Más Información
Guadalupe Taddei solicitará ampliación del presupuesto para la elección judicial a la Cámara de Diputados; “si funciona, estaremos mejor en calidad y resultados"
Sheinbaum es una "consumidora voraz" de información: José Merino; el tablero de seguridad, herramienta clave, destaca
IMSS-Bienestar asegura mantener contratados a 2 mil trabajadores en entidades no adheridas al organismo
Rosa Icela Rodríguez se reúne con próximo titular del INM; “arrancaremos el 2025 con mucho trabajo”, asegura
SSa llama a tomar medidas preventivas ante bajas temperaturas; pide proteger salud por temporada invernal
“Tendremos que pensar en algún momento en que se abra el concepto de feminismo para que estemos participando en los movimientos feministas muchos hombres”, dice el constitucionalista Diego Valadés, reconocido con el Premio Nacional de Artes y Literatura en la categoría de Historia, Ciencias Sociales y Filosofía.
Valadés (Mazatlán, 1945) habla en su oficina del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM de temas que van de lo cultural a lo constitucional; del feminismo y del Estado laico; de por qué México necesita parlamentarizar su sistema presidencial; de los cambios en el INE; del Atlas de las Constituciones de América en que trabaja.
Coincide con la demanda de Concepción Company —expresada en la ceremonia de entrega de los Premios Nacionales— de mayor presupuesto para la educación: “Hay una disposición legal expresa que establece que 1% del PIB sea canalizado a la investigación. Está así en la Ley de Ciencia desde 2002. En 17 años ningún gobierno lo ha cumplido”.
El jurista reconoce la agenda social del gobierno de Andrés Manuel López Obrador y su lucha contra la corrupción pero lo cuestiona en materia de seguridad, donde es urgente un nuevo marco jurídico.
Puede leer: Concepción Company y Diego Valadés, dos de los ganadores de los Premios Nacionales de Artes y Literatura 2019
“En general, las políticas de carácter social, me parecen muy plausibles, así como que esas políticas se lleven a la Constitución porque en lo sucesivo dejarán de ser —como han sido por décadas— otorgamientos graciosos que tienen un propósito clientelar, y serán derechos para la población que necesita más apoyo: los viejos, las madres, los jóvenes.
Usted planteó hace un año de que no dejaron solo al Presidente. ¿Cómo ve lo que ha pasado?
Lo que hemos visto es que el Presidente es el que lleva el peso completo de la explicación de las políticas de su gobierno y, con algunas excepciones, secretarios y titulares de otros organismos explicitan las políticas; pero muchos están en la penumbra. Mi impresión es que eso no contribuye a apoyar una actividad tan dinámica como la que el Presidente ha impreso al gobierno.
¿Qué riesgos representa?
Lo más importante es que no se ha construido —y este es uno de los grandes déficits de nuestro sistema constitucional— un gabinete con funciones especificas a la Constitución. Quienes tienen a su cargo la implementación de las políticas del Estado mexicano no están recibiendo comentarios e interpelaciones del Congreso; la presencia del gabinete en el Congreso es mínima, así ha sido siempre. Sigo esperando una mayor interlocución entre gobierno y representantes de la Nación.
Lo he comentado desde hace décadas como parte de mi trabajo constitucionalista: necesitamos parlamentarizar el sistema presidencial mexicano porque es un sistema muy caduco. Parlamentarización significa un mayor vínculo entre quienes ejercen funciones de gobierno y quienes ejercen las funciones de representación política.
¿El atraso ahí es de la Constitución o del legislativo?
Es un atraso de la Constitución, tiene 102 años, y fue construida bajo la tesis de que había que establecer un sistema presidencial muy fuerte. Carranza dijo en 1916, al instalar el Congreso Constituyente, que México no estaba listo para pasar a un sistema parlamentario porque no tenía clase política, los dirigentes eran todos militares y no tenía partidos y cultura política. Hoy tenemos todo lo que no había entonces, pero no tenemos un sistema político flexible, con mayor participación de la sociedad y capacidad de control de lo que hacen los gobernantes.
¿Quién debe promover esto? ¿Presidencia, el Congreso?
Es un cambio estructural, a largo plazo y es responsabilidad de los partidos políticos, pero los veo enfrascados en minucias, luchas y polémicas intestinas.
La autonomía de organismos ha sido una ganancia, ¿cómo ve la autonomía de organismos como el INE en este gobierno?
Yo he sido muy crítico de esa autonomía y he estado en minoría en el ámbito de mis colegas. La Constitución dice que la soberanía recae en el pueblo, y agrega que el pueblo ejercerá su soberanía a través de los poderes constituidos: Legislativo, Ejecutivo y Judicial. Paralelamente, la Constitución ha desarrollado casi una docena de órganos que no forman parte de esos tres poderes, significa que esos órganos autónomos son en realidad órganos soberanos. Ese es un error constructivo en la Constitución que he denunciado desde hace años, desde luego he estado en minoría porque la moda fue construir órganos autónomos.
El INE es uno de los mejores órganos que tenemos. Respeto a sus integrantes, pero otra cosa es que en términos estrictamente políticos el INE es el resultado de una negociación entre fuerzas políticas que hoy representan una minoría en el país. Morena representa 53% de los electores y no tiene ninguna participación en la integración del órgano que regula las elecciones. De manera que no nos asustemos porque se planteen cambios que obedezcan a una nueva realidad política.
