El tacto frío del pico y la cabeza de un pollo que colgaba sobre la suya, mientras caminaba por el mercado de San Pedro de los Pinos, es el recordatorio de uno de los miedos más profundos de la escritora Verónica Murguía, un mismo miedo que comparte con la autora Jazmina Barrera: la muerte.

“Nunca he sentido miedos como los que sentí en la infancia. El miedo a la muerte es uno que no sólo conservo, si no que se despertó de nuevo cuando nació mi hijo”, señala Jazmina Barrera a propósito de su libro Cinco Miradas sobre la infancia (Gris Tormenta, 2025), una propuesta reflexiva a un reino perdido: el tesoro de los primeros años de vida.

“Aullaba de pena por el pollo y por mí misma. Mas tarde, traidora, me lo comí en el caldo”, continúa la narración de Murguía que recupera Barrera para cuestionar los impactos que las infancias viven con el mundo adulto. Aunque esta reflexión es sólo una de las miradas que ofrece la autora ya que también retoma textos de J.M. Barrie, autor de Peter Pan; Helen de Witt, novelista inglesa que crea un contraste entre el mundo de la magia e inocencia; Emma Reyes, la pintora colombiana que vivió en orfandad; y Jean-Paul Sartre ensayista del existencialismo.

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Imagen generada por Inteligencia artificial.
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¿Qué tan complejo resultó hablar de la infancia?

Fue algo sencillo, en principio, porque los editores de Gris Tormenta tenían clara la visión para este título en particular. Además, de estudiante hice una tesis sobre cuentos de hadas, es decir, la idea de los cuentos infantiles siempre me fascinó, después tuve a mi hijo y el mundo de la infancia regresó.

Cuando me hicieron esta propuesta se me ocurrió que podía hacer una selección que partiera de cinco visiones. Entonces me pregunté: ¿qué maneras tenemos de acercarnos a la infancia? La respuesta más natural fue la literatura infantil. Estos textos seleccionados no sólo cumplen los criterios editorial sino que me fascinan, con cada uno tengo una historia.

En el capítulo dedicado a J.M Barrie, el autor escocés describe a la infancia como el país de nunca jamás, ese lugar que varía entre sí, tan irrepetible como cada niño. Para Jazmina Barrera, desde esa visión, la infancia es un reino perdido.

“Es un reino perdido, aunque creo que nunca se va porque siempre está en nuestra memoria. Es un momento muy sensible en el que todo te marca, te permite una capacidad de asombro, de maravilla y entusiasmo que no se vuelve a sentir de esa manera. En mi caso, mis recuerdos son de una infancia feliz”.

Jazmina narra que creció en Xochimilco cuando esa parte de la ciudad aún era campo. “Pasaba mucho tiempo jugando sola con mis muñecas mientras mi mamá pintaba. Ella nos decía que la televisión no llegaba allá a Tepepan, ¿por qué?, no sé. Entonces mi forma de entretenerme fue la lectura. Lo recuerdo como uno de los grandes espacios de libertad, donde tenía toda la tarde para idear qué hacer, muchas de las veces con mis amigas que visitaban la casa”.

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¿Cuál es la importancia de los libros en la infancia?

Para muchas infancias se ha vuelto difícil poner la atención que requiere, por ejemplo, un libro. La lectura no tiene que ser algo a lo que te obligan, no como un mandato. La lectura tiene que estar ligada siempre al placer, al acompañamiento. Yo me volví lectora porque mi madre me leía todas las noches, era un momento de afecto y de compañía compartida. La lectura te brinda espacios muy valiosos y muchas posibilidades de respeto.

¿Existe la libertad en la infancia?

En la crianza uno de los mayores retos ha sido la negociación permanente entre libertad y protección, entre autonomía y control. Hay una sensación de responsabilidad de saber que si te vas mucho de un lado o del otro, puede haber consecuencias difíciles. Por ejemplo, yo tiendo al control. Tengo que trabajar más en permitir espacios de auto renuncia y de libertad, porque eso es lo que da la alegría de vivir: el desarrollo de los propios gustos, de las propias elecciones, es lo que lo que va construyendo tu identidad y lo que te va permitiendo encontrarte con el mundo, desde el gozo y el placer.

¿Cuáles fueron tus miedos durante la infancia?

El pensamiento mágico de los niños no lo perdemos del todo, a veces puede ser causa de un miedo terrible que te acompaña de por vida. Ahora un miedo recurrente es que muera mi hijo, o que yo muera... ¿qué le va a pasar a mi hijo?, ¿qué situaciones podría sufrir? Tengo miedo a que muera la gente que quiero. Ese miedo es algo con lo que lidio todo el tiempo y también sobre el que trato de escribir.

¿Los adultos somos un reflejo de la infancia?

Hay ideas que viven en los rincones de nuestro cerebro, de nuestro cuerpo, y que nos siguen determinando para bien o para mal. Están los traumas, pero también los placeres. Constantemente regreso a los gustos de infancia: los gatos, los libros, la playa; y siguen siendo mis cosas favoritas.

¿Qué significa la idea de la pérdida de infancia?

Hay una explicación neurológica, el cerebro en la infancia parece que tiene mucha más plasticidad, es un cerebro con una memoria prodigiosa. Recuerdo que pensaba en todo lo que me hacía falta conocer, por ejemplo, todas las palabras que existen en el mundo.

En el ensayo que Barrera retoma de Emma Reyes, la pintora que fue huérfana afirma que recordar es volver a vivir y además confiesa, que si a través de los años logró una cierta unidad de impresiones, fue gracias a su hermana.

“Todos nos olvidamos de hechos que pasaron cuando éramos niñas o los modificamos. A veces el acercamiento con los padres cuenta, ahora hay fotografías y redes sociales. Cada vez me aferro menos a los recuerdos después de entender que entre más los manoseas, más se transforman. Me he reconciliado con esa cualidad, la de la memoria en permanente transformación, que se equivoca, que inventa. No me importa tanto si mis recuerdos son inventados o no, mientras sea un recuerdo mío es real, porque me determina, porque es parte de mi identidad. Y así lo comparto con mi hijo”.

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