El modus operandi para estafar a artistas o gestores culturales ha tomado nuevos rumbos. La suplantación de identidad de altos funcionarios con fines fraudulentos, a través de llamadas telefónicas o conversaciones de WhatsApp, no se circunscribe, como se registró en el pasado, a una presumible filtración de datos (el caso de la plataforma Telar, en el que el denominador común eran los datos sensibles de cientos de gestores culturales en los registros de información de la plataforma) o al cambio de administración, en el que podría pensarse que el movimiento en los puestos burocráticos o gubernamentales se aprovechó para confundir a las víctimas potenciales.
La facilidad para encontrar testimonios de este tipo en las redes sociales o a través de un tercero es la muestra de un problema que es una especie de pan de cada día.
El caso más reciente sirve para acentuar un modelo de estafa que se ha repetido con notorias coincidencias, al menos, durante los últimos meses: hace una semana, Úrsula Camba Ludlow, doctora en Historia por El Colegio de México, fue contactada con los estafadores, a través de una amiga a la que ellos buscaron primero.
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Más allá del envío de boletines que confirman que el INBAL no ofrece plazas de trabajo irregulares, es necesario que las autoridades inicien un proceso legal ante estos actos, creen los artistas y especialistas. Un proceso legal que ya inició según el INBAL.
La amiga de Camba Ludlow, involucrada en el ámbito cultural y de quien se pide resguardar su identidad, recibió la llamada en la que una persona que se identificó como Haydeé Boetto, subdirectora del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), le ofreció un puesto laboral.
La oferta: estar al frente de la Red de Museos del INBAL. El trabajo soñado por cualquier artista o agente cultural y un puesto en el que se estaría a cargo de otras personas, recibiendo un buen salario.
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La urgencia de que Camba aceptara el trabajo era porque “la plaza se la iba a llevar la sobrina de Batres, a quien no le importa la cultura”.
El teléfono personal de la amiga de Camba —sospechan ambas— fue tomado de la página web de la universidad extranjera donde ella trabaja. Esta exposición de los datos puede ser viable en otros países, dice Camba, porque la situación de seguridad es muy distinta a la de México. Su amiga también le dijo que le ofrecían un sueldo de 63 mil pesos, aunque la mitad se iría en vales.
“Pensé que era el típico outsourcing y querían ahorrarse todo lo que pudieran”, señala y explica que, googleó a Boetto para conocer más de su perfil. En lugar de ir al grano, empezaron a endulzar su oído, hablar bien de su amiga y buscar elementos que le dieran confianza, además de una imagen con el logotipo del INBAL sobre un fondo negro. La estafadora, con simpatía fingida, le dijo que trabajaba con Alejandra de la Paz, actual directora del INBAL. “Todos los directores de museos estarían bajo tu cargo. Tendrías que ver curaduría, exposiciones y lanzar convocatorias”, le dijo.
Durante la hora que hablaron fue evidente que no había investigado el trabajo de Camba y que sus facultades laborales pasaban a segundo plano para la supuesta vacante. “Parecíamos comadres. Vamos a trabajar increíble, me repetía hasta que le dije: Espérame, tú no sabes si yo voy a poder con el puesto. Hombre, claro que vas a poder…”
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“De repente, como de pasada, dice: ‘Bueno, nada más faltaría pagar la cuota sindical, que es el 30% de tu sueldo, que serían 9 mil 800 pesos’. Creo que no oí bien, pensé. Creo que no entendí, entre tanta cosa que me dijo, creo que no entendí. En ese momento le escribo a una amiga que trabaja en el sector de gobierno y le cuento la situación: lo que entendí es que me están pidiendo esto, y me respondió que era ilegal, que en el mejor de los casos era un soborno”.
También, en calidad de urgente, le pidieron enviar copias de su comprobante de domicilio, cédulas, títulos, acta de nacimiento y currículum abreviado. Y le dieron una dirección incorrecta de las oficinas INBAL y datos un tanto inverosímiles, como que Boetto planeaba mudar sus oficinas al palacio de Bellas Artes. Otra falla del relato es que un puesto de ese tipo no está sindicalizado. “Son cabos que uno ata después”.
