Para inaugurar el Cencalli en el complejo cultural Los Pinos, la secretaría de Cultura federal hizo del día una fiesta, y en Tlaxcala, estado con mayor diversidad de razas de maíz, se pusieron los reflectores.
En la fiesta como tal abundó la cultura popular, sector que más impulsa esta administración. Y al acto oficial de apertura asistieron funcionarios, activistas, campesinos, indígenas y promotores de la cultura del maíz.
Entre lágrimas, la secretaría Alejandra Frausto dio por inaugurada La Casa del Maíz y la Cultura Alimentaria, hacia las 18:30 horas de ayer.
Alrededor del Cencalli hubo música, danza, cantos y venta de artesanías populares; incluso, desde Tlaxcala —estado que será el primer invitado formal del Cencalli— llegó una camada de 12 parejas de su carnaval, danzantes y mujeres jóvenes que se convirtieron en las figuras en torno de las que los curiosos se tomaron la selfie del día.
Un guardián de semillas, José Cornelio Hernández, del Consejo Cencalli en Ixtenco, Tlaxcala, demandó que sean sujetos de reivindicación histórica los nombres del maíz y añadió al final de su participación que aunque están a favor de programas de mejoramiento genético, no comparten las ideas sobre modificación de las semillas.
59 RAZAS y miles de variedades conforman la diversidad del maíz. Hay cónicos, alargados, de granos opacos, palomeros, pozoleros...
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La Secretaría de Cultura destinó 60 millones al proyecto que tiene como curadora a Cristina Barros, quien no pudo asistir al evento de apertura.
El museo es bastante grande; su carácter es didáctico, lo cual se resuelve con recursos como fotografías, textos informativos para cada sala, videos y algunos recursos multimedia.
Se exponen fotografías, piezas prehispánicas, guajes y también objetos artesanales hechos para el propio Cencalli.
El discurso del museo quiere resaltar cómo sigue habiendo nuevas especies de maíz en México; la diversidad de 59 razas y miles de variedades; los sistemas de policultivos como la milpa y las terrazas andinas.
También aparecen fotografías históricas y contemporáneas; obras de arte de artistas contemporáneos asociadas a las campañas en defensa del maíz originario en contra del maíz transgénico, como una de Javier del Cueto, 500 mazorcas contra el maíz transgénico, o dos esculturas de Damián Ortega y obras de Elizabeth Ross.
Sobre el tema del maíz, Barros enfatizó en entrevista: “Es el cereal que más se siembra. Se ha convertido en moneda de cambio. Se le ha despojado de valor cultural por la agroindustria (la que produce alimento para ganado hacinado). Lo que ocurre ahora tiene su origen en malas decisiones que tenemos que revertir. Pero lo que está pasando también es que estas formas sustentables como la milpa, la chinampa, y toda la agricultura familiar se fortalecen. Es una agricultura viva: 70% de la alimentación del mundo depende de la agricultura familiar según la FAO”.}
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