En un país donde los desaparecidos son noticia diaria, el Museo Casa de la Memoria Indómita, dedicado al tema de la desaparición forzada, anunció su cierre indefinido porque dejó de recibir financiamiento del Gobierno de la Ciudad de México. Este recinto en Regina 66, en el Centro Histórico, alberga el archivo del , una organización de madres buscadoras, entre las que se encontraba Rosario Ibarra de Piedra, fundado en 1977.

Un ambiente de incertidumbre, es como Jorge Humberto Gálvez, presidente de Por la vida y la libertad de los Desaparecidos A.C. –creada por el Comité y responsable de administrar el museo–, describe los últimos 60 días en los que el museo y su personal ha operado sin paga y sin dinero.

Gálvez lleva los mismos días a la espera de que la Secretaria de Cultura de la CDMX acepte reunirse con él para presentar el nuevo programa de trabajo y aprobarlo o pedir cambios, para así poder tener acceso al financiamiento.

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“Nosotros entendemos que año con año hay problemas en el gobierno de presupuesto, coincidió con una nueva administración en la Ciudad de México. Tengo ahorita 60 días queriéndome sentar con la Secretaria de Cultura para revisar el informe. Todavía no nos hemos sentado a hacer una mesa de discusión que yo mismo se las propuse. No hay una certeza de que haya un compromiso”, dice Gálvez, quien es yerno de Rosario Ibarra.

Gálvez cuenta que el museo que ha recibido a más de 40 mil asistentes, se creó en junio de 2012 con la donación de fondos y el salario de Rosario Ibarra de Piedra como senadora, el Fideicomiso del Centro Histórico y con aportación del gobierno de la Ciudad, con quien también firmaron un Permiso administrativo temporal revocable para usar el edificio donde se encuentran.

“La gente cree que tener un museo es para lucrar, que se administra con una mentalidad mercantilista, este museo está lejos de ser eso”, afirma el presidente de la A.C.

Explica que en 13 años de operación, el recinto ha recibido alrededor de nueve millones de pesos del Gobierno de la Ciudad de México: “si tu divides nueve millones ha de dar unos 700 mil pesos al año, la nómina del museo es de un millón 200 mil pesos al año y falta el resto”, dice Gálvez refiriéndose a servicios como luz, gasto de museografía y montaje, así como el costo del mantenimiento del archivo histórico. “Eso cuesta, si sólo tienes para la nómina, ¿cómo le haces para el resto? Hay quien opine que no sabemos administrar, ¿qué vas a administrar, la carencia o la miseria?”, agrega y estima que el museo requiere para operar 2 millones 200 mil pesos al año.

La matanza del 2 de octubre y el Halconazo son parte del contexto del que surgió el Comité ¡Eureka!; en sus salas exhibe testimonios de tortura de desaparecidos que fueron rescatados, una “sala de espera” con fotografías de personas desaparecidas –el espacio simula ser la sala de una casa, para mostrar la incertidumbre que enfrentan las familias–, así como una sala donde se exhiben los primeros carteles de busqueda de desaparecidos, pancartas para ilustrar las protestas y un espacio donde señalan a los políticos responsables de la desaparición forzada. También cuenta con una sala de exposiciones temporales, actualmente se exhiben fotografías del archivo, y se ha vuelto un espacio comunitario, donde se imparten talleres, se montan exposiciones, ciclos de cine.

“El archivo es lo que da sentido al museo, uno que además es para la gente, para que se de cuenta cómo sistemáticamente el gobierno fue desapareciendo a la gente y que es un crimen heredado y ejecutado por todos los regímenes, incluso el que es omiso comete ese delito porque no le da solución y a veces son promesas de campaña que quedan en promesa, estoy hablando de lo anterior, porque ya se puede calificar”, reflexiona Gálvez.

Hasta ahora, Gálvez sigue sin tener comunicación con la Secretaría de Cultura de la CDMX, pero sí con la Secretaría de Gobierno local, con quien tendrá una reunión el próximo miércoles.

Además de tratar el tema del financiamiento, se busca un convenio bipartito con el gobierno para darle una certeza al museo: “El Comité ¡Eureka! no es eterno, ¿quién va a quedar después? Se tiene que construir ya un instrumento jurídico para darle certeza (...) Ya existe una Ley de Memoria donde dice que se deben preservar estos lugares porque es parte de la no repetición y del resarcimiento colectivo, entonces entramos en una contradicción”.

En medio del incierto panorama, Gálvez pide que no se use la palabra “resiliencia” para describir al museo ni al Comité ¡Eureka! ni a los familiares de las personas desaparecidas, explica que es una “palabreja” de moda que el gobierno se ha apropiado como “técnica del olvido”, pues aclara que la resiliencia es aguantar las opresiones, mientras que resistir, palabra que prefiere, es luchar en contra de la opresión.

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