El mariachi mexicano aún es visto como una agrupación viril, mientras que en la danza folclórica se mantiene la interpretación del coqueteo entre hombres y mujeres, como se puede ver en el “Jarabe Tapatío”. ¿Cómo ejecutar estas tradiciones mexicanas en un contexto en el que se cuestiona el contenido violento de las canciones rancheras y se reconoce la diversidad sexual?
Tres compañías formadas por artistas LGBT+: Mariachi arcoíris de Los Ángeles, Ballet Folclórico LGBTTTI “Jalisco es diverso” y México de colores han asumido este reto. Carlos Samaniego, Manuel Cobián y Carlos Antúnez, sus respectivos fundadores y directores, explican que estos proyectos son una solución para librar la discriminación y tomar distancia del “cuadrado” mundo del folclor mexicano.
“La gente cree que el medio artístico es muy permisivo con la comunidad LGBT+ y no es cierto, hay mucha homofobia”, explica Antúnez, director de México de Colores y coordinador artístico del Ballet Folklórico de Amalia Hernández. El inicio de México de Colores fue positivo, pues surgió en 2011 a partir de una invitación para presentar una nueva propuesta. Pero no fue el mismo caso para el Mariachi arcoíris de Los Ángeles ni para el Ballet Folclórico LGBTTTI “Jalisco es diverso”, que fueron producto de la discriminación.
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Samaniego es estadounidense, hijo de mexicanos. Estudió música en la California State University. El mariachi fue un género hostil con él, al ser un hombre abiertamente gay. Tras una serie de acosos y discriminaciones, Samaniego creó el Mariachi Arcoíris de Los Ángeles en 2014, proyecto con el que ya había probado suerte en 2000, pero no tuvo éxito por su falta de experiencia.
“Al formar este grupo pensaba que yo no podía ser el único que estuviera pasando por una situación similar”, declara. Y así fue, pues hoy el Mariachi Arcoíris está integrando por 11 personas, entre éstas la primera mariachi transgénero, Natalia Meléndez.
“Nos conocemos desde que éramos adolescentes, antes de que hiciera su transición. Trabajábamos en grupos juveniles y ella sufría la misma discriminación y formó parte del grupo original. Ahora que transiciona se enfrenta a otro tipo de discriminaciones, entonces cuando volví a armar el grupo la invité y hoy en día es mi mano derecha”, detalla el director del mariachi.
El Ballet Folclórico LGBTTTI “Jalisco es diverso” fue creado en 2018 por Manuel Cobián, bailarín y organizador del desfile del orgullo en Jalisco. La compañía surgió cuando Cobián no pudo agendar a algún ballet para el desfile: “contacté a unos 40 para invitarlos a la marcha LGBT y parecía que veían al diablo, no me volvían a contestar ”, cuenta.
Modificar para pertenecer a la cultura
Crear los espacios no es suficiente para pertenecer a las tradiciones mexicanas, un derecho que se les ha negado , afirma Antúnez. Los artistas han tenido que idear formas para participar en la cultura que es por naturaleza sexista.
En el caso del Mariachi Arcoíris, ajustan el repertorio de temas para ser congruentes: “‘Ella’, de José Alfredo Jiménez... yo no la canto porque no se la dedicaría a una mujer porque soy abiertamente gay y le canto a los hombres, pero tampoco le quiero cambiar el título”, dice Samaniego. Además de adecuar las canciones, el grupo ya compone sus propios temas, como “Así soy”.
En el campo de la danza, México de colores y el ballet “Jalisco es diverso” han recurrido a acercamientos distintos. El primero ha optado por deslindarse del “ballet folclórico”, pues la danza tradicional “representa lo más machista posible de nuestra cultura”, pero sí es su punto de partida. México de colores es un espectáculo que mezcla la danza con pantomima, cabaret y teatro, por lo que para contar sus historias han “intervenido” vestuario y música para una propuesta más actual.
“En su afán de preservar la danza mexicana la han limitado, por lo que hacen que las nuevas generaciones vean esta danza como algo del pasado. México de Colores hace danza mexicana con visión actual”, afirma el director.
Por su parte, “Jalisco es diverso” apuesta por tener bien trabajadas las bases del ballet folclórico para poder en un futuro poner su toque personal a la tradición, pues no quieren “desvirtuarla”.
“Consideramos que las reglas no las hemos cambiado. Sí hemos sido atacados por los puristas, pero la mayoría de pasos, vestuario y música siguen intactos. Sólo jugamos un poco con el diseño de los cuadros, le metemos color y las banderas, lo único diferente son las parejas que bailan hombre con hombre y mujer con mujer”, dice Cobián de su enfoque.
Sobre si usar la palabra “desvirtuar” no significa tomar la misma postura de los puristas del ballet folclórico, Manuel reconoce que abordar la tradición desde la perspectiva de la diversidad no ha sido fácil para el grupo, pues pese a ser parte de la comunidad LGBTTTIQ+ y conociendo que el concepto del ballet “Jalisco es diverso”, se “han encontrado con la homofobia interiorizada”.
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Método de defensa
Sobre el recibimiento por parte del público, los directores del mariachi y las compañías de danza coinciden en que, en su mayoría, son celebrados, pero no descartan las críticas ni discriminación: “Nos cuestionan por anunciarnos como un grupo gay, pero creo que al unirnos como grupo LGBT y anunciarlo ayudará a normalizar la situación”, señala el mariachi Carlos Samaniego.
Los tres grupos han desarrollado una misma herramienta para defenderse: el profesionalismo.
“Somos un ballet que representa la población diversa, que muestra lo positivo de nuestra comunidad. Los estigmas son que no somos personas responsables o cultas, que sólo queremos andar de fiesta, pero demostramos que podemos ejecutar dignamente una tradición”, dice Cobián del ballet “Jalisco es diverso”.
Contraste de oportunidades
Ni México de Colores ni el Ballet folclórico LGBTTTI “Jalisco es diverso” cuentan con apoyo por parte del gobierno y sus directores coinciden en que es normal en la cultura. Sin embargo, la centralización sí es un factor en la forma en la que evolucionan los proyectos.
Antúnez adelanta a EL UNIVERSAL que México de colores se presentará en el Festival Cervantino. Es la primera vez en los 50 años de historia del evento que una compañía de diversidad sexual se presenta. “Es un orgullo, se abrió una puerta sola, nosotros no la buscamos”. El contar con oportunidades ha sido una constante para esta compañía fundada en la Ciudad de México. Pero no es el mismo caso para el ballet que radica en Jalisco.
Manuel Cobián y su ballet son un grupo que no lucra; para las presentaciones sólo piden que se cubra el gasto de pasajes y alimentos (“no somos sangrones, con una torta está bien”) y una donación voluntaria. Para costear sus vestuarios salen a “botear” a las calles de Guadalajara, aunque para ello necesitan un permiso que también cuesta y no siempre alcanzan, pues el cupo es limitado. “Me acerqué a la casa de cultura del estado y al ayuntamiento de Guadalajara y la respuesta fue “ya tenemos nuestro ballet”, ni siquiera fuimos a pedir apoyo, sino permiso para botear en el Centro”, responde Cobián a si han tocado puertas para presentaciones o financiamiento.