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En 1999, con la publicación de Un asesino solitario, Élmer Mendoza irrumpió con fuerza en el escenario de la literatura nacional: al tiempo que usa el habla de su natal Sinaloa para hacer alta literatura, esa primera novela utiliza los privilegios de la ficción para proponer una versión alternativa a la historia oficial tras uno de los episodios más turbios del México de los noventa. Con Balas de plata (2008), la apuesta no es menor: en el apogeo de la llamada guerra contra el narco, Mendoza construye un territorio literario fascinante y complejo que tiene como centro a un personaje no menos memorable: un policía ministerial de Culiacán, un cuarentón que ha sobrevivido a más de un atentado y que vive inmerso en aquello que Federico Campbell bautizó como La era de la criminalidad. Al igual que sus novelas anteriores, Balas de plata destaca porque está construida con una prosa extraordinaria, trabajada a consciencia. Así pues, no es raro el enorme interés que la historia del Zurdo Mendieta despertó en México y el mundo: de entrada le valió a su autor el III Premio Tusquets de Novela otorgado por un jurado presidido por Juan Marsé e integrado por Almudena Grandes y Evelio Rosero. A esa primera entrega le siguieron La prueba del ácido (2010), Nombre de perro (2012), Besar al detective (2015), Asesinato en el parque Sinaloa (2017) y Ella entró por la ventana del baño (2022). Hoy que la saga protagonizada por El Zurdo Mendieta ha sido traducida a más de una decena de idiomas, conviene trazar un perfil de quién es, muy probablemente, el ministerial más querido del país:
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1) El Zurdo no es un tipo infalible: saliendo de la preparatoria, en busca de su vocación, trabajó para el crimen organizado. Después de llevar a Yuma tres coches con un cargamento de droga, le dio a su madre la mitad del dinero y la otra mitad se la gastó. Esa compleja relación con la legalidad es evidente a lo largo de la saga, pues Mendieta debe echar mano muy a menudo de su amistad con otros personajes cuyo modo de vida está al margen de la ley.
2) El Zurdo Mendieta estudió Literatura Hispánica porque le gusta leer. Es, de hecho, un lector asiduo: en su librero hay títulos como Pedro Páramo, Conversación en La Catedral y Noticias del imperio. En la primer entrega de la saga, Balas de plata, la novela de Fernando del Paso es una de las claves que Mendieta debe rastrear para resolver el asesinato del abogado Bruno Canizales. También vemos leyendo o evocando a poetas sinaloenses como Gilberto Owen y Mario Bojórquez. Respecto a sus gustos de lectura, El Zurdo lee “lo que le cae, menos novelas de amor”.
3) En contraste con la imagen del investigador como un hombre duro que jamás duda, el Zurdo padece frecuentes crisis de identidad y se cuestiona cuál es su misión en la vida. Así, por ejemplo, en La prueba del ácido leemos esta descripción que el detective hace de sí mismo: “¿vale la pena vivir? Un idiota sin amor, sin éxito, con una profesión vilipendiada; un pendejo de 43 años viviendo solo en casa de su hermano, sin padre y lo que es peor, sin madre; un desgraciado sin un maldito divorcio porque jamás me casé…”.
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4) Toma terapia con un sicoanalista de apellido Parra, quien le recomienda “procurarse goces intelectuales” y enamorarse de nuevo como un camino para resolver el pasado. Ese pasado turbulento incluye una sombra de apellido Bardominos, un cura de quien no guarda el mejor recuerdo. De hecho, en los momentos más insospechados vienen a la mente del detective imágenes del pasado difíciles de asimilar. Por si fuera poco, al inicio de la saga Mendieta está intentando procesar una ruptura con una mujer llamada Goga Fox, quien le ha abandonado para casarse con otro.
5) Usa botas marca Toscana, que él mismo define como “rudas, feas, indeseables”. Además viste generalmente con un pantalón de mezclilla negro y una playera del mismo color. En una especie de desdoblamiento literario, sostiene diálogos con su cuerpo, a veces auténticas discusiones.
6) Aunque su base de operaciones es la Jefatura, no pocas veces sostiene reuniones importantes en una cafetería y restaurante llamado Café Miró. Es en ese sitio en donde el personaje sostiene la primera conversación significativa con Samantha Valdés, hija de un narcotraficante llamado Marcelo Valdés, uno de los hombres más poderosos del país. Con el tiempo le tocará a Samantha asumir la jefatura del Cártel del Pacífico. La lideresa tiene clara visión de hacia dónde quiere llevar el imperio construido por su padre. Así, en una reunión con sus subordinados, declara: “Lo nuestro es un negocio, no una industria del crimen, si el presidente insiste todos los días en una guerra y ya varios mordieron el anzuelo, nosotros no lo haremos”.
7) Su compañera de trabajo es Gris Toledo, ex agente de tránsito que se ganó el respeto del detective porque se atrevió a levantarle una infracción a Mendieta sin que le temblara el pulso al saber que él era un policía. Uno de los rasgos más acentuados de Gris Toledo es su certera inteligencia espacial.
8) Como muchos norteños, Mendieta tiene familia en los Estados Unidos: Enrique, su hermano, vive en Oregon. En el segundo volumen de la saga se entera de que en California vive otro familiar de su propia sangre cuya existencia desconocía. Esta relación México-EU queda patente también en otras obras de Élmer Mendoza, como en Cóbraselo Caro, novela que desde su título es un tributo a Pedro Páramo.
9) Más que leerse, las novelas de Élmer Mendoza se escuchan, y la saga del Zurdo no es la excepción: no solo porque están llenas de música, sobre todo porque el autor trabaja bajo la premisa de la palabra justa acuñada por Flaubert: la palabra correcta no solo es la que mejor se apega al significado de lo que deseamos decir, también es la que se escucha mejor.
10) En buena medida, la saga del Zurdo es una exploración de la paternidad: por todas partes salta la relación entre padres/madres y sus hijas e hijos. Además de la ya mencionada relación entre Marcelo Valdés y su hija Samantha, está la relación de Samantha con su propio hijo, quien reclama la prioridad en varios momentos.
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