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Al igual que su obra literaria, la otra vocación de Franz Kafka, el dibujo, incluso la primera en manifestarse durante su juventud, fue condenada al ostracismo y eventual destrucción por su propio autor. En ambos casos, tal como se sabe, Max Brod fue el amigo que incumplió su voluntad, preservó y difundió su literatura. A varios sigue costándonos esfuerzo aceptar que Kafka deseara en verdad que se destruyera lo que le dio una noción de su existencia. Delegar esa responsabilidad era una manera de solicitar que no se cumpliera. Tal vez Susan Sontag, al decirle a su hijo, David Rieff, ese lacónico “ya sabes dónde están los diarios” que consta en Reborn: Journals and Notebooks, se comportó de manera semejante, aunque con más prestancia. Luego de leerlos sabrás que hacer, fue su tácito mandato.
Al igual que su obra literaria, los dibujos de Franz Kafka recorrieron un escabroso camino, incluso aún más. En algunas de las primeras ediciones de sus obras, Max Brod incluyó unos cuantos. Nunca se publicó en vida de Brod una edición con los dibujos completos. Luego de recorrer distintas e imprevistas estaciones, llegaron a la Biblioteca Nacional de Israel, donde los encontró Andreas Kilcher, especialista en la obra de Kafka, entre otros temas. Los publicó en 2021, bajo el sello alemán C.H. Beck Verlag, más de cien dibujos y bocetos, que de inmediato comenzaron a circular en editoriales de otros países. En el centenario de la muerte de Kafka, el investigador relata la historia.
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¿Cómo descubrió en 2019 los dibujos de Kafka, casi un siglo después de su fallecimiento?
Estaba al tanto de la historia del legado de Kafka. Un pequeño grupo de especialistas en su vida y obra sabían que todavía existirían dibujos en la parte del legado de Kafka que estaban en manos de Max Brod. No quedaba claro cuántos ni cuáles, pero sí que había una cierta desconocida cantidad que había permanecido en una caja de seguridad de Zúrich durante décadas. Brod sólo publicó unas cuantas piezas antes de su muerte en 1968, luego los dibujos fueron guardados bajo llave por su heredera, su secretaria Ilse Esther Hoffe. Entonces fue que, después de su muerte en 2007, la situación cambió. Luego de 10 años de juicio en Israel sobre el legado de Kafka perteneciente a Brod, finalmente fueron trasladados de Zúrich a la Biblioteca Nacional de Israel ubicada en Jerusalén y quedaron disponibles a la consulta pública desde el verano de 2019.
A finales de 2019 me encontraba ya en la Biblioteca Nacional y fui uno de los primeros en tomar los dibujos con mis propias manos
Andreas Kilcher, investigador alemán
Dado que yo conocía bien la historia, había seguido con detenimiento el juicio en Israel y escrito al respecto en distintos periódicos, me quedó claro de inmediato que tenía que viajar a Jerusalén lo antes posible para conocer a detalle lo que constituía la última parte desconocida del legado de Kafka. A finales de 2019 me encontraba ya en la Biblioteca Nacional y fui uno de los primeros en tomar los dibujos con mis propias manos. Fue un momento conmovedor. Entonces, sin dudarlo, inicié de inmediato el libro sobre los dibujos de Kafka, que fue publicado en alemán en 2021 y desde entonces en otros diez idiomas más.
Antes de pensar ser escritor, Kafka fue dibujante durante una parte importante de su juventud, principalmente entre 1901 y 1907, aunque siguió haciéndolo esporádicamente durante el resto de su vida. ¿Cuál era la atmósfera artística de la época que lo rodeaba, nacional e internacional? El joven dibujante trató con el grupo de artistas checoslovaco Ozma [Los Ocho]. Sabidas las dudas y tribulaciones de Kafka acerca de la calidad de su obra, ¿cuáles considera también que fueron las razones por las que renunció a su vocación de dibujante y se orientó hacia la literatura?
Durante su periodo como estudiante de leyes en la Universidad de Alemania en Praga, y al igual que otros amigos que cursaban la carrera como Oskar Pollak y Max Brod, Kafka estuvo interesado en la literatura y, lo que era apenas conocido, en las artes visuales. Este interés llegó muy lejos. Uno debe imaginar que, en ese entorno universitario, Kafka visitó exposiciones, asistió a cursos de historia del arte, a conferencias y debates, coleccionó arte y conoció artistas de manera personal. De tal manera, entró en contacto con diferentes corrientes artísticas. En primer orden, la revista Der Kunstwart, representante del arte premoderno alemán del siglo XIX. Después de 1900, una cantidad importante de exposiciones de arte más cercanas al modernismo llegaron a Praga, como las de Emil Orlik y Edvard Munch. Orlik fue, para Kafka, la introducción a una estética completamente novedosa. Desde Japón, el artista trajo una técnica de impresión de grabado sobre madera asociada a una estética de lo abstracto y lo lineal, lo cual contribuyó a la formación del estilo de Kafka, como dibujante y como escritor.
