Reyna Paz Avendaño
Hoy la vida es sinónimo de supervivencia. En el día a día miles de personas se adaptan a las consecuencias de alguna catástrofe: sequías, inundaciones, autoritarismos, desplazamientos forzados, feminicidios, narcisismos... Esos escenarios postapocalípticos han hecho que en el Caribe la escritura de ciencia ficción tenga un boom.
“El mundo está en crisis, tenemos la emergencia ambiental y política, entonces en este momento la ficción especulativa parece realismo sucio”, afirma Melanie Pérez Ortiz, compiladora del libro Confederación eléctrica antillana. Antología de ciencia ficción caribeña (Elefanta, 2024), obra que recién llega a las librerías mexicanas.
La también catedrática de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras se dio a la tarea de reunir a 31 escritores de Cuba, República Dominicana y Puerto Rico para mostrar, a través de relatos, los escenarios futuristas que visualizan: islas destruidas por la fuerza desmedida de los huracanes, una atmósfera irrespirable por la devastación ambiental, personas usando partes biónicas o pieles sintéticas y sociedades gobernadas por la inteligencia artificial.
“Si hablamos de cuáles son las crisis específicas en Puerto Rico, tenemos que decir que estamos declarados en quiebra desde la época de Obama, el gobierno no podía pagar sus deudas que ascendían a 80 mil millones de dólares. Eso es por corrupción gubernamental, eran los funcionarios prestándose a sí mismos, se robaban lo que tomaban y después lo teníamos que pagar todos”, menciona Pérez Ortiz.
A ello se suma la declaración de la Ley 60 que da beneficios a los extranjeros para que lleguen a la isla y hagan negocios. Las consecuencias han sido el encarecimiento de la vivienda y que cerca de cien mil puertorriqueños migraran a Estados Unidos. “Nos estamos despoblando, el índice de natalidad es muy bajo y se les está priorizando a los extranjeros, mientras que nosotros, los puertorriqueños, nos están cobrando el doble y el triple por todo; hay inflación, la crisis se siente bien apretada aquí”, agrega.
En ese contexto, la mayoría de los cuentos de Confederación eléctrica antillana, reunidos en el capítulo dedicado a Puerto Rico, hablan de supervivencia. Por ejemplo, la escritora Ana María Fuster Lavín en el relato “Al otro lado, el silencio (la resistencia)” plantea un exterminio de la población por parte del gobierno aprovechando que el país quedó destruido por un huracán y una pandemia. O en el cuento “El hábito hace al monje” de Pedro Cabiya, narra cómo un rufián (el dalek) inicia su vida prófuga por la ciudad-estómago del planeta Ol.
“Lo digo en mi libro La revolución de las apetencias, la literatura actual reinventa los mitos porque el mito que construye la modernidad está en crisis y los seres humanos somos seres narrables. En Puerto Rico, la literatura es política y su forma de interactuar con el presente es buscando nuevos modos de relatar lo común”, afirma Pérez Ortiz.
La catedrática señala que es necesario pensar como el fénix: siempre que muere una cosa nace otra, los seres humanos necesitamos una narrativa para organizar la vida —son los mitos, a fin de cuentas, aunque sean mitos modernos—, de lo contrario nos volveríamos locos, esquizofrénicos.
“La literatura se está reinventando. Cuando hay crisis significa que algo terrible ha pasado, pero también es una apertura a que nazca algo nuevo. En una crisis, el gobierno colapsa porque es incapaz de resolver, el problema los excede, entonces la gente se hace cargo. Ustedes en México lo han vivido con los sismos”, apunta.
Pérez Ortiz recuerda que en 2014 asistió junto con Rafael Acevedo, autor puertorriqueño referencia en el género de ciencia ficción, a la Feria Internacional del Libro de La Habana, donde se advertía lo peor para su país.
“Lo dijimos ahí. Nos fue pésimo porque además de la deuda llegó la crisis ambiental, subió el nivel de los mares, se erosionaron las costas y ahora los huracanes son más grandes de lo que la ciencia había contemplado, en el sentido de que llegaron a categoría 5, Irma y María destruyeron Puerto Rico en 2017, la velocidad de sus vientos eran tan excesivos que había que inventarse una categoría 6 para describirlos”, platica.
