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Mi padre habrá sentido miedo
la primera noche, en ese lugar feroz
Alejandra Pizarnik
Se ha puesto en marcha la disertación infinita,
el bosquejo que dará pie a un nuevo lenguaje
Charlie F. Ortiz
I
En la casa se escuchan voces infantiles
balbuceos del Abuelo:
aleteo mudo de colibrí.
Palabras comunes, impronunciables:
duele deletrear el mundo.
II
Cada domingo las niñas cuidan al abuelo
como a un recién nacido.
Las palabras ya no acuden a sus labios:
algo se desconectó en su cerebro
(dijeron los médicos).
Una parálisis le robó movimiento
equilibrio, verbos, sustantivos.
Cada domingo la vida es un círculo
que acaba donde comenzó:
lenguaje primigenio.
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III
Una casa al borde de la destrucción.
Abuela
dejas la escoba
pasas un trapo sobre la mesa
sirves café con gesto ausente.
Del rostro del abuelo cae una lágrima.
Le sonríes desde la cocina
tu mirada contiene su historia de amor.
IV
Las palabras han perdido su hechizo
ahora son un páramo blanco.
(Aquí habita la tristeza)
No se puede mágicamente invocar:
agua
pan
baño
sin errar en divagaciones
sin buscar el significado del margen
entre una palabra y otra.
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V
Las nietas repiten el abecedario
junto a la cama de Abuelo.
Las dos ríen al darse cuenta
de lo inútil del juego.
Una de ellas pregunta
por qué no puede hablar.
La más pequeña imita los gemidos huecos
que él balbucea.
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