Entrar a la Casa Luis Barragán es un nirvana. El ruido de la Avenida Constituyentes y las obras para mejorar el tránsito peatonal que realizan en el Metro del mismo nombre, desaparece.
“Barragán hizo esta casa de forma introspectiva, íntima, ese era el objetivo”, explica el arquitecto Guillermo Eguiarte, director de la Casa Luis Barragán. Justo estos aspectos fueron uno de los motivos para que el inmueble, diseñado por el arquitecto jaliscience Luis Barragán, fuera declarado patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2004, declaratoria que corre el riesgo de perderse por la construcción de la línea 3 del Cablebús, sostiene Eguiarte.
El 9 de diciembre de 2021, la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, confirmó que esta línea se construiría en Chapultepec, con la aprobación de Gabriel Orozco, encargado del diseño del Proyecto Chapultepec Naturaleza y Cultura.
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Con una inversión de mil 800 millones de pesos, el cablebús conectará con el Metro Constituyentes y tendrá una longitud de 5 kilómetros; su construcción contempla 3.7 kilómetros a lo largo de Avenida Constituyentes, pasará por la Segunda Sección del Bosque de Chapultepec y el Panteón Civil de Dolores, mientras que del Parque Cri Cri cruzará por la barranca de Tacubaya de la Cuarta Sección para la Cineteca Nacional y la Bodega Nacional. El periodo de ejecución, se anunció en aquella ocasión, comenzaría en mayo de este año y concluiría en diciembre de 2023.
Al declararla patrimonio de la Humanidad, la Unesco establece un área restrictiva para su protección, una inmediata, que comprende el área del monumento, en este caso la Casa Luis Barragán, y otra que llaman zona buffer o de amortiguación, que es un área más extensa que rodea al sitio para evitar construcciones que pongan en riesgo su integridad. En el caso de la Casa, es de 22 hectáreas y alcanza hasta la estación del Metro.
De acuerdo al plan —pues aún no han tenido acceso al proyecto de construcción del cablebús— las torres que sostendrán los cables y cabinas del transporte se construirían fuera de la zona de amortiguación. Sin embargo, las torres de aproximadamente 75 metros de alto —estimación compartida por autoridades de la Ciudad al director durante una reunión informal— afectaría las vistas de la Casa.
Para Eguiarte, aun cuando las torres queden fuera de la zona, se impacta el diseño original de la Casa, “(Sería) un edificio de aproximadamente 30 niveles, un monstruo. Nos preocupa ver este tipo de obra, el no tener conocimiento porque no hemos recibido la información oficial de cómo serían los perfiles del trazo, y que la visual se vaya a ver afectada”. Otra preocupación es que la estación quedará en la esquina, “caminando es un minuto máximo”.
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Joya arquitectónica
El inmueble fue construido en 1948 por Barragán, el único premio Pritzker —galardón considerado el Nobel de la arquitectura— mexicano, quien además habitó en él y modificó durante 40 años. La terraza es uno de los espacios más icónicos del edificio, lo afectaría el cablebús y sería “atentar” contra uno de los dos criterios que le dio el registro de la Unesco: “(i) representa una obra de arte de la creatividad humana” y “(ii) exhibe un importante intercambio de valores humanos, a lo largo de un periodo de tiempo o dentro de un área cultural del mundo, sobre desarrollos en arquitectura o tecnología, artes monumentales, urbanismo o diseño paisajístico.”
“Todo ese valor de los jardines y espacio exterior y el que se vea afectada la visual, está afectando un espacio urbano único de valor excepcional que es lo que lo hace ser patrimonio de la humanidad”, afirma el director.
Eguiarte estima que el recorrido de las góndolas, la permanencia de los cables y las torres serían visibles “mínimamente” desde la habitación de Barragán y los jardines —a los que el público no tiene acceso—, su mayor preocupación es la terraza cuya naturaleza y propósito se perderían. Barragán fue “enmarcando” su vista al cielo durante años para conseguir la altura de los muros ideal: los dos más altos de color rosa para aislarse, los blancos de menor altura para ofrecer una vista a las copas de los árboles, las nubes y el cielo capitalino.
Eguiarte, quien considera que el cablebús equivaldría a querer colocar una megaestructura en Chichén Itzá, reconoce que las ciudades crecen y se modernizan, “pero se tienen que adaptar con estas áreas de buffer para que lo que se haga en zonas aledañas no impacte el patrimonio”; pues sería “un arma de dos filos”.
Asegura además que desproteger al patrimonio pondría en riesgo las siguientes declaratorias de la Unesco en México, “en este caso todavía se puede prevenir”, advirte.
Eguiarte y la Fundación han alertado a las autoridades haciéndoles saber que aún hay tiempo para plantear una ruta alterna que no impacte la Casa Luis Barragán. El arquitecto ha sostenido reuniones con Unesco México, y todas las secretarías de la Ciudad de México que intervienen, así como con el INAH, el INBAL y la Secretaría de Cultura federal para crear consciencia de lo que está en juego. “Se les enseñó los espacios que se verían afectados, para compartir nuestra preocupación y que es deseable buscar otra solución”. Sara Alexandra Obregón, presidenta de la Fundación Barragán envió una carta a Claudia Sheinbaum.
Aunque no han podido ver a Alejandra Frausto ni a Lucina Jiménez, ni a Sheinbaum, Eguiarte se mantiene optimista de encontrar una solución, “hay reglas, hay protocolos, hay sentido común que sí invitaríamos a todos procurar respetar”.
Todo ese valor de los jardines y espacio exterior, y el que se vea afectada la visual, está afectando un espacio urbano único de valor excepcional”
GUILLERMO EGUIARTE
Director Casa Luis Barragán
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