Ante ese panorama, la también autora piensa en una novela que causó eco en su país: Habana Underguater, del cubano Erick Mota quien plantea una vida distópica que mira el triunfo de la Unión Soviética, ve al fragmentado y tercermundista Estados Unidos y a una Cuba semi inundada por el paso de un huracán donde convergen redes tecnológicas mezcladas con lo religioso.
“Es decir, somos islas y el mar, en vez de aislar, lo que hace es conectarnos. El Caribe siempre ha estado en comunicación con las otras islas y también con el resto del mundo porque somos islas-ciudades-puertos”, destaca.
La catedrática regresa al tema de la Feria Internacional del Libro de La Habana, menciona que ahí nació el Congreso de Ciencia Ficción y Literatura Fantástica del Caribe que desde 2015 se organiza de manera anual; además, de cierta forma, fue la génesis del libro Confederación eléctrica antillana.
“La ciencia ficción te permite hablar de utopía, distopía, heterotopía y como es un género que la crítica literaria considera menor, no le presta atención y así se evita la censura en gran medida. En La Habana entendimos que Cuba tiene una gran tradición de ciencia ficción, se practica mucho por el contexto político, y fue a partir de esa invitación que nos pusimos, Rafael Acevedo y yo a organizar el Congreso, sólo así iniciamos los lazos con autores del Caribe”, recuerda.
¿Las editoriales en Puerto Rico publican ciencia ficción?
El género vive un boom, lo que pasa es que las editoriales son pequeñas, las grandes la economía ya las mató. La editorial de la Universidad incluso ahora se está tratando de revivir. Existió Ediciones Huracán, de Carmen Rivera Izcoa quien creó la literatura de los 70 y la nueva historiografía, pero no hay muchas más de las históricas ni de las institucionales.
El trabajo que se hace es anarquista colaborativo: si hay alguien que escribe un texto de ciencia ficción y está bueno seguramente consigue a quien dárselo, sino pues crea un editorial y se publica a sí mismo. Por eso el Congreso que organizamos da conocimiento sobre lo que está pasando en otros países.
Miedos y manipulación
Ganar likes a como dé lugar para que te reditúe en dinero, pero sobre todo en fama, es decir, que todos te vean y sigan como a un dios. Ese es el escenario que plantea el escritor cubano Erick Mota en el relato “El precio de la inmortalidad” donde el protagonista quiere ser más que un influencer y acepta los riesgosos retos que le sugiere una voz artificial.
Este cuento incluido en la antología Confederación eléctrica antillana, en el apartado de Cuba, hace una crítica a la popularidad que generan las redes sociales, a la incidencia política de empresarios y al nacimiento de nuevas formas de manipulación.
“Escribo sobre los miedos que uno tiene y los escritores de ciencia ficción exageramos esos miedos. Ese relato lo escribí en un momento en que estaba aterrado por las redes sociales porque en mi época los únicos que te mentían eran los políticos, ahora te mienten todos. Es un tema que me apasiona por una simple razón: soy de la generación que luchó para que internet existiera”, platica el también editor de Disparo en Red.
Cuando Erick Mota era universitario salió la versión Windows 95 y él se pronunció a favor del internet cuando en su país había una oposición a la masificación de la conectividad, sin embargo, que hoy eso sea negativo y que haga ver que su defensa fue una equivocación, provoca que el escritor aborde a las redes sociales desde la investigación sociológica porque se niega a pensar que el progreso es malo.
“Cuando surgieron los drones en la guerra e inició la herramienta de reconocimiento facial, hubo un debate sobre si debían usarse, si las máquinas deberían violar la famosa e imaginaria Ley de Asimov: no matar a un ser humano. Recuerdo que dije que el dron y los robots matarían a las personas igual que lo hacen los humanos, pero al menos no habría crímenes de lesa humanidad porque el dron sabe su blanco y si acaso se equivoca, mataría a uno de más, pero harían cosas menos terribles de lo que puede hacer el humano”, señala.
