Se malinterpreta la firmeza de carácter con ser malhumorado, estricto, exigente. Nada que ver con una personalidad hosca, sino que es, más bien, ser exigente con uno mismo. Como dice Steven Covey en su célebre libro (muy recomendado) Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, publicado por Paidós: “El secreto es hacer lo que tienes que hacer, aunque no tengas ganas de hacerlo”. Eso es firmeza de carácter.

Angela Duckworth es una psicóloga y autora estadounidense. Cuenta con una licenciatura en neurobiología por Harvard, una maestría en neurociencia por Oxford y un doctorado en psicología por la Universidad de Pensilvania.

Actualmente las políticas de la NEM tienden a igualar resultados dispares entre los alumnos y, por ende, a no reconocer el esfuerzo, aprendizaje y perseverancia de algunos. Crédito: Archivo de El Universal

Actualmente las políticas de la NEM tienden a igualar resultados dispares entre los alumnos y, por ende, a no reconocer el esfuerzo, aprendizaje y perseverancia de algunos. Crédito: Archivo de El Universal

Angela se hizo famosa por su obra Grit: El poder de la pasión y la perseverancia, publicada en español por Urano. En ella, argumenta que el éxito a largo plazo no depende tanto del talento natural, sino de la capacidad de mantener el esfuerzo y la motivación a lo largo del tiempo.

¿Cuál es el secreto del éxito? La clave del éxito no es el talento ni la suerte, como siempre hemos creído, sino una mezcla de pasión y perseverancia.

En su investigación, la Dra. Duckworth hizo infinidad de pruebas con alumnos en diferentes contextos, y descubrió un denominador común. Con frecuencia, los estudiantes más talentosos son sobrepasados en las evaluaciones por alumnos que habían estudiado más duro. Estos alumnos sentían una verdadera pasión por la materia y, a pesar de no contar con el mismo talento natural de otros, habían dedicado largas horas al estudio y habían superado a sus pares.

Un atleta olímpico como Michael Phelps cuenta con ciertas características físicas que lo hacen sobresaliente, sin duda. Pero jamás hubiera obtenido todas sus medallas de oro, de no haber sido por la pasión que sentía por la natación y la perseverancia para entrenar ocho horas al día, aunque no tuviera ganas. Aunque estuviera cansado, harto. Siguió entrenando, día tras día.

Mientras tanto, Joachim de Posada afirma, en una entretenida charla de TED Talks, haber encontrado el factor más importante para el éxito. En una investigación en la Universidad de Stanford, sentaron a un grupo de niños de 4 años en un salón, les pusieron enfrente un malvavisco (dulce esponjoso) y los dejaron solos durante 15 minutos. Les dijeron que, si al regresar el investigador los niños no se habían comido el malvavisco, recibirían uno más en recompensa.

Dos de cada tres niños no aguantaron la tentación y se comieron el malvavisco antes de tiempo. Después siguieron monitoreando a estos niños durante años y descubrieron que todos los que habían postergado su gratificación inmediata, habían tenido logros académicos sobresalientes. En comparación, los niños que se habían comido el malvavisco habían tenido importantes fracasos académicos. La investigación mostró que la capacidad de posponer una gratificación inmediata por un objetivo de largo plazo es un predictor fundamental del éxito en la vida.

¿En México, qué le estamos enseñando a nuestros niños? De acuerdo con la nueva escuela mexicana, NEM, las evaluaciones estandarizadas como Mejoredu y PISA son “neoliberales” y discriminatorias. Con base en este criterio, los maestros de educación básica tienen prohibido reprobar.

¿Qué dirían al respecto Angela Duckworth y Joachim de Posada? ¿Cómo medir el desempeño académico, sin una herramienta adecuada que permita conocer el nivel de aprendizaje de los conocimientos?

Eduardo Backhoff, quien es psicólogo educativo e investigador especializado en evaluación educativa, presidente del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), hasta su extinción en mayo de 2019, escribe en un reciente artículo que:

“… con la política gubernamental de no reprobar a los estudiantes, no nos debe de extrañar que 7 de cada 10 alumnos de 15 años no adquieran las habilidades y conocimientos básicos en matemáticas y que la mitad no pueda comprender lo que lee.”

“El ataque en contra de la información educativa no sólo ha sido institucional, sino también ideológico. Desde Palacio Nacional se instaló la narrativa de que las evaluaciones educativas son ‘innecesarias’, ‘neoliberales’ o ‘punitivas’.

¿Qué incentivo les queda, pues, a los niños, si no importa su esfuerzo, si al final acabarán igual que todos los demás? Es como si, en los juegos olímpicos se dijera que, con la finalidad de poner fin a la discriminación, todos los atletas recibirán una medalla de chocolate, sin importar el lugar en que hubieran quedado en la competencia."

Para algunos, este es el concepto de justicia. Igualar a todos, sin importar los méritos individuales. ¿Pero, qué nos dicen los grandes filósofos al respecto? Pensadores como Platón, Aristóteles, Cicerón y San Agustín creían en la igualdad frente a la ley, pero que la justicia es una virtud moral, que consiste en “dar a cada quien lo que le corresponde”.

¿El medir el desempeño académico es una forma de discriminación, o más bien la manera de dar a cada alumno lo que le corresponde, de acuerdo con sus talentos, su pasión y su perseverancia?

¿Por qué la intención de pretender igualar a los que no son iguales? Aquí podemos regalar títulos universitarios si queremos, en un afán igualador de la sociedad, pero eso no salvará del fracaso a legiones de jóvenes que no encontrarán un lugar en la sociedad del conocimiento de un mundo globalizado.

Todavía podemos corregir el rumbo, de tal manera que el talento, la pasión y la perseverancia de nuestros niños y jóvenes sean alentadas y reconocidas.

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