También lee: Corrupción en Poder Judicial no es generalizada, dice Diego Valadés
¿Cómo evalúa este gobierno?
En lo que se refiere a una nueva relación con la sociedad y una nueva actitud con relación a la corrupción, en eso he visto decisiones importantes que aplaudo. Falta avanzar en seguridad, y ahí revisar el marco jurídico. Es un tema pendiente y sin el cual no avanzaremos.
Diego Valadés lo explica con un ejemplo: el operativo en Tepito, donde se detuvieron a 32 personas, implicó, finalmente, liberar a 30. Y opina: “No falló el operativo, fue un problema de procedimiento; libraron la prisión pero no significa que no sean delincuentes. Se mandan dos mensajes a la sociedad: que las autoridades son impotentes frente al ordenamiento jurídico y que los ciudadanos estamos en la indefensión, que los derechos construidos para nuestra defensa los utilizan en su defensa los enemigos de la sociedad”.
América Latina —tema de sus estudios— ha vivido un año convulso, ¿cómo ve esas demandas?
Mucho de lo que está pasando en América Latina era previsible desde hace tiempo, los procesos de efervescencia social estaban latentes. También era el caso de México. De no haber sido elegido el Presidente López Obrador se habrían dado las condiciones para un proceso de turbulencia como el de otros países.
Pero tengo una perspectiva optimista; las primeras democracias no eran como las entendemos hoy: ahora no entenderíamos una democracia con esclavitud, sin mujeres. Nuestra forma de entender la democracia es la democracia plural, no la mayoritaria, o sea la democracia donde todos tenemos derechos: las mayorías y las minorías. Y no hay democracia sin Estado laico, no la hay donde está prohibido que las personas tomen las decisiones que corresponden al ejercicio de su libertad. Se nos siguen imponiendo criterios religiosos: no podemos practicar la eutanasia, no podemos tener matrimonios homosexuales, no pueden las mujeres ejercer el dominio sobre su cuerpo en materia de aborto. Todavía no tenemos un Estado laico consolidado.
¿Actos de López Obrador como la repartición de la Cartilla moral o sus referencias religiosas, atentan contra el Estado laico?
No. Las conductas de las personas que tienen estrictamente relevancia individual no afectan el Estado laico. No afecta que el Presidente sea creyente o que use expresiones de carácter religioso. Lo que cuenta para el Estado laico es que el Estado convierta en normas de aplicación coercitiva disposiciones de origen eclesiástico, y eso es lo que sí pasa en México y en la mayoría de los Estados de América Latina. Las iglesias han convertido normales morales —que por definición no son coercitivas, la norma moral es una norma interior— en normas públicas.
La interrupción legal del embarazo se aprobó en la Ciudad de México y en Oaxaca; cuando termine este siglo será el país entero. El Estado laico se está abriendo paso.
Puedes leer: La UNAM: lo público y lo privado
Ha sido un año fundamental para defender los derechos de las mujeres en medio de una realidad terrible de feminicidios...
En México ya hemos avanzado en lo político al establecer la obligación de candidaturas a 50%, pero no es suficiente. Todavía el atraso que tenemos sobre todo en materia cultural es grave y por eso vemos problemas como el de los feminicidios, pero no sólo eso: nos falta abordar abordar el desarrollo femenino no sólo desde el punto de vista jurídico, político, cultural, educativo, económico sino científico; por ejemplo, la alimentación de la mujer gestante debe ser específica para ella y para su producto. Las políticas de desarrollo de la mujer deben ser vistas de manera más creativa y constructiva en México, América Latina y el planeta. Falta trasladar el discurso promujer, a los hechos. Hay una agenda pendiente. Tendremos que pensar en algún momento en que se abra el concepto mismo de feminismo para que estemos participando dentro de los movimientos feministas muchos hombres.
¿Cómo ve el trabajo con el sector de la cultura?
Me parece que se está cumpliendo pero todavía dentro de términos estándares. No se ha visto que la cultura es el futuro de la humanidad; progresivamente las jornadas van a tener a disminuir, es la tendencia en el mundo, y el horizonte de vida va a aumentar por la ciencia. Quiere decir que el futuro de la humanidad está en la cultura, lo que habrá serán más actividades culturales, lúdicas, artísticas, deportivas. Estamos viendo más jóvenes participando en actividades cinematográficas, teatrales, interesados en ser directores camarógrafos, fotógrafos, sonidistas, o les gustan las artes escénicas, la pintura, la escritura, la investigación que es parte del crecimiento cultural. Dentro de unos años, así como hoy identificamos las actividades industriales, comerciales, agrícolas, abriremos un cuarto sector independiente, el de la cultura, y ahí estará el mayor número de personas. Hoy está el mayor número en servicios, en unos años van a estar en ese cuarto sector, el de la cultura, que es el futuro de la humanidad.
¿Qué investiga ahora?
Mi investigación en este momento es en un Atlas Constitucional de América; es la primera vez que las instituciones constitucionales se vierten en un atlas en el mundo, no hay uno en ningún país. Será un Atlas de América. Es un trabajo interdisciplinario que llevamos a cabo este Instituto (Jurídicas) y el Instituto de Geografía de la UNAM. La primera edición tendrá soporte en papel y luego se integrara un comité de actualización en línea. Lo tendremos en el primer semestre de 2020.