El autor retomó esa discusión para aplicarla a la inteligencia artificial. En el relato incluido en la antología afrocaribeña coloca a Siri y Alexa como inteligencias que ocupan el cargo de presidentas.
“Supongamos que la inteligencia artificial tiene el poder y es peligrosa para nosotros, está bien, pero no hará nada peor de lo que ya hacen los políticos. En otra conversación se me ocurrió la idea de por qué no pensar una sociedad en la que las inteligencias artificiales ya son políticas, ¿en qué superan a los políticos actuales y en qué no los superan? Sin duda, en la parte de mentir, los políticos actuales siguen con ventaja”, añade el también autor de El foso de Mabuya.
El miedo que ahora le interesa explorar a Erick Mota, desde la literatura, es la próxima frontera.
“Me atemoriza la manipulación, el control social a través de la cultura, de la personalización de la verdad, ya da igual si es una inteligencia artificial o una élite económica. Al leer una noticia no sabemos si es real o no. Las nuevas generaciones consideran que una mentira es algo bueno si a través de ella vendiste un producto o tuviste una donación correcta para los niños de África, por ejemplo. Es decir, el fin y no los medios”, comenta.
Ese cambio de paradigma le parece al autor una manipulación en sí misma. “No considero que hoy la juventud esté perdida, que no hay ética y que en mi época sí lo hubo. Siempre hay personas éticas y no éticas, pero el consenso cada vez premia más a las personas no éticas y castiga a las éticas, eso no creo que sea un fenómeno espontáneo, es un fenómeno delimitado”.
El autor cubano considera que desde el momento en que el primer humano decidió usar una herramienta para mejorar su vida y hacerle peor la vida a la tribu de al lado hasta ahora, hemos evolucionado como especie en inteligencia, sin embargo, ésta va “hacia un punto que no me gusta, esa parte de la distopía es la que quiero explorar”.
Además de Erick Mota, otros autores cubanos que incluye la antología son: José Miguel Sánchez Gómez, Yasmín Portales Machado, Malena Salazar, Raúl Piad Ríos, María de Jesús Chávez, Abel Guelmes Roblejo y Álex Padrón. También se mencionan dos pausas de producción literaria cubana, en 1971 cuando, por casi una década, sólo llegaron a la isla traducciones de libros soviéticos y de 1991 a 2000 cuando la caída de la URSS generó una sequía editorial.
¿Goza de buena salud la ciencia ficción cubana?
Sí. Está teniendo un cambio muy grande, después de la Covid, la inteligencia artificial y todas las cosas de ciencia ficción que ha tenido la realidad, creo que ya nos consideran verdaderos artistas, eso es muy positivo. Además, Cuba siempre ha estado cerrada en sí misma, hemos estado mirándonos el ombligo mucho tiempo y pensando que éramos lo mejor de América Latina porque habíamos leído a los grandes norteamericanos y soviéticos. Ahora estamos comenzando a conocer lo que es la ciencia ficción del Caribe, la latinoamericana y en español. Estamos en un proceso de aprendizaje.
Mitos y futurismos
En cien años, los humanos necesitarán un cuerpo avatar receptor que esté conectado neuronalmente a individuos que viven en islas artificiales, es decir, para que las personas sobrevivan a la hostilidad climática requerirán vincularse con un cuerpo casi humano. Así lo plantea narrativamente Markus Edjical, autor del relato “La noche de todos los santos” y fundador de la Asociación Dominicana de Ciencia Ficción Especulativa.
“Mi historia que se incluye en la antología está basada en un concepto que llegó de la mano con la pandemia, es un subgénero que le llamo el viruspunk donde exploro lo que es la avanzada singularidad tecnológica y el bajo porcentaje de sobrevivencia humana”, explica.
En el relato, el autor plantea un futuro donde las personas tienen incorporada una tecnología neuronal sin que sus personajes pierdan el lenguaje popular caribeño ni los mitos ni leyendas de la región ya que éstos son los detonadores de universos.
