Durante 70 días la artista siria Azza Abo Rebieh estuvo encerrada en una prisión junto a otras 15 mujeres. Un baño, excrementos, cucarachas y llanto era lo que se vivía diariamente.
La artista de 36 años pasó por este infierno en la cárcel de Damasco por su arte y activismo . Sus obras reflejaban la crisis que los sirios estaban enfrentando durante la guerra.
Rebieh
se expresaba a través del grafiti y pinturas, además por regalarles alimentos y bebidas a las personas que padecían las consecuencias de la guerra.
De acuerdo a El Español , la artista en septiembre de 2015 recibió la llamada de Judas, un amigo que la reunió para tomarse un café, lugar donde la policía la estaba esperando para llevársela detenida.
La artista, de la clase media, se encontró entre rejas rodeada de mujeres que apenas sabían leer ni escribir, presas por azar. En prisión se convirtió en una especie de mediadora entre las reclusas y los guardias. Entre esos momentos de tensión y penurias, volvió a pintar.
El tiempo que la autora estuvo encerrada sólo llegó a dibujar una vez -la que le permitieron-. El guardia de su celda conocía de su arte y le encargó una petición: dibujar odio.
"Me dio un lápiz y un papel y me obligó a dibujar", recuerda la artista. Le tenían los ojos vendados, por lo que no podía ver quién tenía enfrente, aunque le dejaban quitársela para ver cómo estaba dibujando. "Me senté allí con mis manos temblando".
Su dibujo acabó con un anciano sin dientes, mirada malvada y apretando a un pájaro entre sus manos. "Wow", dijo el agente mientras el resto de la sala se agolpaba para ver el resultado. "Somos nosotros. Nosotros hacemos esto”.
Temblando, Abo Rebieh se negó diciendo: "Este no eres tú, este es otro". Los guardias respondieron orgullosos: "No, no. Esto es lo que hacemos. Lo sabemos, estamos felices con ello". Observando el dibujo se pararon a analizar al ave, sentenciando: "Y esto eres tú".
akc