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Con una estética a camino entre Altamira y el grafiti, el artista español Miquel Barceló evocó hoy el concepto budista de lo efímero en un espectáculo de pintura en Bangkok en el que los dibujos desaparecen como por arte de magia.
A bordo de un barco en el río Chao Phraya que atraviesa la capital tailandesa, Barceló exhibió su "Despintura fónica" en un lienzo de 20 metros, el mayor sobre el que ha pintado hasta ahora, acompañado de música electrónica y de violín.
El pintor y escultor mallorquín usó un lienzo en el que el agua forma sombras negras que, al secarse, desaparecen, una tela especial usada por los escribas japoneses para practicar la caligrafía de caracteres.
Foto: EFE/ Diego Azubel
Con pelotas, esponjas de gran tamaño y hasta una especie de fumigador con agua, el artista dio vida a una corrida de toros con astados que recordaban a las pinturas rupestres de Altamira y rostros misteriosos que se metamorfoseaban continuamente.
Las imágenes mágicas desaparecían y el mallorquín volvía a pintar al son del violín
de la japonesa-alemana Ayumi Paul, que interpretó música de Pascal Cornelade acompañada de las mezclas electrónicas de Joaquim Barceló, hijo del galardonado artista.
A veces el mallorquín parecía un grafitero efímero ante un selectivo público que incluía artistas y celebridades locales, diplomáticos españoles y representantes de Sansiri, la constructora tailandesa que ha promocionado el espectáculo.
Al final, el autor llenó la tela de sombras negras en un paroxismo grafitero y se sentó al lado del público a esperar que el agua se evaporara y las imágenes se desvanecieran para siempre en lo que podría haber sido una obra cotizada en decenas de miles de euros.
En declaraciones a Efe, Barceló se mostró contento con la "performance" y aseguró que la acción creativa es un acto instintivo como el sexo, "algo que no ha cambiado desde los tiempos de Altamira".
"Despintura fónica", también conocida como "La imagen fantasma", es un proyecto que nació de la colaboración entre Barceló y Cornelade, quienes llevaron la iniciativa el año pasado a Zurich (Alemania), Salamanca (España) y Kioto (Japón).
"Es sobre la desaparición", explica el artista mallorquín, quien explica que el espectáculo es un ejercicio sobre "lo que se ve y lo que no se ve" en una "pizarra mágica", que es la tela especial japonesa.
"Es una 'performance' en la que pinto con agua, entonces se trata de ver la desaparición de la imagen", precisa.
"Me gusta que sucede algo que dura este tiempo, media hora y nada más. Todo llega a ser efímero", asevera Barceló, quien espeta que hasta los frescos desaparecerán dentro de unos miles de años, aunque reconoce que las pinturas rupestres de la cueva de Altamira durarán más.
El artista confiesa su interés por el budismo y por la cultura en Tailandia, un país que visita a menudo desde hace cuatro o cinco años.
"Me gusta el mundo de lo invisible, el mundo de los espíritus y fantasmas tailandeses, que me interesan mucho", señala.
Define Tailandia como una sociedad con mucha "vitalidad", aunque también con muchas capas difíciles de interpretar, frente a lo que considera una Europa y un París, donde él reside habitualmente, que se están "museizando" cada vez más.
Espectáculos como "Despintura fónica",
reconoce, también le sirven de excusa para salir del taller: "Es como ir a hacer 'footing'. Si no, yo siempre estoy en talleres diferentes, pero encerrado".
Asegura que le cuesta verse como un "maestro", aunque su consejo para los creadores jóvenes es que sean "testarudos" y lean, ya que, en su opinión, uno no puede ser un artista si no ha leído a Kafka, García Lorca o Shakespeare.
Considerado el artista español vivo más cotizado, Barceló ha recibido numerosos galardones como el Príncipe de Asturias de las Artes (2003) y es conocido por obras como la cúpula de Naciones Unidas en Ginebra.
akc