Desde 2024, el aglomerado de géneros musicales etiquetados bajo “regional mexicano” sobrepasó al reggaetón como lo más escuchado -y redituable- de la industria de la música, de acuerdo con el de la empresa especializada Luminate. Buena parte de esto se debe al aumento de popularidad en el último lustro de los corridos tumbados, ubicados como lo que más se escucha dentro de esa categoría.

En un mercado donde la música latina ha dominado el panorama desde hace casi una década, esto posiciona a los corridos como uno de los géneros más pujantes de la industria. En Estados Unidos, ellos se vinculan a un segmento de la población -el México-americano- que es visto como contestatario y alternativo. En nuestro país, principalmente a partir de 2023, año en que fueron lanzados éxitos omnipresentes como “Ella baila sola” y “El gordo trae el mando”, el género rompió barreras sociales, instalándose en el gusto de jóvenes de clase media y alta.

Crédito: Ilustración: Ani Cortés/ El Universal
Crédito: Ilustración: Ani Cortés/ El Universal

A la par de ese auge en México, es que se ha dado una fuerte oleada de discriminación que ha tildado al género y sus seguidores de “básicos”, “vulgares” y de escasa calidad y cultura musical. Aunado a ello, dado que las drogas, su trasiego y los grupos criminales que controlan ello son temáticas recurrentes, en muchos casos haciendo apología del narco, también ha habido cruzadas estatales para censurarlo. Con esto, los corridos tumbados se unen a muchos otros géneros como el rock and roll, hip-hop, reggaetón y el raï que, al estar al margen de la moral y los discursos dominantes, han sido proscritos y censurados en distintos momentos.

Pero al rechazar y vilipendiar de esta forma a los corridos del siglo XXI, se ignora toda una genealogía musical y cultural a la cual están conectados y que se extiende más allá de un siglo. Desde las piezas como “El corrido de Joaquín Murrieta”, que alababa la labor de los bandoleros mexicanos ante las autoridades estadounidenses, hasta aquellos que exaltaban las hazañas de quienes se plantaban en armas ante el porfiriato y que a la postre derivaron en la Revolución Mexicana, cuyos líderes también protagonizaron sendos corridos, hay una cultura musical en torno a estos que funge como radiografía social y política de nuestro país, sus problemáticas internas y su siempre ríspida relación con el país vecino del norte.

Los corridos tumbados son herederos de esa tradición, que a lo largo del siglo XX continuó, abordando temáticas desde la migración, la vida de los trabajadores mexicanos en Estados Unidos y el tráfico de alcohol y drogas, con toda la violencia y disrupción a la vida cotidiana que esto último ha traído.

No hay persona que ponga en duda el valor de los corridos como un baluarte de la cultura musical mexicana. Sin embargo, también cabe señalar que, en su versión tradicional, son composiciones relativamente sencillas: su ritmo armónico tiene pocas variaciones y no suele ocupar más de dos o tres acordes, mientras que las melodías tienden a ser hechas para poder cantarse fácilmente. Con esto no pretendo menospreciarlos en absoluto, pues a veces la genialidad musical radica precisamente en crear grandes canciones a partir de la sencillez.

Es a partir de ellos que se puede hablar del desarrollo musical que ha tenido el corrido tumbado. La estructura armónica tiende a ser más compleja, con progresiones de acordes que derivan de la exposición de las nuevas generaciones a otros géneros como el rock alternativo y progresivo. Asimismo, se integran elementos rítmicos que se pueden vincular al hip-hop chicano, al trap y al reggaetón. Los arreglos y la interpretación en los alientos -charchetas, tubas, trombones- en álbumes como Génesis (2023) de Peso Pluma o Nata Montana (2023) de Natanael Cano, evidentemente están hechos por personas que tienen amplio conocimiento del contrapunto musical, y están interpretados por instrumentistas precisos y virtuosos.

Varios de estos elementos han sido estudiados en el Observatorio de Corridos de la Facultad de Música de la UNAM, donde además han hallado otros aspectos novedosos. Guillermo Mora Reguera, etnomusicólogo que creó dicho observatorio en 2022, también ha destacado cómo en los tumbados el acompañamiento musical ha pasado del binario tradicional a uno ternario. El ritmo central, conocido como “alterado”, deriva de ciertas innovaciones hechas hace más de dos décadas por el dúo Miguel y Miguel, así como por Ariel Camacho, ya en torno a 2013. Inspirados en el género sierreño tradicional, estos músicos, con figuras melódicas que tienen vínculos con el huapango y la chilena, establecieron el sonido que ahora es emblemático de los corridos tumbados. Son aquellas melodías rápidas interpretadas en la docerola (guitarra acústica de doce cuerdas), la cual se ha convertido en el instrumento de requinto esencial del género.

Ante la evidencia de destreza en la composición e interpretación instrumental, algunas personas han subrayado que tales aspectos son rescatables del género, pero mantienen una visión peyorativa hacia el canto. Este tiende a enfatizar el acento barrial con tintes norteños de nuestro país, utilizando la jerga juvenil, muchas veces ligada al entorno violento y machista que padecemos en México. Pero las interpretaciones no son desafinadas y tampoco carecen de destreza rítmica. En una ponencia dentro del Cuarto Congreso de Etnomusicología realizado el pasado 14 de octubre en la Facultad de Música de la UNAM, Elisa Rodríguez del Muro comparó la pieza “Ella baila sola” de Peso Pluma con un cóver hecho a esta por parte del grupo italiano Mäneskin. Rodríguez del Muro, quien forma parte del mencionado Observatorio de Corridos, señaló que la voz de Peso Pluma es más nasal y que utiliza más recursos como el staccato, sin que esto, desde luego, demerite la capacidad del cantante.

La desacreditación hacia los corridos tumbados parte, por lo tanto, de la discriminación y falta de análisis musical. Resta, desde luego, el asunto que ha llevado a que algunos sean prohibidos en ciertos estados de la República. La censura ha acompañado a los corridos desde sus inicios, como lo han investigado José Valenzuela Arce y Jorge Manuel Neri Torres, sin embargo, esto no ha evitado que se den acontecimientos ligados a lo cantado en sus coplas, como la Revolución Mexicana en su momento.

Aunque no todos los tumbados hacen apología de la violencia, es verdad que la mayoría de sus letras se centran en el dinero, los bienes materiales y tienden a objetualizar a la mujer. Como buenos corridos, describen la realidad que se vive y la perspectiva de las personas de una comunidad. Sean censurados o no, la realidad no cambia: hay un entorno violento derivado de décadas de colusión entre el Estado y las organizaciones criminales, al mismo tiempo que existe una sociedad profundamente machista y materialista. Silenciar las voces que describen esta realidad no la cambia; más bien es importante escucharlas pues, a partir de un conocimiento de primera mano, pueden ayudar a descifrar cómo combatir esos males de la sociedad.

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