El paso uno, se le indicó, era pagar el 30% de su sueldo para la cuota sindical. Pero los números no tenían sentido porque el 30% de 63 mil pesos no son, evidentemente, 9 mil 800 pesos. Y luego le refirió varias cuentas de banco a las que se podía depositar, delatando la irregularidad al mencionarlas en plural: “Tenemos Banorte, BBVA…”
“Era muy deslumbrante. La carta a Santa Claus. Ya me llegó el trabajo de mi vida. Te van envolviendo y envolviendo hasta que parece que te retiraran la capacidad de discernimiento. No tienes capacidad de discernimiento. Es como si fueras un rehén. Lo que hay que hacer, y eso ya lo que puse en el video de TikTok, es que, si hay algo muy atractivo o amenazante, se debe tener calma y pensar. No decidir en el momento porque lo más seguro es que sea un intento de robo”, dice Camba.
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La falta de contacto de las autoridades hacia ella (salvo responder con el comunicado para prevenir estafas que emitió el INBAL el 16 de enero) es clave en estos casos.
El modus operandi con el que se intentó engañar a Camba es el mismo que vivió un bailarín, quien por preocupación y sentir que sus datos personales han sido demasiado públicos en distintas plataformas, pide guardar confidencialidad.
“Me dijeron que me hablaban del INBAL sin dar más detalles. Me mandaron primero un mensaje diciendo que habían tomado mi número de una base de datos y que les gustaba mucho mi perfil. Siento que primero me investigaron. Sabían lo que yo hacía, quién era, para que no fuera tan difícil descubrirlos. Y justo me dijeron que había un puesto que seguramente se adaptaba a mi perfil y que me podía interesar”.
Le mencionaron que su perfil podía encajar para ciertas actividades necesarias en el Instituto; que era una plaza y que iba a tener prestaciones de ley, Seguros y demás, pero antes de acceder a la plaza era necesario pagarle al sindicato.
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Pese a que estos dos casos harían pensar que las personas detrás de estas estafas trabajan en la Secretaría de Cultura / INBAL, tanto Camba como el bailarín coinciden en que parece que se trata de gente que mueve los hilos información que les proporcionó un tercero.
Pero son delatados por los errores en información más compleja y el funcionamiento de la Institución. Otro ejemplo es el de una persona del medio cultural que contactó a Camba a través de redes sociales, y que vivió el mismo intento de estafa. También está el caso de la soprano Emma Calo, quien ha sido entrevistada por otros medios, o el de la artista Fernandache, quien desde su cuenta de X (@pijamadecuero) denunció que en marzo del año pasado vivió un intento de estafa muy similar al de Camba.
Erandi Fajardo, presidenta del Consejo Nacional de Danza México, informó que en el caso de Telar, las autoridades se limitaron a enviar comunicados pidiendo que se extremaran precauciones. Pero no hubo conocimiento de procesos legales al respecto.
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Diego Micher, exauditor de responsabilidades por violaciones a la ley de transparencia y a la de datos personales del INAI, informa que el INBAL estaría obligado a proceder legalmente según el Código Nacional de Procedimientos Civiles y que el INAI puede actuar de oficio ante cualquier vulneración.
Al respecto, el INBAL respondió que “ ha dado aviso y presentado diversas denuncias ante la FGR, debido a que se ha puesto en entredicho la integridad de diversos funcionarios y porque se ha afectado a miembros de la comunidad artística y la sociedad en general”. Por lo que se ha “informado puntualmente a la opinión pública con el objetivo de prevenir la comisión de estos actos”; se ha trabajado para “que la información se haga lo más extensiva posible y evitar que otras personas sean estafadas.
Desde 2020, cuando se presentó el primer caso de fraude, el Instituto ha informado periódicamente a la ciudadanía y comunidad artística sobre estas conductas ilícitas, además de presentar las denuncias correspondientes. De igual manera se ha solicitado que esta información pueda ser compartida de la manera más amplia posible por los medios, los funcionarios y empleados del INBAL y los integrantes de las diversas comunidades”.
Los artistas contactados informan que, hasta el momento, las autoridades no los han buscado para darle seguimiento a sus debidos procesos.