No dejaron de volar las moscas

sobre el plato caliente

y las alubias.

Nos reunimos, como cada noche,

desde que el color del espacio

marcaba su destino,

para comer

y oler

del cuerpo sus vestigios,

para expiar en cada bocado

la fragancia última del tiempo.

Cada noche será la última,

dijimos.

Pero las moscas no dejaron

de volar sobre nosotros.

Con sus patas diminutas

y aquellas alas casi imperceptibles,

no eran más que un gramo de células

invadiendo nuestro espacio.

No robarían nuestra comida

ni carcomerían los huesos

ni las palabras hurtarían en el vuelo.

Eran simples moscas invadiendo nuestro espacio.

Lástima que un día estallará el Universo.

Tal vez, con un poco más de tiempo,

habrían levantado templos,

escrito libros

o masacrado a otras moscas

para intentar,

una vez dentro del reino ajeno,

apropiarse de todo aquello

que no les pertenece.

Lee también:

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Comentarios

Noticias según tus intereses