mallet recuerda que la muestra Unsupervised, de Refik Anadol, en el MoMA, que a través de esta tecnología interpretó y transformó más de 200 años de arte de la colección de este museo. La exposición —añade— fue exitosamente apabullante, no por la crítica pues Jerry Saltz la destruyó, pero el público la recibió con mucho entusiasmo.
“Esta tecnología, como la visualización de datos, será importante para mucho del arte que se va a generar el año que entra. Después de la pandemia tenemos clarísimo que la revolución digital es una realidad y que los artistas tienen que trabajar, cada vez más, con esas herramientas; no vamos a perder los soportes tradicionales del arte, eso se sigue reinventando, sumándose a nuevos discursos, pero estos usos de las nuevas tecnologías van a ser muy importantes”, define Mallet.
En el universo de Julio Verne habitan los avances científicos, el espíritu aventurero y la fantasía por describir un mundo en constante cambio, quizá el 2024 se pinte de algunos de estos chispazos.