Por sobre todas las cosas, mucho de su sentido del arte y de lo visual como tal, fluyó en su escritura, incluido su estilo
Andreas Kilcher
Más tarde, alrededor de 1907, Kafka entró en contacto con Ozma, un grupo de jóvenes artistas checos y alemanes influenciados por el modernismo que emergía en París: el impresionismo, el expresionismo y el cubismo. Llegó a conocer a algunos personalmente y comprar algunas de sus obras, aunque sus dibujos muestran sólo una influencia parcial. Ese es el caso de Max Horb, a cuyas caricaturas se asemejan algunos de los dibujos de Kafka. Y en efecto, hubo ciertamente una época, tal vez entre 1903 y 1907, durante la cual Kafka pudo haber visualizado convertirse en un artista, aunque sin éxito. Es a más tardar a partir de 1909, cuando comienza la escritura de sus diarios, que Kafka comienza a darle preponderancia a la escritura como vía de su expresión artística, y paulatinamente dibujó cada vez menos, aunque no dejó de hacerlo sino hasta su muerte. Lo cierto es que, por sobre todas las cosas, mucho de su sentido del arte y de lo visual como tal, fluyó en su escritura, incluido su estilo.
En esos siete años dedicados a su primera vocación artística, Kafka contó con el tiempo suficiente para explorar su talento. ¿Cuáles son las características de estilo que impregnan sus dibujos? ¿Kafka se sintió a gusto con las clases de la escuela de arte en la Universidad de Praga y sus demandas académicas? ¿En algún momento sintió el interés por desenvolverse también como pintor o se concibió principalmente como dibujante? ¿Qué clase de materiales prefería para dibujar? ¿Llegó a pensar en un libro o solamente dibujó en hojas sueltas y en sus diarios?
Kafka principalmente dibujó, no pintó, y trabajó con medios muy simples como la tinta y el lápiz, los mismos que utilizó cuando escribía. Lo hizo en hojas de papel para escribir y cuadernos de ejercicios, así como en otros medios como catálogos, notas de lectura, y revistas —como lo harían más tarde los dadaístas. De tal modo que nunca trabajó con herramientas propiamente artísticas, sino básicamente con lo que fuera y que tuviera disponible, de manera espontánea, quizá porque su interés radicaba exclusivamente en dibujar, donde le fuera posible.
En sus dibujos fue minimalista y abstracto. Nos compartió su “japonismo” en el sentido de Orlik
Andreas Kilcher
El hecho de que el dibujo puede alcanzar su propia dignidad artística, sin concebirlo exclusivamente como el simple borrador de una pintura al óleo sobre un lienzo, era una concepción que sólo fue reconocida por los jóvenes artistas avant-garde durante la época de Kafka. Este solo aspecto vuelve los dibujos de Kafka una muestra de modernidad. Kafka también tomó algunas lecciones en la academia de arte, la mayoría de carácter privado, pero no le fueron de ayuda. Kafka fue un autodidacta —y un excelente observador. En sus dibujos fue minimalista y abstracto. Nos compartió su “japonismo” en el sentido de Orlik: alcanzando grandes alturas con unos cuantos simples y veloces trazos, su estilo personal de dibujar.
¿Qué vínculo hay entre los dibujos y la narrativa en Franz Kafka? Naturalmente, es un asunto “problemático”. Por una parte, Kafka nunca “ilustró” ni los manuscritos de sus libros ni sus diarios. Por la otra, Kafka “deslizó” sus dibujos en sus cuadernos y en hojas sueltas aquí y allá. Además, nunca trató de “explicar” sus dibujos. Un aspecto relevante fue Brod, quien incorporó algunos en ciertas ediciones de los libros de Kafka. Fue una suerte de “curador”. ¿Logró serlo?
La relación entre los dibujos y la escritura en Kafka es compleja. En primer lugar, la mayoría de sus dibujos fueron creados independientemente de su escritura, por lo que no pueden ser concebidos como ilustraciones. La situación cambia en algunos relativamente pocos casos como sus dibujos en diarios y cartas, esto es, que ocurren en el contexto de la escritura. En esos casos, los dibujos están vinculados a la escritura, y viceversa. No obstante, no son propiamente ilustraciones de los textos, puesto que, más bien, hay una tensión entre ambos.
En Kafka, el dibujo llega cuando no puede continuar escribiendo más. Refiriéndonos a los aspectos estéticos y formales de estilo, el vínculo de cualquier manera persiste, como he señalado. Algunas formas poéticas en su escritura pueden ser entendidas a través de sus dibujos. A la vez, al respecto de la simplificación y abstracción en sus dibujos, encontramos también que, en la descripción de los cuerpos en su narrativa, Kafka difícilmente se ocupa de los rostros, concentrándose principalmente en las extremidades y sus movimientos.
Max Brod intentó, alrededor de 1907, establecer una imagen de Kafka también como dibujante, aunque sin éxito
Andreas Kilcher
Max Brod intentó, alrededor de 1907, establecer una imagen de Kafka también como dibujante, aunque sin éxito. Fue hasta después de la muerte de Kafka, en su biografía de 1937, que volvió a intentarlo, pero sólo publicó una docena de dibujos hasta su muerte ocurrida en 1968. Kafka se había consolidado, por mucho, como escritor, y Brod entonces se mostró reticente y dejó de intentar instituirlo seriamente como dibujante. Brod dejó la faceta de dibujante de Kafka a un lado.