Más Información
Martes negro en Tabasco: ejecutan a 3 personas en dos municipios; suman 10 muertos a lo largo del día
Departamento de Estado de EU pide a personal de USAID en todo el mundo regresar al país; debe ser antes del sábado; reportan medios
“Brain rot”. La descomposición cerebral. Fundada en 1586, Oxford University Press es una de las editoriales universitarias y académicas más antiguas e importantes del mundo.
Oxford define el término “Brain rot”, que fue designado como la palabra del año por la prestigiosa universidad, como “El supuesto deterioro del estado mental o intelectual de una persona, visto especialmente como resultado del consumo excesivo de material (ahora en particular contenido en línea) considerado trivial o poco desafiante.”
La neurocientífica del comportamiento, Dra. Kyra Bobinet, explica las consecuencias del “Brain rot” de la siguiente manera: “las personas tienen dificultades con su capacidad de atención. Sienten que su mente está nublada, tienen menos concentración... No pueden realizar un trabajo profundo".
Quien nos recordó el término de “brain rot” fue la subsecretaria general de las Naciones Unidas, Melissa Fleming, durante su conferencia magistral en el reciente Congreso Internacional de Editores.
Y fue más allá, al afirmar que: “Peor aún, el flujo constante de contenido, gran parte del cual está contaminado con información errónea, desinformación y odio, es lo que ahora pasa por nuestra esfera pública.”
“Sin embargo, es una esfera pública que, con demasiada frecuencia, cierra el debate significativo. Un espacio donde trolls maliciosos silencian el disenso, atacan y expulsan a las voces vulnerables o minoritarias. Y dañan a personas en todo el mundo.”
“Sitios de noticias falsas, “deepfakes” [medios sintéticos, incluyendo imágenes, vídeos y audio, generados por tecnología de inteligencia artificial que retratan algo que no existe en la realidad o eventos que nunca han ocurrido] - desinformación tan convincente y personalizada que hasta los expertos verificadores de datos tienen dificultades para detectarla en tiempo real. Esto está erosionando la confianza en las instituciones, en la ciencia y en los propios hechos.”
Hannah Arendt, la historiadora y filósofa alemana que desarrolló el concepto de la “banalidad del mal”, escribió lo siguiente en relación con los regímenes totalitarios de su época:
“Mentir constantemente no tiene como objetivo hacer que la gente crea una mentira, sino garantizar que ya nadie crea en nada. Un pueblo que ya no puede distinguir entre el bien y el mal. Y un pueblo así, privado del poder de pensar y juzgar, está, sin saberlo ni quererlo, sometido por completo al imperio de la mentira. Con gente así, puedes hacer lo que quieras.”
La Sra. Fleming continuó afirmando que: “No es extraño que tanta gente ya no sepa qué creer. En las Naciones Unidas llevamos mucho tiempo advirtiendo que este ecosistema de información es tóxico y está causando graves daños a nuestro mundo.”
Diversos científicos, como la Dra. Maryanne Wolf, han advertido sobre las consecuencias de la pérdida de la capacidad de lectura profunda. El connotado investigador de la Universidad de Liubliana, Miha Kovač, nos habló en el Congreso Internacional de Editores sobre la importancia de la lectura de orden superior para el desarrollo del pensamiento crítico. Advirtió que:
“Estudios recientes de diversos tipos indican un declive de competencias y prácticas cruciales de lectura de nivel superior, como la lectura crítica y consciente, la lectura lenta, la lectura no estratégica y la lectura de textos largos.”
“El acto de lectura de alto nivel es un ejercicio de atención y paciencia cognitiva, que amplía el vocabulario y las capacidades conceptuales y desafía activamente las preconcepciones de los lectores. Son especialmente los textos extensos, como los libros, los que agudizan nuestras habilidades de lectura de alto nivel.”
“La lectura de alto nivel es nuestra herramienta más poderosa para el pensamiento analítico y estratégico. Sin ella, estamos mal equipados para contrarrestar las simplificaciones populistas, las teorías conspirativas y la desinformación y, en consecuencia, nos volvemos vulnerables a la manipulación.”
La revista Psychologs nos dice que: “Si bien los medios digitales son solo una herramienta que usamos, el consumo desenfrenado puede llevar a nuestras mentes a un estado pasivo o desconectado. Las consecuencias que trae pueden ir desde meras distracciones hasta un deterioro cognitivo extremo.”
“Estudios de la neurociencia moderna han sugerido que la sobreestimulación crónica (que generalmente es causada por la descomposición cerebral) puede afectar la neuroplasticidad (la capacidad de nuestro cerebro para aprender, adaptarse y desarrollar nuevas vías o conexiones neuronales). Para mantener nuestras mentes funcionando, necesitamos adoptar un estilo de vida más saludable para el cerebro y ser más conscientes del contenido que consumimos a diario.”
Frente a una audiencia de más de 200 editores de más de 40 países, reunidos en Guadalajara para el Congreso Internacional de Editores, Fleming nos ofreció la solución:
“Los libros son nuestro antídoto, y las bibliotecas, nuestro santuario.”
Según su planteamiento, una dieta más nutritiva en información consiste: “en obras de no ficción que entretienen y educan a la vez. Producidas por periodistas y autores éticos que actúan en beneficio del interés público. Publicadas por editoriales independientes que ejercen su plena libertad de publicación.” Ese es el poder de los libros en una época como la nuestra.
Justo ahí radica la misión de los editores: proveer, en toda libertad, información validada y curada, de textos que inviten a la reflexión y nos prevengan de la descomposición cerebral.
Los editores mexicanos estamos comprometidos con la educación y la cultura en nuestro país, así como con la tarea de proveer de estos valiosos antídotos contra la descomposición cerebral. Pero para ello se requiere también de una política pública en favor del libro y la lectura. Confío en que en esta administración se comprenda su importancia y se actúe en consecuencia.