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Para evitar sorpresas, como la que obligó a suspender a la mitad la tercera edición del Festival Paax GNP, que se realiza en el Hotel Xcaret Arte bajo la dirección de Alondra de la Parra, este año la cita se adelantó a la temporada de huracanes, brindándonos del 19 al 29 de junio once felices días durante los que pudimos escuchar muy buena música y ver muy buena danza en este exuberante entorno caribeño.
Para esta edición, la Maestra De la Parra programó seis conciertos sinfónicos, dos galas de ballet, un recital de música de cámara y un espectáculo multidisciplinario en los programas vespertinos; el horario nocturno incluyó nueve conciertos más relajados y al aire libre, salvo por un par de noches que la llovizna orilló a reubicarlos adentro del hotel; de estos, cinco fueron encomendados a una banda en residencia, The Amazing Keystone Big Band. Para cerrar, realizó un concierto masivo en el Foro Gran Tlachco del Parque Xcaret, en el que participaron niños de Yucatán, Campeche y Quintana Roo que forman parte de ese admirable proyecto llamado Armonía Social, que brinda educación musical durante todo el año y, durante el Festival, clases maestras impartidas por los extraordinarios atrilistas que conforman la Orquesta Imposible.
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Desde la primera noche, el festival nos recibió con el estreno mundial de una obra impresionante: Rapa Nui, un concierto para corno francés que el compositor catalán Oriol Cruixent compuso a la medida de Matías Piñeira, excelso virtuoso quien para interpretar esta pieza que rinde tributo a los habitantes de la Isla de Pascua también debió cantar y hacer sonar un caracol. Cerró esa velada la versión de 1949 de Suite Pulcinella de Stravinsky, compositor cuyos ballets han sido una constante del festival, pues días después escuchamos Petrouchka y, a la fecha, nos han brindado cuatro de ellos.
El viernes 20 Lydia Shelley cumplió como solista en el Concierto para violonchelo de Elgar; afortunadamente, esa noche Alondra se lució con la Sinfonía n. 8 de Dvorak. Con base en las más de dos décadas que llevo consignando su evolución artística, puedo afirmar que esta ha sido una de sus interpretaciones más contundentes. Fluida y plena de matices, me impactó por la profundidad que le confirió al Adagio; su dominio absoluto de la orquesta durante el delicioso Allegretto grazioso fue ¡de disco!
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La burbujeante Obertura de Gracewicz abrió el programa del día siguiente, que volvimos a disfrutar de un solista extraordinario, Daniel Hope, quien nos hipnotizó con su desgarradora versión del Concierto para violín de Britten, inmejorable contraste con una Sinfonía n. 7 de Beethoven tan desbordante, que Wagner habría vuelto a afirmar que esta obra es “la apoteosis de la danza”. Muy a mi pesar, el domingo el sol me cobró factura y no supe del festival hasta la tarde del lunes, que participé con José Luis Barros y Gerardo Kleinburg en una charla en la que abundamos sobre la personalidad de George Gershwin, protagonista del espectáculo “Gershwin, la vida en azul” que marcó esta jornada.
Ambientado con vistosas proyecciones, este espectáculo cuenta con tres figuras de incuestionable valía acompañando a Alondra: los bailarines Robbie Fairchild y Amelie Flores, y el pianista Thomas Enhco, cuya facilidad para improvisar es deslumbrante. La selección musical es espléndida y los arreglos, muy buenos, sin embargo, creo que este espectáculo puede mejorar mucho afinando un par de detalles. El primero: pulir las transiciones entre algunos números contribuirá a hacerlo más fluido, pues hay momentos en que pareciera que ya acabó, o que no saben salir del escenario.
Por otro lado, cuando la constante es un elenco de primerísimo nivel, la inclusión de artistas que no comparten tales estándares resulta notoria. Fue el caso de Neïma Naouri, quien dejó mucho que desear, tanto aquí, como en sus participaciones en el Dark Side: la noche dedicada a Ella Fitzgerald fue una afrenta, y mientras la padecíamos durante el tributo a West Side Story, una amiga me dijo “no sabré nada de canto, lo que sí sé es que ésta aúlla como patrulla”. Más precisa, no pudo ser. Continuando con el Dark Side, no faltaron quienes, añorando la espontaneidad desenfadada de las veladas de años anteriores, comentaran que la banda en residencia era todo, menos “Amazing”, ¡al menos no correteó al público como Tom Thum! En contraste, la presentación de Mane de la Parra fue el mejor indicador de qué quiere y prende al público.
Siempre he pugnado porque, a la par de algunos eventos de probado éxito, un festival debe ser novedoso. Presentar lo extraordinario. Aunque no todo vaya a gustarnos… Me reconozco entre los que “no entendió” la propuesta de Thum –por mucho que lo presentaran como el máximo exponente del beatboxing- pero agradezco que, así como escuchamos versiones memorables del Homenaje a Federico García Lorca de Revueltas, de la Música para cuerdas, percusión y celesta de Bartok y la electrizante Primera Sinfonía de Mahler que coronó el festival, también tuvimos la oportunidad de apreciar obras de cámara pocas veces escuchadas en vivo, como el Trio Pathétique de Glinka, los cuartetos de cuerdas de Beethoven y Mendelssohn que con tanta vitalidad recreó el Cuarteto Arod, y combinaciones tan inusuales como el dúo conformado por la marimbista Vassilena Serafimova y Thomas Enhco, quienes me sorprendieron al escuchar lo bien que fusionaron el timbre de sus instrumentos, ya sea tocando a Bach que al propio Enhco, quien a su faceta de pianista sumó ahora la de compositor: además de su Doble Concierto para piano, marimba y orquesta, presentó un originalísimo Tap Concerto que tuvo en Caleb Teicher al bailarín ideal para realizar su estreno mundial.
Y es que, si hay otro rubro intachable en este festival, es el confiado a Christopher Wheeldon, director artístico de ballet y coreógrafo en residencia de Paax. Él tiene a su cargo seleccionar qué bailarines vendrán, qué bailarán y con qué coreografías, ya sean propias o de algún invitado. Uno de los pas de deux más conmovedores que presenciamos fue Within the Golden Hour 2, bailado por Jessica Lind y Paul Simoens, y quien nos dejó sin aliento durante su variación de Raymonda fue Joseph Walsh. Para cerrar la Gala de Ballet, se estrenó una coreografía de Dani Rowe creada con base en el Concierto en fa sostenido menor de José White, en la que participaron seis de los doce “bailarines imposibles” presentes en Xcaret, aunque, para mí, la gran estrella de Common fue Yarrick Troman, el violinista que interpretó el solo del Concierto de White.
Por lo que anunció Alondra, habrá que asegurar cuanto antes nuestra asistencia a la edición 2026 del Festival Paax GNP, que se realizará del 23 de julio al 2 de agosto y seguirá rompiendo hitos, pues además de invitar a Rolando Villazón, planea traer a la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid para hacer un programa de zarzuela y continuar la saga Mahler iniciada este año, haciendo sus sinfonías 2 y 4.
Ante una perspectiva tan tentadora, ¿quién duda que vivirlo será increíble?