Más Información
Las artesanías mexicanas han sido reproducidas por marcas como como Mango, Nestlé, Carolina Herrera y Louis Vuitton, entre otras, pero sin la autorización de los creadores, por ello legisladores derogaron un artículo y modificaron otros tres de la Ley Federal del Derecho de Autor, además, presentaron un proyecto de ley. Sin embargo, se hizo sin tomar en cuenta a los artesanos.
EL UNIVERSAL convocó a cuatro artesanos creadores de diferentes partes del país: Mariano Sosa, del Centro de Arte Textil Zapoteco Bii Dauu (Teotitlán del Valle, Oaxaca); Amanda Sánchez, de la sociedad Tixinda (Pinotepa de Don Luis en la Costa Chica, Oaxaca); Adalberto Flores, artesano de Tenango de Doria, Hidalgo, y a Teresa Lino Bello, de la sociedad Tamachichíjhuatl (Hueyapan, Puebla).
De los cuatro entrevistados, sólo Lino Bello dijo que sí había sido convocada por el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI) para que participara en una mesa sobre cultura. Sin embargo, añadió que desconoce las nuevas leyes. En general, los cuatro coinciden en que no conocen estos cambios legislativos, y que ninguna instancia les ha informado acerca de los mismos y sus implicaciones.
La modificación de cuatro artículos de la Ley Federal de Derechos de Autor fue impulsada principalmente por la senadora Susana Harp, quien, mediante una tarjera informativa, asegura sí se conversó con artesanos y diseñadores, aunque no precisa cuántos, quiénes y cómo fueron seleccionados.
Las voces
En Oaxaca están asentados la sociedad Tixinda y el Centro de Arte Textil Zapoteco Bii Dauu; ambas agrupaciones están enfocadas en la creación de textiles que son teñidos con tintes naturales.
Amanda Sánchez forma parte de Tixinda –que en mixteco significa color morado–, sociedad creada en 1995 y conformada actualmente por 360 mujeres y hombres.
La artesana explica que ese grupo se creó principalmente porque antes no era valorado el telar de cintura: “Ahorita ya es valorado. Ha sido un proceso difícil porque antes no había capacitación y porque para los tintes de nuestras prendas usamos el caracol púrpura, una técnica difícil porque los señores tienen que atravesar el mar para llegar a donde está el caracol”.
La artesana afirma que no sabía de los cambios en las leyes: “Hasta ahora no sabíamos nada sobre las reformas. Actualmente nuestros diseños no están protegidos, es algo que apenas se está viendo y nos avisaron que es algo que se deberá ver con el presidente municipal”.
También en Oaxaca está Bii Dauu, sociedad fundada en 2004 y conformada por 10 artesanos quienes se dedican a la elaboración de tapetes, bufandas y bufandas de lana, teñidas principalmente con cochinilla, índigo y planta de pericón para los amarillos. “Nadie se acercó para decirnos sobre estas modificaciones, espero que sí nos ayude a proteger nuestros diseños. Hasta ahorita no nos han plagiado los diseños pero sí la visión”, asegura Mariano Sosa, de Bii Dauu.
En diferentes municipios de Hidalgo crean bordados mejor conocidos como tenangos, que primero requieren de un dibujo y luego son trabajados con hilos de diferentes colores. El dibujo de los tenangos es una actividad que Adalberto Flores ha realizado desde que tiene memoria y, enfatiza, es una labor que a él le enseñó por su abuela.
Flores desde hace cinco años inició una demanda contra Nestlé por el uso de sus creaciones; es por eso que el artesano sí ha estado al pendiente de las reformas a las leyes.
“Hace poco supe de las reformas, las he analizado y son malas porque no fueron pensadas y no hay un cambio sistemático; tampoco nos preguntaron a los artesanos nuestro punto de vista, algo que no hubiera sido difícil porque dibujantes originales somos alrededor de 30, distribuidos en cuatro comunidades: San Pablo el Grande, ejido Adolfo López Mateos, El Nanthe y San Nicolás”, explica Adalberto Flores.
En Hueyapan, Puebla, habita Teresa Lino Bello, que forma parte de Tamachichíjhuatl, organización dedicada a la producción artesanal de textiles de lana, que fue fundada en 1979 e integrada por 150 mujeres.
“Fuimos convocados por el INPI, en coordinación con el ayuntamiento del municipio, y participamos en una consulta de pueblos indígenas; había diferentes mesas de trabajo y a nosotros nos tocó en la mesa de Cultura, ahí pedimos que nos garanticen que nuestras creaciones y lugares se respeten porque son sagrados. Directamente no nos notificaron de las reformas a las leyes. Lo revisaremos para ver si es resultado de los que estábamos pidiendo”, sostiene Lino Bello.
Nuevas disposiciones
La Ley Federal del Derecho de Autor es de 1996; en ella también están contempladas las facultades y derechos de los artesanos, sin embargo, por promoción de Susana Harp fue modificada en su capítulo tercero, donde están los artículos 157, 158 y 160, mientras que el 159 fue derogado; éste establecía la libertad para utilizar las obras literarias, artísticas, de arte popular o artesanal.
Carlos Lara, quien es especialista en legislación cultural califica como una mala decisión la derogación del artículo 159 y explica:
“Sólo era necesario reformar el artículo para que los artesanos pudieran cobrar regalías cuando se usaran sus creaciones. Es decir, en lugar de darle oportunidad al artesano de ser emprendedor, burocratizan el problema, no lo resuelven, porque se elimina la posibilidad del libre uso de los diseños artesanales y ahora se someterá la decisión del uso de una creación a una asamblea comunitaria y el problema es que las autoridades no tienen un registro de cuántas manifestaciones culturales hay en el país, ni tampoco tienen un padrón de cada comunidad. Al someter una decisión a una asamblea necesitan saber el número de participantes, además no consideran que los diseños están mutando por la movilidad humana que experimentan todas las comunidades”.
La modificación establece además que para poder comercializar con una creación debe haber una autorización del autor y que en caso de no encontrar al autor, será la Secretaría de Cultura a través del INPI quien autorice.
“Esto es improcedente, porque por ley no se puede atribuir un derecho que le corresponde de forma natural a las comunidades originarias. Estas reformas representan varios riesgos, porque vuelven a la ley inoperante, violatoria de los derechos culturales de los artesanos, además se le arrebata a la comunidad sus derechos”, dice Lara, quien es miembro de la A. C. Artículo 27 que integran también José Manuel Hermosillo y Juan Pablo Rojas.
Se solicitó una entrevista con Susana Harp para conocer de qué forma participaron los artesanos en las reformas, pero su equipo de comunicación señaló que por cuestiones de agenda no podría realizarse la entrevista aunque sí envió una tarjeta informativa en la cual asegura que “se realizaron dos foros, uno en San Cristóbal en el 2018 organizado por la CNDH, en el que la Senadora Susana Harp Iturribarría participó y otro más en el Senado de la República de manera conjunta con la Secretaría de Cultura y CNDH. Además, se llevaron a cabo decenas de pláticas con artesanos y diseñadores, y se retomó la Consulta Nacional que hizo el INPI, en la cual hubo una mesa de discusión acerca de este tema en concreto”.
Aparte de las reformas a la Ley Federal de Derechos de Autor, Harp propuso la Ley General de Salvaguardia de los Elementos de la Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas, Afromexicanas y Equiparables, que fue aprobada por el Senado y que pronto será discutida por los Diputados.