“El ser humano siempre ha tenido la necesidad de verse a la par de dios, si nos vamos a ese punto religioso, eso ha conllevado a que el mismo ser humano tenga que buscar una alternativa para vivir en un medio ambiente hostil. Manejo el concepto del rescate del sincretismo religioso en un futuro donde la humanidad ya está renegando ser un Homo sapiens, se dirige hacia un post humano o como también lo enarbola la filosofía transhumanista: el homodeux”, opina.
Markus le da fortaleza a ese tema, donde la humanidad ha llegado a un futuro con inteligencias artificiales convertidas en dioses, o por lo menos, en un epicentro de creencia en ese futuro.
¿Qué tanto delegamos a la inteligencia artificial nuestras acciones?
Es una paradoja porque si tú tienes mucha tecnología, estás preso, sigues siendo esclavo en otro nivel. Si bien es cierto que tendrías mejoras tecnológicas en el cuerpo, eres esclavo de esa misma tecnología que ya es una identidad viva.
Tomo mucho de los conceptos de Ray Kurzweil, en su libro La era de las máquinas espirituales él da una especie de predicción de que para tal fecha sucederá esto y para el 2000 y tanto tendremos cierta realidad aumentada. Son esos grandes tecnólogos que inspiran a tener una visión o dar una respuesta, por ejemplo, ¿qué pasaría si en ese futuro la inteligencia artificial general ya es un todo con la misma humanidad? y claro está, también nuestra preocupación sobre el medio ambiente.
En el cuento uno de los personajes está hablando de la pandemia y precisamente eso es lo que involucra el concepto del viruspunk, el que se tenga que hacer mejoras en ese futuro porque la naturaleza se convierte en algo hostil, pero se convierte en algo hostil por nosotros mismos. Eso conlleva a que el mismo ser humano tenga una supervivencia diaria. Hablo de una segunda piel sintética que, al fin y al cabo, se tiene que comprar. Es cómo el ser humano se va deshumanizando y entra también la mercantilización con las corporativas. Es el capitalismo salvaje que siempre impera cuando hay una crisis.
Otro de los autores que aparecen en la antología es el dominicano Efraím Castillo con su emblemática obra Tom the rock. Él es precursor de la ciencia ficción en su país y ahora, Markus Edjical rescata su figura desde la Asociación Dominicana de Ciencia Ficción Especulativa.
“Le estamos haciendo un rescate, un homenaje. La ficción especulativa en este país y a partir del 2014 ha tenido su empuje, pero ha sido una batalla que hemos tenido porque a nosotros despectivamente, la intelectualidad, nos decían los especulativos. Es como la lucha que tuvo Isaac Asimov con lo académico, le decían que su literatura era escapista, que no bajaba a la realidad”, platica.
Al abrirse camino, Edjical y otros colegas siempre dan con la obra de Efraím Castillo, una persona que vivió dos momentos importantes en República Dominicana: el ajusticiamiento del dictador Rafael Léonidas Trujillo (1961) y la Revolución del 65. En esa época, existían grupos de vanguardia artística, uno de los más activos fue La Máscara que organizó un concurso de cuentos de 1966 a 1971, siendo en su edición de 1968 cuando Castillo obtuvo el tercer lugar con su cuento Tom the Rock, donde el futuro se presenta como uno ausente de niños, obra que se vincula a la novela Inti Huamán o Eva again que narra cómo se salió de control una campaña de esterilización abriendo el camino de la extinción de la humanidad.
¿Cuál ha sido el impacto de la asociación que fundaste?
Nos ha ido excelente, siempre he dicho que, para mí, el arte es un sacerdocio. La asociación se creó en 2016 para reunir a los creadores dominicanos que abordan el género de ficción. Recuerdo que antes, cuando asistíamos a la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo llegaban tres personas y ya a partir del 2022, el impulso ha sido tan fuerte que tenemos hasta 400 personas en nuestras actividades.
Otros autores dominicanos que aparecen en la antología son: Isis Aquino, Peter Domínguez, Juan Carlos Mieses, Roxanna Delgado Boyá, Morgan Vicconius Zariah, Rodolfo Báez y Félix Villalona.