Más Información
Llega Navidad para choferes y repartidores; publican en el DOF decreto para derecho a seguro médico, indemnización y utilidades
Continúan la fiesta de Navidad en cantinas de la CDMX; "estoy pedísimo, pero a gusto y disfrutando", relatan
Los sofistas fueron un grupo de pensadores y maestros que florecieron en la antigua Grecia, principalmente en el siglo V a.C. Su influencia en la filosofía, la política y la educación ha sido significativa, aunque también generaron controversia debido a su enfoque pragmático de la verdad y la ética. A menudo se les asocia con la retórica y el arte de la persuasión, un campo que dominaban y enseñaban a jóvenes aristócratas que aspiraban a posiciones de poder. Entre los sofistas más conocidos figuran Protágoras, Gorgias, Hipias de Élide y Pródico de Ceos, quienes contribuyeron a una nueva manera de pensar sobre la realidad, el conocimiento y el lenguaje.
La clave del pensamiento sofista residía en su escepticismo sobre la posibilidad de acceder a una verdad absoluta. Protágoras, uno de los más influyentes, es famoso por su declaración: “El hombre es la medida de todas las cosas”. Esta frase sintetiza la idea de que el conocimiento es relativo, ya que depende de la percepción y la interpretación individual. En lugar de buscar una verdad universal, como hacían los filósofos presocráticos o Sócrates, los sofistas argumentaban que cada persona tiene su propia verdad, lo que hizo que su enfoque se inclinara más hacia la argumentación persuasiva que en la búsqueda de principios inmutables.
Lee también: Historia de la filosofía: Aristóteles, metafísica
El relativismo sofista generó una fuerte oposición, especialmente por parte de Sócrates y su discípulo Platón. Mientras que los sofistas cobraban por enseñar retórica y otras habilidades útiles para la vida política, Sócrates creía que estos mercaderes de la palabra distorsionaban la moral al promover que lo justo y lo injusto eran subjetivos. Platón, por su parte, los retrató en sus diálogos como manipuladores del lenguaje, capaces de argumentar a favor de cualquier causa, incluso las inmorales, si eso les reportaba beneficios. La famosa obra de Platón, Gorgias, es un ejemplo: ahí el filósofo critica la retórica sofista por ser una herramienta para manipular en lugar de aspirar a la verdad.
Pese a estas críticas, los sofistas desempeñaron un papel clave en la formación de la educación en Grecia. Fueron los primeros en profesionalizar la enseñanza y ofrecieron a la juventud ateniense habilidades esenciales para el éxito en la política y el debate público. Además, defendieron la importancia del lenguaje como herramienta para dar forma a la realidad. Gorgias, por ejemplo, consideraba que el lenguaje tenía el poder de generar emociones, cambiar percepciones y manipular creencias. En su tratado Sobre el no-ser, Gorgias incluso llegó a argumentar que nada existe y, si existiera, no podría ser conocido ni comunicado; esta idea subraya su escepticismo radical.
En el ámbito moderno, la influencia sofista puede verse en diversos campos, especialmente en la política, la comunicación y el derecho. El relativismo sofista, que plantea que la verdad depende de quien la argumenta mejor, es un eco que resuena en los debates actuales sobre el “posmodernismo” y la “posverdad”. En una era en que los medios de comunicación y las redes sociales juegan un rol crucial en la construcción de realidades, la habilidad para moldear narrativas y persuadir audiencias se ha convertido en una de las competencias más valiosas. La pregunta “¿Qué es verdad?” ha dado paso a “¿Qué versión de la verdad es más creíble o efectiva?”
En el ámbito político, los sofistas podrían ser vistos como precursores de los asesores estratégicos y de comunicación que diseñan discursos y campañas electorales. La retórica persuasiva, una de las artes dominadas por los sofistas, sigue siendo esencial en los debates contemporáneos, donde la capacidad de convencer al público, más que la adherencia a una verdad objetiva, puede determinar el éxito de una candidatura o una política pública. Aquí, la sofística moderna reside en cómo se construye y se vende una narrativa convincente, muchas veces al margen de los hechos o de la ética.
En la comunicación estratégica, el uso de marcos retóricos, la selección cuidadosa de palabras y la presentación de argumentos desde perspectivas favorables son prácticas cotidianas que beben del legado sofista. La lógica detrás de los mensajes publicitarios, los discursos políticos y las relaciones públicas está en gran medida anclada en la capacidad de influir en percepciones, más que en presentar hechos puros. Así como los sofistas preparaban a los jóvenes atenienses para destacarse en la asamblea o en los tribunales, los especialistas en comunicación hoy preparan a sus clientes para dominar el discurso público.
El derecho también es un ámbito donde la influencia sofista es evidente. Los abogados, al igual que los sofistas, utilizan la retórica para argumentar su caso, buscando inclinar la balanza a favor de su cliente mediante el uso efectivo del lenguaje. La justicia, en este sentido, puede depender de la habilidad de los abogados para presentar la evidencia de manera que resulte más persuasiva para el juez o el jurado. Esto no significa necesariamente que la verdad quede subordinada a la retórica, pero sí que el proceso legal se nutre de la capacidad argumentativa, una habilidad que los sofistas promovieron hace siglos.
En el ámbito filosófico, aunque el escepticismo sofista fue criticado por Platón y Aristóteles, su influencia no desapareció. El relativismo y el escepticismo, rasgos característicos del pensamiento sofista, resurgieron en diversas formas a lo largo de la historia, particularmente en el pensamiento moderno. La filosofía contemporánea, con figuras como Michel Foucault, ha retomado el cuestionamiento de la verdad y el poder del lenguaje para construir realidades, algo que los sofistas ya habían anticipado en la antigua Grecia.
La filosofía sofista, con su enfoque en la persuasión, el relativismo y el poder del lenguaje, ha dejado una huella profunda y duradera en el mundo moderno. A través de la política, el derecho, la comunicación y la filosofía contemporánea, las ideas que los sofistas promovieron siguen siendo relevantes, demostrando que el poder de las palabras y las percepciones sigue siendo una de las herramientas más poderosas en la vida social y política actual.